Image: Mirko Sabatino: La venganza siempre es inútil pero aporta paz

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Letras

Mirko Sabatino: "La venganza siempre es inútil pero aporta paz"

El escritor italiano debuta con El verano muere joven (Sexto Piso), una cruda y tierna historia sobre el precio de la amistad y el drama del fin de la infancia

13 diciembre, 2018 01:00

Mirko Sabatino

Los plácidos y tórridos días del verano de 1963 se suceden en Gargano, un pueblo a orillas del Adriático, donde tres amigos de 12 años, Primo, Damiano y Mimmo deciden hacer un pacto de sangre para defenderse del mundo. De una sociedad hostil basada en una concepción tribal de las relaciones, donde la infancia es un privilegio no especialmente longevo que pronto sucumbe a una ley despiadada hecha de protección al precio del abuso. De ignorancia, venganza y silencio. Pero su heroica amistad no será suficiente cuando la realidad se les presente en forma de un drama antiguo como el hombre que les obligará a crecer de golpe.

En El verano muere joven (Sexto Piso), ganadora de varios premios en Italia como el Massarosa o el Segafredo Zanetti, y finalista del Premio Nacional Opera Prima, además de conquistadora unánime de público y crítica; el editor y escritor Mirko Sabatino (Foggia, 1978) firma un debut rotundo como un latigazo. Una historia de mezquindad y sacrilegios sobre el precio de la amistad, el vacío y la impotencia de crecer y el drama de la pérdida, salpicada de plásticas descripciones y un sutil punto de ironía que amalgama en sus páginas los impulsos más viscerales con insospechados y lúcidos momentos de ternura. Y también un relato de venganza. La venganza por una infancia prematuramente interrumpida que se indigna y se rebela contra la violación de lo sagrado.

Pregunta. Usted no es ajeno al mundo literario, ¿por qué decide lanzarse a escribir y publicar esta novela?
Respuesta. Siempre he escrito y siempre he querido escribir para publicar. El origen de mi escritura se remonta a cuando tenía nueve años y escribí una novela con mi compañero de escuela, un plagio rotundo que mezclaba dos películas, Nightmare y Phenomena, pero con algunas ideas originales. Se llamaba, me río cada vez que lo recuerdo, Nightman. Desde ese primer intento, comencé a leer y luego a escribir más y más en serio. Cuando llegó el momento de decidir qué tenía que hacer con mi vida laboral, pensé que trabajar en el mundo editorial como editor me ayudaría a no traicionar demasiado mi verdadera pasión, a no alejarme de ella, a tenerla siempre cerca. Quería ser escritor, no editor. Luego descubrí que trabajar en los textos de otras personas me gustaba, y fue bueno para mí, fue algo natural. Por suerte puedo mantener separadas las dos almas, la del editor y la del escritor, porque creo que nunca deberían mezclarse.

P. En 1963 ni siquiera había nacido, ¿cómo nace la historia de estos tres amigos? ¿Por qué elige como protagonistas a niños a punto de convertirse en adultos, qué quiere explorar en esa frontera?
R. Los años cincuenta y sesenta siempre han sido mi pasión. Soy un amante sobre todo de la música de esa época, y también de la moda y el ambiente de esas dos décadas de gran agitación. Cuando decidí escribir una novela, sabía que la ubicaría a principios de los sesenta, y siempre he sabido que, si tuviera el coraje y la disciplina, escribiría sobre niños que luchan contra algo mucho más grande que ellos. Y cuando llegó el momento lo hice: escribí sobre Primo, Damiano y Mimmo, tres niños que se encontraban en ese punto tan frágil y tan fértil de la vida, donde todo está por definir, y lo que se define, cuando lo hace, siempre lo hace con cierta pulcritud, y a veces con violencia.

Existe una forma particular de heroísmo en la que estamos inmersos cuando somos niños, y nunca más después"

P. Los tres protagonistas están, en cierto sentido, huérfanos de padre, ¿cómo influye esto en ellos y en la trama? ¿Por qué explora este tema recurrente en la ficción italiana contemporánea de adultos que, por varios motivos (egoísmo, inconstancia, incapacidad...), dejan a los niños solos ante la vida?
R. Es cierto, es justo así, los tres niños son huérfanos de padre, cada uno de una manera diferente. Si esto no determina el inicio de los eventos, sin duda, los acelera. Porque estos niños se encuentran sin puntos de referencia sólidos a una edad en la que no pueden y no deben asumir la responsabilidad de sus vidas y, lo que es peor, de las vidas de los demás. Además, se toman muy en serio el papel del pacto mutuo: por necesidad, por supuesto, pero también por heroísmo, esa forma particular de heroísmo en la que estamos inmersos cuando somos niños, y nunca más después. Creo que la asunción temprana de responsabilidad por parte de aquellos que aún no están formados para hacerlo, con todas las consecuencias que conlleva, es uno de los temas más fascinantes de la ficción, que cada escritor cuenta tarde o temprano.

