Isaac Rosa. Foto: Iván Giménez

Isaac Rosa. Foto: Iván Giménez

Letras

Isaac Rosa y la solución al trastorno del insomnio: "Dormir con alguien puede ser más íntimo que el sexo"

El escritor publica 'Las buenas noches', novela en la que un hombre y una mujer se citan a escondidas de sus cónyuges para conciliar el sueño.

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Una madrugada en un hotel cualquiera. Una mujer y un hombre desconocidos no pueden dormir. Después de compartir verbalmente su experiencia, deciden dar una vuelta por la ciudad y vuelven al hotel, pero esta vez los dos entran en la misma habitación. Se acuestan en la cama y al fin logran conciliar el sueño. Así arranca Las buenas noches (Seix Barral), la novela de Isaac Rosa que solo puede escribir alguien que ha padecido el problema en sus carnes.

"En esas noches de insomnio yo veía que había algo interesante que contar y empecé a pensar primero, obviamente, en mi propia dificultad para dormir. A partir de ahí comencé a abrir un poquito el campo, pensando en términos más colectivos, más sociales, en la cantidad de gente a mi alrededor que dormía mal", cuenta Rosa El Cultural. El autor de novelas como La mano invisible (2011) y Lugar seguro (Premio Biblioteca Breve 2022) vuelve a encontrar un enfoque singularísimo acerca de un caso muy concreto para hablarnos de una inquietud común.

"Viendo cómo dormimos se entiende mejor el orden social y político que hemos construido, nuestras condiciones materiales de vida, nuestras ansiedades, miedos, deseos...", explica. Las buenas noches recoge la angustia que provoca el insomnio a través de la historia de esta pareja, de la que no llegamos a conocer los nombres, pero además el relato, que se narra a lo largo de una madrugada y está determinado por la evidente proximidad de un affaire, se entrelaza con un "diario del sueño". Rosa logra, a propósito, una gran reflexión sobre las miserias cotidianas de la vida.

Pregunta. La historia es demasiado rocambolesca para ser propia, pero el problema de los protagonistas parte de una experiencia personal…

Respuesta. Sí. De hecho, no creo que hubiera escrito la novela si no hubiera tenido yo también problemas para dormir durante mucho tiempo. Primero, porque a lo mejor no me habría interesado en el tema, pero también porque si no hubiera pasado noches con la cabeza dando vueltas, seguramente no hubiera logrado reproducir el proceso mental de alguien que no duerme, cómo funciona su cabeza, qué pensamientos tiene durante la noche.

»Las ideas, los recuerdos y las fantasías van y vienen y se mueven en tu cabeza y hay una parte de dispersión, pero a veces entras en bucle, a veces viene algo de no se sabe dónde, a veces tienes momentos de lucidez también… Ese tipo de proceso mental propio del que no duerme, si no lo has vivido, no lo conoces.

P. Aunque con una vocación totalmente distinta, esto también lo aborda David Jiménez Torres en su libro El mal dormir (Libros del Asteroide, 2022), del que recoge una cita al cierre del libro. ¿Emprender esta novela ha sido algo así como recogerle el guante después de leer su libro o era algo que ya tenía proyectado?

R. Yo me encontré el libro de David cuando había empezado a buscar lecturas sobre el insomnio y me interesó mucho, pero es un ensayo en primera persona, un ensayo de alguien que no duerme bien. Fue una de las lecturas que más me pusieron en la pista de por dónde podía ir la novela, cómo debería contarse el insomnio, que es cómo funciona la cabeza al no dormir.

P. Y más allá de esto, ¿qué posibilidades dramáticas le ofrecía el insomnio? ¿Cómo surge la historia de estos dos individuos que solo pueden dormir si lo hacen juntos?

R. Lo que quería era escribir una novela, no un ensayo. Lo que yo buscaba eran las posibilidades narrativas del tema. Entonces, en esas noches en las que la cabeza te da para mucho (para arrepentirte de muchas cosas, para fantasear con lo que pudo ser tu vida…) te da también para pensar en una novela.

»Entre noches de insomnio y conversaciones también con gente que no duerme, apareció la posibilidad de una historia así: pensar qué pasaría si alguien que no duerme se encuentra con alguien que tampoco duerme y descubren que pueden dormir juntos. Qué tipo de relación se daría, porque ya no es solamente dormir, sino esa búsqueda de alguien con quien conectas, con quien eres capaz de construir un espacio seguro. ¿Qué tipo de relación podían tener estos personajes? ¿Qué voz, qué tono, a qué quería que sonara la novela?

