Decenas de personas observan la portada del nuevo álbum de Rosalía, 'Lux', en la plaza de Callao, a 20 de octubre de 2025. Rosalía. Foto: Carlos Luján / Europa Press

Decenas de personas observan la portada del nuevo álbum de Rosalía, 'Lux', en la plaza de Callao, a 20 de octubre de 2025. Rosalía. Foto: Carlos Luján / Europa Press

Letras

Rosalía lidera el retorno del arte hacia la religión: fe desobediente y mística sin Iglesia

Con el fantasma de la nueva ola reaccionaria, autores como Byung-Chul Han, Jon Fosse o Simon Critchley también reivindican el misticismo de autoras como Simone Weil.

Más información: Crítica del último libro de Byung-Chul Han: el pensador estrella se rinde a Dios en su diálogo con Simone Weil

Publicada
Actualizada

La potente imagen de Rosalía vestida de monja y rodeada de fieles en la Plaza de Callao de Madrid ha suscitado uno de los debates culturales más polarizados de los últimos años.

Hay quienes ven una ola reaccionaria y conservadora, otro síntoma más del auge de la ultraderecha que azota Occidente, y quienes pronostican un nuevo símbolo de un momento desesperanzador donde los dogmas del neoliberalismo han sido derrotados.

Sea como fuere, no pasa inadvertido el renovado interés cultural por la simbología religiosa, que se ha intentado resignificar, del mismo modo que lo castizo, a través de la estética.

No es precisamente el caso de la artista catalana, quien siempre ha explorado esta simbología en sus primeros trabajos, desde Los Ángeles (2017) y El mal querer (2018), hasta Motomami (2022), más allá de lo puramente estético.

Pero en Lux, su esperado nuevo disco, se adentra en el profundo terreno del misticismo como motor creativo. En abril de 2023, Rosalía compartía en sus redes sociales una imagen del libro La gravedad y la gracia (Editorial Trotta), de Simone Weil.

Con su habitual olfato de prescriptora cultural y literaria, advertía entre líneas el giro místico que recorre su cuarto álbum, que saldrá el próximo 7 de noviembre.

En esta recopilación de textos, la influyente pensadora francesa reflexiona sobre cómo la vida está llena de dificultades y cargas (lo que ella llama gravedad), pero también existe un don inesperado, la gracia, que puede elevarnos y darnos esperanza espiritual, incluso en los momentos más difíciles y vacíos.

Su frase "El amor no es consuelo, es luz" es uno de los lemas que aparecen inscritos en el CD del nuevo trabajo de Rosalía. Y Berghain, primera canción del disco, refleja la idea de purificación y "decreación" de una misma, tal y como sostiene la obra de Weil.

"Tengo un deseo dentro de mí que sé que este mundo no puede satisfacer. Me he pasado toda la vida con esta sensación de vacío, de sentir que este mundo no podrá llenarlo", explicó Rosalía en el pódcast Ràdio noia, donde ofreció su primera entrevista relacionada con el álbum.

"A veces te confundes y piensas que algo material podrá llenarlo, alguna experiencia o relaciones amorosas. Pero, ¿y si estamos confundiendo este espacio? Quizá es el espacio de Dios, el espacio de la divinidad y tal vez solo él lo puede llenar. Y lo llenará si tienes la predisposición, la actitud. Él o Ella, como lo quieras llamar, te lo dará".

Ese anhelo de plenitud que expresa Rosalía conecta literalmente con la idea weiliana de que solo si aceptamos el vacío y lo que nos falta, sin buscar consuelo ni recompensa, puede aparecer algo luminoso y transformador.

Weil, una mística sin Iglesia —"está manchada de crímenes"— que rechazó la religión como una doctrina inflexible, abrazó siempre "una espiritualidad herética y subversiva, una fe desobediente", señala la escritora y crítica literaria Begoña Méndez en Místicas (Wunderkammer, 2025).

Portada de Místicas de Begoña Méndez.

Portada de Místicas de Begoña Méndez.

En este libro, Méndez esboza los perfiles de mujeres como Weil: la beguina Margarita Porete, las poetas Anne Carson y Chantall Maillard, la escritora Clarice Lispector ("una mística salvaje"), la pionera del arte abstracto Hilma af Klint o la interesantísima Josefa Tolrà, artista y médium que ejecutaba sus obras en estado de trance.

Místicas que "se atrevieron a cuestionar el orden civilizado, inventando una moralidad propia, arraigado en el amor incandescente: éxtasis sin marido, creación sin hijos y soledad sin conventos".

"Desde el principio, las místicas han vivido su religiosidad al margen del canon de la teología y han escrito liberadas de la ley de la razón, que rompe y limita el mundo en estructuras de opuestos de imposible reunión", apunta Méndez.

Fue en el silencio de Dios, cuenta Méndez, donde estas mujeres encontraron "su habitación propia", un ámbito interior donde poder escribir y encarnarse con la palabra. "La mística es soledad, pero no aislamiento".

A pesar de estar profundamente vinculada a lo femenino —como recuerda la mística islámica Rabia al Adawiyya: "Ninguna mujer pretendió nunca ser Dios", frase inscrita también en el CD de Rosalía—, la mística interpela a cualquiera que busca un espacio de contemplación y trascendencia.

