Portada de 'West End Girl' de Lily Allen con ilustración de la española Nieves González.

Portada de 'West End Girl' de Lily Allen con ilustración de la española Nieves González.

Música

Los discos de octubre: la venganza pop de Lily Allen y el rock barroco de The Last Dinner Party

Destaca también lo nuevo de Florence + The Machine, la cantautora mexicana Silvana Estrada y la rapera estadounidense Princess Nokia.

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West End Girl

Lily Allen

Lily Allen parece tener más preguntas que respuestas en su último álbum, el primero en siete años. West End Girl es una autopsia de su malogrado matrimonio con el actor David Harbour (Stranger Things) escrita desde la premura del dolor. 

La pérdida, la inseguridad y la incertidumbre vertebran el álbum, compuesto tan solo en 10 días, que se aleja de esa ligereza revanchista de It's Not Me, It's You (2008), disco al que homenajea aquí con la canción Fruityloop. 

En su nuevo disco la cantante británica se muestra más frágil, aireando sus conflictos conyugales, marcados por la infidelidad y la traición, en una confesión pública sin filtros.

"Juguetes sexuales, tapones anales, lubricante dentro. Cientos de preservativos; estás tan jodidamente roto. ¿Estoy mirando a un adicto al sexo? ¿Cómo acabé atrapada en tu doble vida?", se lamenta en Pussy Palace, la canción más descarnada del disco. 

Madeleine recuerda al westeriano Jolene de Dolly Parton, con sus ruidos de escopetas y un tenso enfrentamiento con la querida de su marido, que acaba sonando más a una súplica que a un verdadero reto. 

"Miro mi reflejo, me siento tan cansada, tan envejecida. He reservado un lifting, preguntándome cuánto tiempo durará el efecto. Te entregué todo mi poder, mi imagen vista a través de tus ojos", canta en Just Enough, muestra de que Allen no teme en mostrar sus inseguridades.

Con un sonido pop sofisticado, con toques de música electrónica ambiental, la cantante mantiene el registro de sus anteriores álbumes, priorizando su historia.

Así, el disco es un valiente salto al vacío con el que Allen es capaz de reconstruirse a sí misma.

Girls

Princess Nokia

Su brillante debut, hace ya nueve años, la consolidó como una de las grandes raperas de su generación, cuyo legado se ve hoy en artistas como Little Simz y en el valioso y, lamentablemente, escaso trabajo de Gatta Catana. 

La provocación y la rabia de 1992 (2017) —con las imprescindibles Tomboy y Kitana—, no ha decrecido con los años, en los que Princess Nokia ha continuado sacando hasta cuatro discos (I love you but this is goodbye, Everything is beautiful, Everthing sucks y Metallic Butterfly), igual de rebeldes pero algo más descafeinados. 

Sin embargo, con Girls, publicado este octubre, la neoyorquina Destiny Nicole Frasqueri parece haber regresado a la ira artística de sus inicios, para parir un álbum profundamente feminista.  

"Respeto a todo el mundo, pero soy quien mejor me conoce. No me gusta trabajar con compositores ni con muchos productores. Escribí todo este álbum yo sola en el espacio de un año y es el mejor álbum que he hecho nunca. Sé lo que hago, confío en mi proceso", cuenta ella misma en la última canción el álbum, ArtStar. 

En sus letras, la moda y el lujo—con referencias a Phoebe Philo o Gucci—se mezcla con el universo cinematográfico de David Lynch ("He pasado por demasiado, cariño, me siento como Laura Palmer", canta en Blue Velvet, canción que encapsula el espíritu feroz del disco) y con el universo femenino. 

Siendo este tan amplio, Nokia juega a mezclar esos iconos femeninos aparentemente superficiales —como el té Matcha o la serie Gossip Girl— con otros elementos intrínsecamente femeninos, pero mucho más pegajosos e incómodos, como la sangre menstrual (presente hasta en la portada del disco) y el abuso sexual ("Esto va por mi violador y todos mis abusadores. Puede que hayas engañado al mundo, pero yo te veo tal y como eres").

“Soy muy femenina y también muy violenta”, dice en Medusa, una idea central de un disco, producido con crudeza y sensibilidad, sin demasiadas capas, e inspirador en estos tiempos inciertos para el feminismo, que busca celebrar a todas las mujeres.

 A las femeninas, a las tomboy, a "las que se pudren en la cama todo el día y las que van a pilates y yoga", canta en Matcha Cherry, "Yo estoy en algún punto intermedio entre ambas, y me encanta ser una chica, no hay nada más en este mundo que quisiera ser". 

The Last Dinner Party 

From The Pyre

The Last Dinner Party han insuflado aire fresco a una escena de rock británica que, tras años de sequía, parece más viva que nunca —gracias también a bandas como Wet Leg, Wolf Alice, Fontaines D.C, Sam Fender o Wunderhorse—. 

En 2023, su single Nothing Matters triunfó entre la jungla inexplicable de los algoritmos de TikTok. No tenían todavía ni un disco y ya giraban por toda Europa, derrochando carisma con su "rock barroco" y su estética entre romántica y gótica.