P. Prácticamente en toda su obra se advierte un trasfondo social; no siempre muy reconocible pero, al menos, entre líneas. ¿Tras el insomnio podemos intuir una alusión a la sociedad desquiciada de nuestro tiempo, quizás por el acecho de lo tecnológico, o es simplemente un punto de partida narrativo para crear una ficción?

R. La forma que tenemos de relacionarnos con el sueño dice mucho de las vidas que llevamos ––aceleradas, ansiosas, estresadas, hiperproductivas…– en las que el trabajo lo ocupa todo, también nuestras noches. Lo que te quita el sueño es toda una suerte de condiciones de vida.

P. También hay alusiones al miedo, una de las causas del insomnio. A a su vez, siempre ha estado presente en sus novelas. En este momento, ¿a qué es lo que más teme Isaac Rosa?

R. A mí lo que más miedo me da es el miedo de los demás, que seamos una sociedad asustada, que por miedo aceptemos ciertas cosas o votemos ciertas opciones [políticas] que viven del miedo.

"En el insomnio están nuestros deseos, nuestras ansiedades y nuestros miedos"

P. ¿El proceso de escritura de la novela coincide con los días que marca el diario del sueño?

R. Sí, más o menos. No iba siguiéndolo mientras escribía, pero esa fórmula me permitía manejar dos formas diferentes de abordar la novela. El relato de la relación entre los personajes a lo largo de meses está contado por ese protagonista durante una larga noche de sin dormir. Digamos que su discurso toma la forma del pensamiento del que no duerme, ese tipo de relato que se vuelve obsesivo, que tiene repeticiones y a veces se va por otros caminos.

»Por otro lado, el diario me permitía manejar otro registro diferente, o sea, salir un poco de la cabeza del que no duerme para poder hablar de otras cosas que a mí me interesaban. Porque a lo mejor podría ser agotador incluso para el lector. Me permitía hacerlo también con otro tono, con humor a veces.

P. Las situaciones comunes también son una materia prima para su obra. ¿Hay una fórmula para transformar estos ingredientes en el plato suculento que debe ser una novela?

R. Quería contar una historia íntima, una relación entre un hombre y una mujer, pero bastante peculiar. Quedan para dormir, pero no sabemos realmente cómo llamar a esa relación. No son dos enamorados, no es una relación de pasión, no es una infidelidad, aunque tiene elementos comunes... Se puede leer casi como una historia de amor, porque tiene todos los ingredientes habituales y todas las estaciones por las que va pasando. Sin embargo, es otra cosa, es una relación en la que no hay sexo, que parece la pieza que nos falta. Aquí lo diferente es la cuestión del dormir, que al mismo tiempo puede ser algo incluso más íntimo que el sexo.

"Lo que más miedo me da es el miedo de los demás, que votemos a los que viven del miedo"

P. ¿Y hay un motivo por el que renuncie a los topónimos y a los nombres de los protagonistas?

R. Los nombres no están porque ambos desconocen el nombre del otro, así que me parecía que el lector tampoco tenía que saberlo. Su relación de clandestinidad parte de ese secreto. El hecho de no situarla en un lugar concreto tiene que ver con que cualquier maldurmiente se puede reconocer en esta historia sin necesidad de que esté en su ciudad.

P. ¿Cómo ha sido la experiencia de ver la película Nosotros, adaptación de Helena Taberna de la novela Feliz final?

R. He estado muy cerca del proceso, pero la película era de Helena. No he participado ni en el guion ni en ninguna otra fase, pero sí me he sentido muy identificado y me gusta la película. No es una adaptación literal, porque eso no se podía hacer, sino que es una lectura propia inspirada en la novela

P. En La vida en rojo, adaptación de El vano ayer, sí participaste en el guion. ¿No lo ha vuelto a hacer en otras versiones de sus novelas porque no se ha presentado la oportunidad o porque no ha querido? Muchos autores han relatado malas experiencias en este sentido.

R. En el caso de La vida en rojo sí participé en el guion y fue una experiencia nueva e interesante, pero fuera de eso yo he preferido que cada director hiciera su película. Después de cuatro libros que me han llevado al cine, me sigo llevando bien con los cuatro directores. Además, en todos los casos han tenido la libertad de hacer sus propias películas sin que yo reclamara ni exigiera nada.