Estampas de Francisco Franco a lo largo de sus 82 años de vida. Diseño: Rubén Vique

Estampas de Francisco Franco a lo largo de sus 82 años de vida. Diseño: Rubén Vique

Historia Medio siglo sin Franco

"Ni un Cid ni un negado con suerte", la imagen histórica de Franco tras 50 años de investigación en libertad

Trabajos de Paul Preston, Enrique Moradiellos, Julián Casanova... Se cumple medio siglo de la muerte del dictador, periodo en el que han proliferado las biografías sobre la figura que dominó la política y la sociedad españolas las cuatro décadas anteriores.

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"A pesar de cincuenta años de preeminencia pública y vivir en la época de la televisión, Francisco Franco es el menos conocido de los grandes dictadores del siglo veinte. Esto se debe en parte a la cortina de humo creada por sus hagiógrafos y propagandistas". Así arranca la biografía que Paul Preston dedicó al dictador, llegada a las librerías en 1993 y considerada la más completa de todas las publicadas durante el medio siglo transcurrido desde que el protagonista falleciera en la cama aquel 20–N.

Cinco décadas en las que historiadores y ensayistas han podido desarrollar su trabajo con la libertad que no existía en vida del autócrata. Fruto de esa cortina de humo aludida por Preston en Franco. Caudillo de España (reeditada por Debate en 2015) fue la biografía–hagiografía que en 1937, en plena Guerra Civil, le dedicó Joaquín Arrarás, "amigo de toda la vida" de Franco, según el historiador británico. Arrarás firmó también Historia de la Cruzada Española, cuyo título no deja dudas sobre la parcialidad del autor.

El libro de Preston, referencia para muchos historiadores posteriores, fue el primero en mencionar la cantidad de víctimas del conflicto. Al narrar el final de la contienda fratricida afirma: "Una victoria que había costado más de medio millón de vidas. Y costaría muchas más". Y añade: "Para él la victoria significaba la aniquilación total de un enorme número de republicanos, la humillación total y el terror de la población superviviente".

El hispanista, entre otras muchas vicisitudes de la vida de Franco –bautizado como Francisco Paulino Hermenegildo Téodulo–, pone el foco en el abandono paterno, trauma que lo afectó hasta tal punto que, finalizada la guerra, trató de "crear un pasado perfecto". En la película Raza (1941), inspirada en su vida –se identifican claramente el 'héroe', su piadosa madre y sus hermanos–, el padre ha fallecido en la Guerra de Cuba.

Preston describe el Ferrol natal del biografiado, "una ciudad de rígidas jerarquías sociales" con los oficiales navales en la cúspide. Franco era hijo de un intendente naval, lo que situaba a su familia "en la clase media baja". Por eso trató de ingresar en la Marina, y el "fracaso" de este intento "pesaría gravosamente sobre él".

Optaría entonces por el Ejército, para lo cual ingresó en la academia de Toledo. Su bautismo de fuego llegaría en la cruenta Guerra de Marruecos. "Poca duda cabe de que los primeros años de vida adulta pasados entre la inhumana barbarie de la Legión contribuyeron a deshumanizar a Franco".

Preston atribuye al dictador "astucia" y "la capacidad para calibrar casi al instante la debilidad o el precio de un hombre", lo que le permitía saber "cuándo un posible adversario podía convertirse en colaborador gracias a un favor", que podía ser desde un ministerio o una embajada hasta "simplemente una caja de puros".

"Sus directrices y órdenes en el plano económico", sin embargo, las considera "lamentables". "El mercado negro y la corrupción permanecieron como rasgos destacados de la economía española hasta bien avanzada la década de 1950".

Una novela autobiografiada

Un año antes de que Preston lanzara su exhaustiva investigación sobre el Caudillo, Planeta publicó Autobiografía del general Franco (después reeditada por Navona), en la que Manuel Vázquez Montalbán se transforma en Marcial Pombo, un escritor hijo de represaliados al que se le encarga una biografía del general. El autor acabará replicando cada afirmación sobre el que fuera jefe de Estado y corrigiéndole hasta la grafía de su segundo apellido, Bahamonde: "Menos haches, general", le dirá.

