La soprano Maite Alberola en el montaje de Giancarlo del Mónaco de 'Pepita Jiménez'. Foto: Gemma Escribano/Teatro de la Zarzuela

La soprano Maite Alberola en el montaje de Giancarlo del Mónaco de 'Pepita Jiménez'. Foto: Gemma Escribano/Teatro de la Zarzuela

Ópera

Las tentaciones de 'Pepita Jiménez' hierven en el Teatro de la Zarzuela

Giancarlo del Monaco firma un nuevo montaje de la ópera basada en el clásico de Valera. Recupera para ello los arreglos de Sorozábal a la versión original.

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Una de las grandes apuestas de la temporada del Teatro de la Zarzuela es la ópera Pepita Jiménez de Albéniz, que vuelve a este escenario 61 años después de que se estrenara en él. Se exhibirá, como en aquella ocasión, el arreglo que sobre ella practicara Pablo Sorozábal, quien entonces se situó también en el foso batuta en mano.

La versión original se estrenó en el Liceu en 1896 en traducción italiana del libreto inglés de Money-Coutts. Se reestrenaba un año más tarde, con el añadido de un segundo acto, en Praga, en traducción alemana. 1905 fue el año de la definitiva orquestación, acogida por la Moneda de Bruselas.

Modernamente, José de Eusebio, auténtico apóstol del compositor, realizó y grabó una edición crítica ateniéndose a la voluntad del músico. En el arreglo de Sorozábal los pentagramas se retocan y el final primigenio es sustituido por otro en el que Pepita se suicida y el seminarista vuelve al seminario para ordenarse.

En 1996 Peralada y el mismo teatro madrileño representaban un nuevo arreglo, este de Josep Soler, de signo camerístico, que introducía instrumentos de percusión escasamente albenicianos. En 2013 los Teatros del Canal pusieron en pie por fin la versión original dirigida en lo musical por José Ramón Encinar y en lo teatral por Calixto Bieito.

La nueva visión escénica de la partitura Albéniz /Sorozábal se debe a Giancarlo del Monaco, que ve ventajas en el enfoque del autor de La tabernera del puerto, donde se propone "un final mucho más dramático que da a un director de escena la posibilidad de abrir una coda mucho más interesante".

"La música –apunta– es muy buena y, si tenemos el coraje de penetrar en el alma de la gente, se encontrarán sorpresas de gran crudeza".

El regista admite que la obra contiene "multitud de momentos: veristas, de abstracción, surreales y extremadamente dramáticos. Es un estilo similar a Las golondrinas [de Usandizaga], que tampoco era solo una ópera verista de gran lirismo ya que, como en nuestra Pepita, en ciertos momentos orquestales también es muy impresionista".

"La música es muy buena y, si tenemos el coraje de penetrar en el alma de la gente, habrá sorpresas"

Lo que no evita, claro, que lo hispánico o lo folclórico jueguen un papel, aunque no tan importante como se podría creer. Otra cosa es comprobar hasta qué punto el libreto de Money-Coutts se ajusta a la novela de Valera. Y esto queda claro: "He tenido que leerla en diferentes ocasiones. Hay muchas diferencias y cosas que no aparecen en el espectáculo. Y otras que sí".

Del Monaco, que conoce poco del teatro musical de Albéniz, ha trabajado en este espectáculo "como si se tratase de una ópera cualquiera, no me he basado en otras obras españolas, simplemente lo he tomado como si fuese un drama psíquico de una persona que en este caso se llama Pepita".

Para ello cuenta con un reparto muy bien elegido para las representaciones –14 en total, entre el 1 y el 19 de octubre–. El personaje central se lo disputan tres sopranos bien distintas: Ángeles Blancas, fogosa y dramática; Carmen Romeu, de lirismo sobrio y pleno, y Maite Alberola, de sustanciosos reflejos.

Los dos tenores son el italiano Leonardo Caimi, de atractivo vibrato, y el mallorquín Antoni Lliteres, algo más denso y recio. Andan bien por la zona alta. En el foso estará el siempre seguro y musical, tranquilo y sobrio, Guillermo García Calvo.