Joan Arqué y Xavi Lozano en un momento de 'El diablo cojuelo'. Foto: David Ruano

Joan Arqué y Xavi Lozano en un momento de 'El diablo cojuelo'. Foto: David Ruano

Teatro

Un Mayorga 'clown' vuela con el diablo cojuelo de Vélez de Guevara

La CNTC presenta en La Comedia la versión de este clásico del siglo XVII que ha escrito el dramaturgo y que ponen en escena los payasos de la compañía Rhum

14 abril, 2022 03:09

La alianza entre los payasos de Rhum y Juan Mayorga empezó mal. Quedaron para verse en Madrid. En un hotel. Y sucedió que en la calle donde estaba había dos con el mismo nombre. Así que les costó encontrarse por tan curioso motivo. Aunque, pensándolo bien, una confusión como esa podría interpretarse como el comienzo adecuado para lo que estaban gestando. Que era armar un montaje en clave clown a partir de la novela de Luis Vélez de Guevara El diablo cojuelo. Publicada en 1641, la protagonizaba este travieso habitante del infierno muy dado a la juerga, la sátira y la picaresca.

Era ya un texto de complejo acceso para los lectores del Siglo de Oro. No olvidemos que Vélez de Guevara se inscribe en la corriente barroca del Conceptismo, muy dada a las polisemias y juegos lingüísticos que comprometían la legibilidad de cara al vulgo. Pero aquí entra la mano de Mayorga (Madrid, 1965) para trasvasar la obra a nuestro siglo XXI. El autor de El chico de la última fila fue el que la puso sobre la mesa después de que Jordi Martínez y Joan Arqué le plantearan a su vez hacer un trabajo conjunto con Rhum.

“Se la propuse porque El diablo cojuelo contiene, además de mucho teatro, mucha locura, y ellos son maestros en lo uno y en lo otro. Es una mala obra genial. Mala en el sentido de que parece hecha a saltos, como sin plan. Genial la abras por donde la abras”, explica Mayorga. La trama parte del encuentro entre la ‘maléfica’ criatura, primera en caer del cielo tras la revuelta de los ángeles, y un estudiante que la saca de la redoma donde un mago la había recluido. El demonio, agradecido, le permite asomarse a la intimidad de sus conciudadanos. ¿Cómo? Pues mediante una técnica similar a la de la 13, Rue del Percebe de Ibáñez: levanta los tejados de las casas para cultivar el voyerismo sin obstáculos físicos.

Entre el fracaso y la comicidad

Es uno de los hallazgos que a Mayorga le empuja a tildar la obra de genial. Él, en su versión –“muy libre pero también muy respetuosa”– , introduce un giro metateatral: la compañía Rhum se representa a sí misma en el intento de escenificar el clásico de Vélez de Guevara. De modo que se trenzan dos planos: la historia original y la trastienda del montaje de unos payasos que quieren trascender su condición habitual estampando en el currículum una pieza áurea. Pero en todos sus preparativos bordean el fracaso, suscitando la comicidad.

Ester Nadal ejerce como directora de –la definición es suya– “esta pepitoria” que marida la prosa conceptista barroca y el clown contemporáneo. “Me leí la novela (con el diccionario al lado...), luego la obra de Mayorga y el resultado me fascinó y amedrentó a partes iguales. Buenos ingredientes para decir: '¡Vamos allá!'”, recuerda. En la puesta en escena que ha tejido, los payasos Senyor Arquetti, Giuliani, Lozano, Martines, Paganini y a Piero juegan entre ellos y también entre el público. De entrada, los viste con jubones, gorgueras y capas, un código indumentario ajeno del que se van desmarcando poco a poco. Mayorga está feliz con el resultado: “He gozado cada minuto de esta aventura, una de las más bellas desde que estoy en el teatro”.