Del mismo 1992 es Franco, una biografía psicológica (Temas de Hoy), del psiquiatra Enrique González Duro. El autor desvela traumas como el ya mencionado abandono de su mujeriego padre, además de ahondar en complejos sociales y físicos que dejaron su impronta en el dictador. En 2006, en La sombra del general (Debate), González Duro investigó sobre la pervivencia en la sociedad española de actitudes eco del franquismo, derivadas de aquellos años de control social.

En 2000, Carlos Blanco Escolá, coronel de Caballería, publicó La incompetencia militar de Franco (Alianza Editorial), en el que asegura que el líder del bando nacionalista en la guerra ganó el conflicto gracias a la ayuda material y financiera de la Italia fascista y la Alemania nazi.

Blanco Escolá sostiene que Franco, en lugar de tener iniciativa, respondía a los envites del general republicano Vicente Rojo, al que acabaría dedicando otro libro: El general que humilló a Franco (Planeta).

Biografías benévolas

En 2005, el historiador Luis Suárez publicó con la editorial Ariel una biografía titulada por el mero apellido del ferrolano, en la que llega a afirmar que ni siquiera fue un dictador. Aunque quizá se recuerde más la entrada que en 2011 escribió en el Diccionario Biográfico Español, incidiendo en ese punto de vista –"autoritario, no totalitario"–. "No pienso rectificar", llegó a afirmar en una entrevista.

También de 2005 es Franco, un balance histórico, de Pío Moa (Planeta). Escritor polémico desde que saltara a la palestra con Los mitos de la Guerra Civil (La Esfera de los Libros, 2003), La obra de Moa ha sido comparada con los esquemas planteados por el hagiógrafo Joaquín Arrarás.

En 2014, el veterano historiador estadounidense Stanley G. Payne y el periodista Jesús Palacios escribieron al alimón Franco. Una biografía personal y política (Espasa). Payne es conocido por sus trabajos muy críticos con la Segunda República, a la que acusa de llevar España a la guerra por el "sectarismo" de la izquierda republicana, una manera de justificar el golpe de estado franquista.

Trabajos más recientes

Una de las biografías de Franco más aplaudidas es la que Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, publicó en 2018 bajo el título Franco. Anatomía de un dictador (Turner). Moradiellos le reconoce competencias militares y habilidad política, pero le atribuye un perfil "católico–integrista" que tras la guerra favoreció un proceso de 'fascistización' del régimen, que paulatinamente iría eliminando conforme las potencias del Eje iban perdiendo la guerra.

Este año 2025 el catedrático de la Universidad de Zaragoza Julián Casanova publicó Franco (Crítica). En una entrevista con El Cultural, Casanova subrayó que "la década de los 50 es el periodo que explica todo el franquismo". Fue entonces cuando entraron en el gobierno los tecnócratas del Opus Dei, que sustituyeron a los falangistas y su desastrosa dirección de la economía para poder encauzar la situación.

De este mismo año es Franco. El dictador que moldeó un país (Debate), del periodista británico Giles Tremlett. Excorresponsal de The Guardian en Madrid, Tremlett proclama que el dictador no tuvo proyecto político más allá de él mismo.

Para concluir, dos consideraciones de la biografía canónica de Preston. En primer lugar, la obsesión anticomunista del dictador, que habiéndose propuesto su "erradicación", lo que consiguió fue que, al año de su muerte, el PCE "contaba con 200.000 afiliados", esto es, "mucha más fuerza de la que había tenido en la Guerra Civil".

La segunda, que pese a todo, "quizá Franco no fuera el Cid, pero tampoco fue tan negado ni tan afortunado como sugieren sus enemigos".