Ian McEwan. Foto: María Teresa Slanzi

Ian McEwan. Foto: María Teresa Slanzi

Letras

Las 'Lecciones' de Ian McEwan: el valor del olvido y de aceptar las derrotas

El nuevo libro del escritor británico se lee con el placer de las mejores novelas victorianas que nos introducen en cada espacio del relato.

23 septiembre, 2023 02:27

Con Lecciones, Ian McEwan (Aldershot, 1948), vuelve a ser el McEwan que pone vidas devastadas en la picota al narrar una historia, inicialmente anodina, pero llena de puertas que se abren a universos donde se agazapan obsesiones y culpas.

Portada de 'Lecciones'

Portada de 'Lecciones'

Lecciones

Ian McEwan

Traducción de Eduardo Uriarte
Anagrama, 2023
577 páginas. 24,90 E

En 1975, con la publicación de sus relatos, Primer amor, últimos ritos (premio Somerset Maugham), McEwan fue el descubrimiento literario del Reino Unido, y formó parte de la brillante generación británica de los 80, con Julian Barnes, Martin Amis y Kazuo Ishiguro. Obtuvo el premio Booker en 1998 por Amsterdam, y el WH Smith Award y otros galardones por Expiación (2001).

Las pequeñeces humanas están presentes en la narrativa de McEwan enlazadas con los acontecimientos exteriores del mundo. Su prosa es original, aunque se presienten las sombras de George Eliot y Dickens.

Por la matizada caracterización de los personajes, el tratamiento del tiempo narrativo, los nudos que se despliegan y reaparecen, los dilemas morales, las disfunciones familiares, Lecciones se lee con el placer de las mejores novelas victorianas que nos introducen en cada espacio del relato.

¿Cuál es la historia del protagonista, Roland Baines, que comienza en un internado, a los once años, y va hacia su destino final en 2021, en el segundo confinamiento, ya convertido en un setentón? Las ansiedades del discurrir del tiempo son el fermento, pero dos hilos amenazantes se despliegan ya en el primer capítulo.

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Por un lado el recuerdo de Miriam Cornell, la profesora de piano del colegio de Roland, que pellizca en el muslo al pequeño alumno y desliza su mano por la goma de su ropa interior; un beso en la boca de la profesora al muchacho marcará episodios posteriores.

Por otro lado, un frustrado Roland de 38 años recibe la visita del inspector Douglas Browne, tras haber denunciado la desaparición de su esposa, Alissa Eberhardt, de origen alemán, que ha abandonado también a su hijo de siete meses. Baines incluso se convierte en sospechoso de asesinato, aunque existen pequeñas postales firmadas por Alissa.

Le exculpa una llamada del inspector: “Su esposa está vagando por Europa. Por voluntad propia. No tenemos motivos para creer que corra peligro”. La última postal recibida era definitiva: “Lejos de vosotros dos = dolor físico (…) Pero sé que la maternidad me habría hundido. Mejor dolor ahora que un dolor/caos/amargura más largos después. Tengo claro mi único rumbo + el camino a seguir”.

El marido abandonado llega a la conclusión de que todas las vidas son imperfectas y si va y viene de su pasado es más buscando cierta lógica que juzgando la conciencia moral de sus parejas. Esos dos hilos esenciales se harán más densos.

La profesora de piano volverá a entrar en la vida de Baines cuando este tiene 14 años. Una relación salvaje entre una mujer de 25 y un adolescente de 14. Mucho tiempo más tarde, en la época de las denuncias por acoso, Baines se pregunta si debería denunciarla. Hay un encuentro helado entre esos dos seres ya adultos y heridos.

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McEwan maneja con maestría a un narrador en tercera persona que se tiñe de las psicologías y discursos de los personajes. Sabremos todo de la madre de Alissa, a través de sus diarios posteriores al nazismo,y del padre militar de Roland y de su sufridora madre, Rosalind. También de los amigos de la Alemania Oriental y del viaje de Roland a buscarlos cuando cae el muro de Berlín.

Ian McEwan ha ganado en piedad y las dudas del protagonista hacen tambalear las convicciones más firmes. Una obra maravillosamente planificada, que ante el desorden de la vida pone al descubierto el valor del olvido y una suerte de armonía en el amor humano y la aceptación de las derrotas.