Un momento del montaje de 'Enemigo del pueblo' de Rigola. Foto: Miguel Lorenzo / Les Arts

Un momento del montaje de 'Enemigo del pueblo' de Rigola. Foto: Miguel Lorenzo / Les Arts

Ópera

Francisco Coll y Àlex Rigola, "enemigos del pueblo": reinventan el clásico de Ibsen en clave de ópera

El tándem estrena en Les Arts una adaptación del texto del dramaturgo noruego que en febrero llegará al Teatro Real.

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"Estoy de acuerdo con Borges: el concepto de arte comprometido es en realidad una ingenuidad". Francisco Coll (Valencia, 1985) se sacude rápido las posibilidades de interpretar su versión operística de Un enemigo del pueblo, la obra de Henrik Ibsen, en alguna clave ideológica concreta.

Sus intenciones como compositor no van por esa vía. Pero es inevitable acercarse a esta pieza sin detonar conflictos que interpelan nuestra convulsa actualidad. Y es consciente: "En la ópera existe una creciente tensión entre dos perspectivas opuestas, la político-económica y la científico-médica", concede en segunda instancia a El Cultural antes de estrenar, este miércoles 5 de noviembre en el Palau de les Arts (en febrero llegará además al Teatro Real), su trabajo.

Suyo y de Àlex Rigola (Barcelona, 1969), que firma el libreto y la dirección de escena, lo que supone para él un retorno al texto del dramaturgo noruego. Recuerden aquel montaje de Un enemigo del pueblo que presentó en el Teatro Pavón en 2018.

En él, transformaba la platea en una asamblea (propuesta que, todo sea dicho, no terminó de convencer) y jugaba, más que a representar el clásico, a contarlo a través de los actores (Irene Escolar, Israel Elejalde…). Con la cuarta pared hecha añicos desde el principio.

Esta vez, sin embargo, abandona en gran medida la metateatralidad y se dispone a servir al público la pieza ibseniana por derecho.

Una obra de 1882 en la que el autor nórdico expone un pulso entre dos hermanos, el doctor Tomás Stockmann (lo encarnará el vigoroso barítono José Antonio López) y el alcalde de una localidad cuyo motor económico es un balneario, Pedro Stockmann (en la voz de tenor lírico amplio Moisés Marín, que lucirá en Valencia galones protagónicos merecidos).

El primero ha descubierto que, por un burdo error en la instalación de unas tuberías, las aguas que llegan a los baños de la infraestructura recreativa están infectadas, rebosantes de bacterias. La denuncia de este hecho coloca al médico en la picota por los intereses creados en torno a la gallina de los huevos de oro de la localidad.

¿Cómo vamos a cerrarlo durante dos años para acometer las obras que subsanen el problema? ¿Qué comeremos durante ese lapso? Será la ruina. Es la conclusión unánime de los habitantes. Así que la solución por la que se decantan es la de estigmatizar al aguafiestas, amén de mirar para otro lado, algo que hará también el director del periódico local.

Son, pues, los dos polos enfrentados a los que aludía al principio Coll, que Rigola, debutante en la escritura de un libreto lírico, explota para lanzar cuestiones incómodas.

Àlex Rigola y Francisco Coll, durante los ensayos de 'Enemigo del pueblo'. Foto: Miguel Lorenzo / Les Arts

Àlex Rigola y Francisco Coll, durante los ensayos de 'Enemigo del pueblo'. Foto: Miguel Lorenzo / Les Arts

"¿Cómo se ha de comunicar una verdad científica y racional cuando se enfrenta a un discurso emocional como el que esgrime el alcalde para eludir el camino más difícil y costoso? Esto lo vemos hoy cada día, en las redes sociales, sobre todo con los jóvenes, manipulados con un aluvión de mensajes emocionales… Los que tenemos hijos sabemos lo complicado que es luego hacer valer otras ideas diferentes a las que les han inoculado ahí, durante horas de exposición a esas fuentes", apunta el regista barcelonés.

Por otro lado, surge un debate sobre la virtualidad moral de la democracia, que en este caso —en el que los lugareños votan si declarar al doctor "enemigo del pueblo"— es una herramienta para orillar al hombre que está pronunciando las verdades del barquero.

"En las redes vemos cómo se imponen los mensajes emocionales sobre los racionales”, Àlex Rigola

"Cabe preguntarse si no habría que exigir unos mínimos conocimientos para ejercer el derecho al voto, o un mínimo de inteligencia… Pero es que ese derecho, el sufragio universal, es la máxima garantía de la igualdad: el voto vale lo mismo independientemente del cociente intelectual, de la posición socioeconómica, de la raza…", añade Rigola, que aspira a que todas estas reflexiones se prolonguen una vez terminada la función.

Para confeccionar el libreto, tuvo presente otra referencia literaria, la novela Jaws (1973), de Peter Benchley, inspirada también en Un enemigo del pueblo de Ibsen y base para Tiburón (1975), la película de Steven Spielberg. "La historia no cambia: un pueblo turístico enfrentado a un mismo dilema, en el que en realidad todos hemos estado alguna vez".

Rigola fue escribiendo mientras sostenía un diálogo fluido con Coll. Iban consensuando detalles y así crecía el libreto, sobre cimientos acordados. Cuando estuvo listo, el ganador del último Premio Nacional de Música recogió el guante y empezó con su parte.

El versátil compositor valenciano, que ya estrenó en Les Arts el microdrama Café Kafka, ha seguido una enseñanza de su colega Arvo Pärt para trazar el discurso sonoro de Enemigo del pueblo (en su versión desaparece del título original el 'Un'): en arte todo es posible, pero no todo es necesario. Admirador de Thomas Adès, "una inteligencia musical superior", se reclama a su vez heredero de Ligeti, Berg, Janácek, Sibelius, Victoria…

En Enemigo del pueblo, donde también estará al frente de la Orquesta de la Comunidad Valenciana, despliega una paleta de colores más amplia y hace gala de nuevo de una vocación omnívora ante la partitura, que alcanza aquí hasta los dominios del pasodoble.

Esto último tiene maravillado a Rigola, que en la escenografía juega a un realismo simple y diáfano. De fondo, se verán unas proyecciones gigantescas de un cielo marítimo que avanza desde los tonos de intenso azul diurno a los rojizos del atardecer, trasunto de la caída en desgracia de Pedro.

Los personajes transitan sobre la arena aunque, en realidad, la acción transcurra en espacios cerrados como el estudio del doctor Stockmann. No estarán las paredes físicas. Serán una convención imaginada a la que inducen los cantantes con su actuación. Estos hablan de un mar contaminado por las filtraciones de unas macrogranjas.

Todo es muy contemporáneo, aunque también todo remita a una dialéctica perenne en la historia de la humanidad: la ambición pecuniaria frente a la moral cívica.