P. A pesar de esto, la familia (propia o elegida, como en el caso de los amigos) tiene un peso específico en la novela, ¿sigue siendo así o en la sociedad actual o nuestros vínculos son diferentes?
R. No, no creo que ya sea así. La familia ha perdido su importancia y su centralidad, y en algunos casos ya ni siquiera existe, incluso cuando la estructura y la forma aún parecen estar. Y lo siento y me da rabia decirlo, me gustaría decir que no, que sólo ha cambiado, que es sólo otra forma de ser una familia, pero estaría mintiendo.

P. La novela presenta una tensión entre el destino y la libre elección, ¿cuál es su postura, somos dueños completos de nuestros actos?
R. No creo en el destino, pero tampoco creo que siempre seamos dueños de nuestras acciones. Vivimos en medio del caos, controlamos lo que podemos controlar, a veces tenemos éxito y otras no, y no se puede decir con precisión absoluta quién es responsable de qué. Los factores involucrados son demasiados. Pero creo que en todo este desorden y en esta inversión vital de sueños, penurias, pasiones y energías, a veces veo lo que me gusta llamar armonías: fuerzas que, por momentos, traen orden y belleza a nuestras vidas.

P. La inicial placidez del libro se ve rota por un hecho atroz que precipita los acontecimientos, ¿es la venganza el único final posible, aunque no sea uno feliz, aunque no cambie nada?
R. La venganza no es una solución, no es racional, pero los hombres no se mueven únicamente de forma racional a la hora de actuar. Tal vez la venganza no cambia nada, como también dice Primo en algún momento de la novela, porque hay sucesos definitivos, irreversibles, pero por un tiempo la venganza puede apaciguar la mente, darle un sentido -incorrecto, equivocado, inútil, temporal- a la pérdida y al dolor. Estamos tratando con los instintos, y es difícil aplicarles juicios morales o sentido común.

El presente nunca está a la altura de nuestras expectativas, pero quizá lo que falla sea el lugar y no el tiempo"

P. ¿Sería posible que esta historia sucediera en la actualidad? ¿Todavía existen pueblos como Gargano, qué queda hoy de aquella vida?
R. Hoy ya no vivimos así. Se ha perdido la lentitud, ciertos ritmos y ciertos lazos. Pero las acciones y reacciones que cuento en la novela son mecanismos que forman parte de la naturaleza humana, y creo que historias de este tipo sí podrían suceder, tanto hoy como en el futuro.

P. Usted huye de esa fiebre actual por recordar el pasado y la infancia con nostalgia, ¿a través del recuerdo vemos esas épocas mejores de lo que eran?
R. En Midnight in Paris de Woody Allen está muy bien contado, en mi opinión, este engaño del cerebro. El momento en la que vivimos nunca está a la altura de nuestras expectativas, en cambio en el pasado, el que sea que es el pasado favorito de cada uno, sí lo están. Pero quizá en nuestras vidas no es el momento el que está mal, sino el lugar, y con lugar me refiero al lugar físico, sí, pero también a las personas que lo ocupan.

P.¿Cree que esta historia es extrapolable a otros países, por ejemplo a España o es intrínsecamente italiana?
R. Sí, El verano muere joven podría situarse perfectamente en España, pero también en Francia, Dinamarca, Estados Unidos, Japón... Es una historia fácilmente exportable, porque habla de temas universales: el amor, el odio, la violencia, la ternura, la traición, la lealtad, la familia, la unión, la separación...

P. El libro presenta una escritura muy plástica, muy cinematográfica, como reconoce el Premio Segafredo Zanetti, ¿se plantea trasladarla a la pantalla?
R. Realmente me gustaría mucho ver cobrar vida a los personajes de mi libro en carne y hueso, en la pantalla. Algunas productoras de cine ya están leyendo la novela, y algunas ya han dado señales de interés. Pero ya veremos.

P.¿Tras el éxito de su primera novela, qué es lo próximo en lo que está trabajando? ¿Ya tiene un nuevo proyecto?
R. Estoy a punto de escribir mi segunda novela, y la energía, la ambición, las ideas, quizá demasiadas, que me gustaría explorar en este nuevo libro me hacen sentir como si fuese a ser el último, pero también como si fuese el primero. Me gustaría escribir así siempre: como si cada una de mis novelas fuera la primera y la última.