Supuesto retrato de Colón realizado por Sebastiano del Piombo en 1519. Al fondo, diseño de Rubén Vique.

Supuesto retrato de Colón realizado por Sebastiano del Piombo en 1519. Al fondo, diseño de Rubén Vique.

Historia

Cristóbal Colón, descubridor de América y responsable de una glaciación que heló la Tierra durante dos siglos

Capitán Swing recupera el libro '1493', en el que Charles C. Mann explica cómo la llegada de los europeos al Nuevo Mundo provocó un desbarajuste ecológico y social que afectó a todo el planeta.

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Hubo un tiempo en el que ver la región de California arder entraba dentro de los planes de quienes lo habitaban, sin que esto fuera motivo para que un actor multimillonario derramara lágrimas por ver su mansión engullida por las llamas.

Antes de la llegada de las carabelas de Colón a las orillas de La Española y durante siglos, un sinnúmero de tribus indígenas de Norteamérica daban rienda suelta a su piromanía para deforestar grandes extensiones de terreno, con el objetivo de emplear esos espacios para el pastoreo y la agricultura. Las Grandes Llanuras al este de las Rocosas, California y toda la costa este del actual Estados Unidos, desde Florida hasta Maine, quedaban envueltas por el humo durante semanas en una costumbre que se repetía de forma anual y producía cantidades ingentes de dióxido de carbono.

En su libro 1493 (Capitán Swing, 2025), el periodista y divulgador científico Charles C. Mann (Estados Unidos, 1955) defiende la inauguración de una nueva era climática y geológica, el Homogenoceno, con la llegada de los españoles a las costas caribeñas. Según el estadounidense, Colón, con su llegada al Nuevo Mundo, "volvió a coser las costuras rotas de Pangea", uniendo de nuevo territorios y poblaciones separados durante milenios en una suerte de "primera globalización".

Con esto se dio inicio a un proceso ecológico fundamental para entender la historia de los siglos posteriores a 1492: el intercambio colombino. Ocurrido a veces de forma voluntaria, pero otras muchas de manera indeseada y, por tanto, descontrolada, este proceso consistió en el intercambio entre América y el resto del mundo de especies animales y vegetales y microorganismos. Los caballos, el mijo y la caña de azúcar llegarían al Nuevo Mundo, que a cambio regalaría al resto del planeta la patata, el tomate o el tabaco, entre otros muchos nuevos cultivos.

Sin embargo, las embarcaciones europeas que cruzaban el Atlántico (también el Pacífico, de vuelta de China, con la que España estableció un muy lucrativo mercadeo que empleaba la plata extraída en el Potosí como divisa) también transportaban en sus tripas otras especies menos deseables.

Portada de '1493', de Charles C. Mann (Capitán Swing, 2025).

Portada de '1493', de Charles C. Mann (Capitán Swing, 2025).

Microorganismos como el virus de la viruela, algunas especies de los protozoos responsables de la malaria (Plasmodium vivax y Plasmodium falciparum) o insectos como el Aedes aegypti, mosquito que transmite la fiebre amarilla a los seres humanos, desembarcaron en el Nuevo Mundo junto a los barcos europeos.

Algunas de las enfermedades que provocaban estas especies, como la malaria y la fiebre amarilla, se volvieron endémicas y dificultaron enormemente la vida en las zonas donde proliferaron. Otras, como la viruela, fueron las causantes de epidemias que se cobraron la vida de millones de personas y despoblaron regiones enteras, que se convirtieron en auténticos eriales.

Una de estas "tierras baldías" fue el territorio norteamericano que durante siglos había ardido periódicamente por la mano indígena. Ahora, los causantes de estos incendios masivos habían sucumbido al azote de un virus desconocido hasta entonces, con lo que las hectáreas de claros a lo largo de todo el continente fueron sustituidas por tupidos bosques.

Las especies coníferas, que prosperan con el fuego e incluso requieren de este para dispersar su semilla, fueron sustituidas por otras que eran enemigas de las llamas, como el roble y el nogal, que pudieron proliferar por primera vez en la región sin la amenaza de los incendios indígenas.

Más importante aún que el cambio del paisaje norteamericano, fue todo el dióxido de carbono que dejó de emitirse anualmente por el cese de los incendios. Para explicar este suceso Mann se apoya en la teoría del paleoclimatólogo William F. Ruddiman, quien alega que la súbita interrupción de bombeo de esta molécula provocó un debilitamiento de la atmósfera que llevaría a un descenso repentino y sostenido de las temperaturas.

Apunta Ruddiman, y de ello se hace eco Mann en 1493, que este acontecimiento fue el causante principal (si no el único) de la Pequeña Glaciación, un enfriamiento de la superficie de la Tierra que afectó principalmente al Hemisferio Norte y trajo consigo inviernos especialmente duros y veranos y primaveras muy leves desde las medianías del siglo XVI hasta el XVIII.

De acuerdo con los registros que revisó Mann, unos meses de mayo y junio especialmente fríos retrasaban la cosecha de la uva en Francia. La gente podía caminar 150 km por el estrecho del Mar del Norte que separa Dinamarca de Suecia, congelado debido al descenso de las temperaturas. Las cosechas se arruinaban continuamente, lo que en Irlanda, por ejemplo, desembocó en las matanzas de ingleses protestantes perpetradas por turbas de católicos para robarles, y la posterior revancha de los primeros hacia los segundos.

El ocaso de una dinastía milenaria

Las convulsiones llegaron también a China. Allí el cambio climático no se vio en forma de grandes heladas, sino de lluvias continuadas que ahogaron los cultivos durante cinco años consecutivos, lo que resultó en hambrunas y muertes por millones. Como una pescadilla que se muerde la cola, el brusco descenso de población se traduce en una mano de obra insuficiente para trabajar los campos, que para colmo siguen en su mayoría anegados.

La corte Ming, debilitada ya de por sí por luchas intestinas, una guerra en la frontera norte y la devaluación de la plata que había estado comprando a los españoles durante décadas, es entonces pasto del descontento popular. Turbas de campesinos hambrientos comienzan a asolar varias provincias. El descontrol es general. Una ficha de dominó cae detrás de otra hasta que la dinastía Ming acaba siendo derrocada y sustituida por la Qing, poniendo fin a un linaje milenario.

Tres carabelas, un virus, y unos incendios anuales fueron, afirma Mann, si no responsables directos, sí actores protagonistas de unos desbarajustes climáticos que causaron convulsiones políticas por todo el globo. El escritor estadounidense también aborda en 1493 otras transformaciones a las que se vieron sometidos nuestro planeta y las sociedades que en él habitaban, desde la popularización del esclavismo —incentivado por la resistencia de las poblaciones africanas a la malaria en comparación con los europeos y los indígenas americanos— hasta la globalización económica, que se puso en marcha con la conquista de Filipinas por parte de Miguel López de Legazpi, fundador de Manila y responsable de establecer la ruta comercial por la vía del Pacífico con China.