Portada 'Sobre Dios' de Byung Chul Han.

Portada 'Sobre Dios' de Byung Chul Han.

Por esta vía llegó el filósofo estrella Byung-Chul Han, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, que acaba de publicar Sobre Dios. Pensar con Simone Weil (Paídos, 2025).

Han entabla también un diálogo con las ideas de la pensadora francesa y relee su obra como una brújula ética y espiritual para nuestro tiempo, proponiendo el vacío, el silencio y la trascendencia como formas de vida necesarias en una era marcada por el ruido y la hiperactividad.

Las consideraciones negativas de Han, "quien siempre ha parecido un escritor religioso", sobre nuestra sociedad tecnologizada e hiperconectada se articulan bien con textos de Weil, apunta el filósofo Álvaro Cortina en su crítica para El Cultural. "Ella, marxista heterodoxa, hablaba del hombre moderno como esclavo de sus propias creaciones".

Este mismo año —en el que Blackie Books acaba de sacar una edición de El Evangelio de San Mateo—también se ha publicado Misterio y fe (Debate, 2025), de Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023, junto al teólogo Eskil Skjeldal, donde ambos dialogan sobre la conversión, la experiencia religiosa, la mística y el vínculo entre el arte y Dios.

"Cuando leí que Kafka decía que, para él, escribir era como rezar, me di cuenta de que a mí me pasaba lo mismo", asegura en el libro. Fosse, "demasiado religioso para los políticamente radicales y demasiado políticamente radical para los creyentes", se interesa por un misticismo no dogmático, más cercano a la experiencia interior que a la doctrina.

Portada de 'Misticismo', de Simon Critchley.

Portada de 'Misticismo', de Simon Critchley.

Por su parte, el filósofo británico Simon Critchley busca en su ensayo Misticismo (Sexto Piso, 2025) rescatar el misticismo de las aguas turbias de la religión institucional.

Recorriendo la historia y la práctica del misticismo desde las figuras medievales, como Juliana de Norwich, el Maestro Eckhart y Teresa de Ávila, hasta autores modernos como T.S. Eliot y Annie Dillard o el músico Nick Cave, Critchley explica cómo la experiencia mística está viva para nosotros en el arte y la poesía, pero debemos "rechazar la privatización, subjetivación o secularización de la experiencia estética".

Critchley baja a lo terrenal la experiencia mística, como algo que podemos encontrar hasta en la música que escuchamos cada día. "La música puede atraparnos con la energía de una conversión religiosa. Hay un misticismo en la experiencia de la música, un misticismo sin Dios", esgrime Critchley.

"La música es una práctica devocional con toda su parafernalia, sus santos, sus rituales, sus comuniones, sus peregrinajes y sus reliquias sagradas. Es imposible ser ateo cuando uno escucha la música que le embarga".

Cave, uno de los grandes referentes de Rosalía, atraído por la dimensión sagrada y misteriosa de la música opina que ser ateo es perjudicial para la creatividad, y asegura leer la Biblia a diario, aunque no se considera cristiano, "al menos no la mayor parte del tiempo".

Esta visión artística y espiritual de la religión está muy presente en bestsellers como Vivir el camino de la artista (2025), de Julia Cameron o El acto de crear (2023), de Rick Rubin, uno de los productores musicales más importantes del mundo. Ambos, aunque cuestionados por su tono de "autoayuda", se han convertido en Biblias para los artistas.

Fue precisamente en el pódcast de Rubin (Tetragrammaton, nombre utilizado en el Antiguo Testamento para referirse a Dios) donde Rosalía contó en 2023 que ya tenía su próxima era resumida en las notas del móvil.

La artista catalana, excelente termómetro de la industria musical, llevaba un tiempo advirtiendo que su próximo disco se acercaría a lo celestial, pero no ha sido la única.

Rigoberta Bandini se convirtió en Jesucrista Superstar (2025) en su último disco, Lily Allen también se ha vestido de monja para protagonizar su venganza amorosa en un descarnado nuevo álbum West End Girl (2025), las británicas The Last Dinner Party utilizan el Agnus Dei como símbolo de su rock barroco y Cameron Winter, el mesías rock de la generación Z que ha alumbrado uno de los discos del año (Getting Killed), proclama: "God is real, God is actually real".

En lo audiovisual, Alauda Ruiz de Azúa y Los domingos, su película sobre una joven que quiere ser monja de clausura, también ha avivado el debate sobre el regreso conservador de la religión, aunque no intencionadamente.

"Como no soy creyente, la hipótesis de la divinidad me cuesta compartirla", aseguró la cineasta a El Cultural, para quien era importante liberar a la película de cualquier dogma.

"Me preocupaba tomar un camino fácil, complaciente, que condujera a un debate ideológico sobre lo religioso muy binario, que solo complaciera a un determinado punto de vista. Pero a medida que iba recopilando historias y testimonios, me daba cuenta de que había algo realmente profundo por explorar".

El filme, en el que todos los personajes están en su propia clausura, encerrados en sus respectivos dramas personales, reflexiona sobre el papel de la fe en la educación, el desencanto con el progreso y cómo la polarización de la sociedad acaba colándose en nuestras propias casas.