David Afkham en el Auditorio Nacional. Foto: Rafa Martín

David Afkham en el Auditorio Nacional. Foto: Rafa Martín

Música

David Afkham inaugura su última temporada al frente de la Orquesta Nacional con la obra maestra 'Wozzeck'

El director, que ha hecho un gran trabajo durante su década en Madrid, presenta la ópera de Alban Berg en versión de concierto este fin de semana.

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Importante es que la Orquesta Nacional inaugure con la ópera Wozzeck de Alban Berg la que va a ser la última temporada como titular de David Afkham, que no cabe duda de que durante un par de lustros ha trabajado bien en este podio y donde, hay que reconocerlo, se ha fogueado como director en busca de una madurez que ya parece cercana.

En ese tiempo, el músico alemán ha programado con inteligencia –durante bastantes años en connivencia con el gerente Félix Palomero– siguiendo una estela marcada en ciertos aspectos por el anterior titular, Josep Pons.

Nos hicimos eco aquí, al resaltar los hitos musicales de la temporada, de este Wozzeck. La ópera citada inaugura el primero de los apartados o líneas temáticas en las que se apoya la temporada: El mundo de ayer.

Wozzeck es una obra maestra que esencializa, y en algunos aspectos proyecta al reino de lo metafórico, el drama original del dramaturgo alemán Georg Büchner, dándole una densidad y una profundidad extraordinarias, sin dejar de mantener las constantes que lo definen y que lo convierten en una acerada crítica a una sociedad injusta, lo que era vigente tanto en 1837 como en 1925.

La crítica literaria de inspiración comunista, la de Lukács, reivindicó a Büchner como “revolucionario plebeyo”. Otros no han dudado en percibir en su drama juvenil las premisas del fascismo.

No iríamos nosotros tan lejos y, en todo caso, no aplicaríamos estas consideraciones a la ópera de Berg, que es, sobre todo, un drama musical condensado, que hace desfilar ante nuestros ojos, como en una serie de secuencias cinematográficas, todo un cúmulo de situaciones, presentadas de forma magra y concisa, servidas por una música fulgurante, enjuta.

Al contrario que el drama original, es de una claridad expositiva única y dotada de una incandescencia fuera de norma que nos hace meternos de cabeza en las redes de la emoción.

Asombra la habilidad de Alban Berg para calar en el drama y dibujar tan certeramente a los personajes

Asombra la habilidad del compositor para calar en el drama y dibujar tan certeramente a los personajes, lo que hace desde unos planteamientos y unas reglas que acaban por edificar una arquitectura de un refinamiento y de una destreza extraordinarios.

Cada uno de los tres actos posee una construcción propia que se inspira en un dispositivo de endiablada perfección, en formas musicales antiguas. Por ejemplo, las cinco divisiones del primer acto son denominadas por el autor –que escribió también el libreto– Piezas de carácter; la primera, por abundar en la complejidad de la trama, que lleva el título de Capitán, es a su vez una suite de cinco movimientos: Preludio, Zarabanda, Giga, Gavota y Aria.

Parecen existir buenos mimbres para que la interpretación, partiendo de las reconocidas capacidades de Afkham, llegue a buen puerto. La parte del protagonista estará en la voz de Martin Winkler, un bajo-barítono de buen espectro vocal a quien hemos visto más de una vez en el Real, sobre todo en personajes wagnerianos. Puede dar buen juego en el atribulado personaje de Berg.

Lise Lindström, soprano lírica de gran aliento, dará realce a Marie. El tenor Jürgen Sacher será el Capitán y el bajo Stephen Milling, también conocido entre nosotros, el Doctor. La siempre inteligente y sutil Susana Gómez, discípula del añorado Gustavo Tambascio, es la creadora del orientativo concepto escénico.