Su debut tan esperado, Prelude to Ecstasy (2024) fue uno de los discos del año y superó todas las expectativas vertidas en estas cinco veinteañeras del sur de Londres. 

Solo un año después, regresan con From The Pyre, cuya portada, inspirada en el complejo Jardín de las delicias, adelanta el carácter simbólico y teatral del álbum.  

Brujas, santos, demonios, pecadoras y mártires son los protagonistas de esta misa profana, donde lo religioso —que no es solo cosa de Rosalía—, y lo femenino conviven y arden juntos.  

La cantante Abigail Morris (una frontwoman incontestable) sostiene en brazos un corderillo que da nombre a la primera canción del disco, Agnus Dei, el cordero de Dios, figura cristiana de redención, pero al mismo tiempo sugiere un sacrificio pagano.

El tono burlesco y erótico de sus letras se entremezcla con la iconografía cristiana, como una metáfora de poder, en algunas de las mejores canciones del álbum como Second Best, This is the Killer Speaking o Riffle, cuya fuerza oscura recuerda a Evanescence. 

Producido por Markus Dravs (colaborador de Arcade Fire y Florence + The Machine), el disco se sostiene a través de guitarras, órganos, teclados y sintetizadores, así como coros litúrgicos y angelicales que dan ese aura sacro al álbum. 

No hay innovación ni sorpresa en este segundo disco, que formalmente se acerca al debut — comprensible dado el poco de composición entre ambos—, pero sí que las reafirma como una de las bandas más interesantes del momento. 

Everybody scream

Florence + The Machine

Florence Welch, alma y vocalista de Florence + The Machine, tuvo un aborto espontáneo una semana antes de un concierto. Cuando llegó el día, todavía con dolores, se tomó un ibuprofeno y salió al escenario.

Días después tuvo que ser operada de urgencia por un peligroso aborto ectópico por el que perdió una trompa de Falopio. De esa experiencia tan cercana a la muerte nació Everybody Scream, su sexto álbum y el primero desde Dance Fever (2022).

"Lo más cerca que estuve de crear vida fue lo más cerca que estuve de la muerte y sentí como si hubiera atravesado una puerta y me encontrara en una habitación llena de mujeres gritando". 

De este modo arranca su nuevo disco, con Welch vestida de rojo sangre rodeada de brujas mientras canta sobre la relación casi adictiva entre ella, el escenario y sus fans, que parece un recuerdo de esa noche fatídica. "¿Cómo puedo dejarte cuando gritas mi nombre?", se pregunta en la canción homónima del álbum, el más personal hasta ahora. 

Welch, cuya música respira una feminidad andrógina, continúa explorando el misticismo religioso (The Old Religion), la brujería y los símbolos ancestrales como una forma de transformación personal. 

"En tiempos de gran caos o cambio, la gente suele recurrir a lo gótico. Estaba pensando en Frankenstein de Mary Shelley o las hermanas Brontë", aseguró la artista en una entrevista. 

Desde la madurez de llevar más de 15 años haciendo música—comenzó con 22 y ahora tiene 39— Welch se permite cuestionar los privilegios masculinos en la industria.

"Debe ser agradable ser hombre y hacer música aburrida solo porque puedes", canta con provocación en One of the Greats, canción que cuenta con la composición y la guitarra de Mark Bowen de IDLES y que recrea en su videoclip la figura de tótems como Bob Dylan.

Un disco hambriento, hechizante, terrenal y espiritual al mismo tiempo, que ratifica a Welch como una artista con una fuerza sacada de algún sitio inalcanzable para los mortales. 

Vendrán Suaves Lluvias 

Silvana Estrada

La voz de Silvana Estrada ha llegado con fuerza desde México. Tras dos álbumes Lo Sagrado (2017) y Marchita (2022), con los que tomó el relevo de Julieta Venegas o Natalia Lafourcade, publica ahora Vendrán Suaves Lluvias (2025).

Tras la dolorosa pérdida de su mejor amigo, la joven cantautora compone un álbum inspirado en el cuento de Ray Bradbury, donde la tristeza por la muerte da paso a la alegría y la celebración de la vida.

Sin artificios y con delicadeza, Estrada va meciéndonos a través de canciones que exploran la esperanza y de cómo la naturaleza ("Donde no crecen flores, yo no canto") y los vínculos con los demás ayudan a sanar y reconciliarse con lo vivido.

Canciones como Un Rayo de Luz ("Cómo será de hermosa la muerte que nadie ha vuelto de allá") reflejan una calidez y una luminosidad, que contrasta con el sonido más oscuro de sus primeros trabajos. 

El disco, producido por ella misma, está enriquecido con la compañía de una orquesta formada por el violinista Owen Pallett y el pianista Roberto Verástegui, ambos arreglistas. 

Con él, Estrada se reafirma como heredera de grandes cantautoras latinoamericanas y comparte camino con voces jóvenes como Valeria Castro y Rita Payés