Un momento de 'La verbena de la Paloma'. Foto: Javier del Real

Un momento de 'La verbena de la Paloma'. Foto: Javier del Real

Música

'La verbena de la Paloma': suena de nuevo el 'himno' del casticismo madrileño

El clásico de Tomás Bretón vuelve al Teatro de la Zarzuela de la mano de Nuria Castejón en un montaje prologado por una pieza de Álvaro Tato.

8 mayo, 2024 02:02

Hace 11 años que el Teatro de la Zarzuela puso en escena La verbena de la Paloma, una de las obras más famosas de nuestro género lírico. Fue en una celebrada puesta en escena de José Carlos Plaza, que se completaba con la recuperación de Los amores de la Inés, de Manuel de Falla.

El coliseo madrileño aborda de nuevo el magistral sainete de Bretón, ahora en una nueva producción firmada por Nuria Castejón, miembro de una famosa dinastía lírica. La nueva aventura, que se estrena este miércoles, se replantea en combinación con un prólogo ingeniosamente ideado por Álvaro Tato una suerte de evocación de la última noche del Teatro Apolo, el 30 de junio de 1929. Días después sería demolido.

Ese añadido, titulado precisamente Adiós, Apolo, viene a ser, señala Tato, “un homenaje a todo un género, una época, una profesión y un público”. Una muy justa rememoración que nos sitúa en la mejor situación de escuchar de inmediato el glorioso sainete de Bretón, que había visto la primera luz en el histórico teatro el 17 de febrero de 1894.

En 'La verbena de la Paloma' hay momentos realmente operísticos, como la canción de Julián y su posterior recitativo con la Señá Rita

La partitura, que servía un acertado libreto de Ricardo de la Vega, enjundioso y costumbrista, siempre se ha considerado una de las obras maestras de nuestro teatro musical.

Bretón supo construir una especie de precipitado de estilos vocales e instrumentales diferentes, que tiene su mejor pórtico en el famoso Preludio, inaugurado por un fulgurante presto rápidamente abortado con un expectante y sorprendente silencio que da paso a la sucesiva exposición de algunos de los principales temas que se van dibujando a lo largo de la acción: la inicial melodía del soliloquio de don Hilarión, sus famosas coplas (Una morena y una rubia), la no menos célebre ¿Dónde vas con mantón de manila? que se combina en contrapunto magistralmente con un línea melódica de cálida desenvoltura…

Nos decía en su día la musicóloga Elena Torres que, como era habitual en el sainete, Bretón nos propone “un compendio de melodías populares y urbanas, auténtico decorado sonoro del Madrid de la época. Basta recordar las archiconocidas seguidillas Por ser la Virgen de la Paloma o la citada habanera ¿Dónde vas con mantón de Manila?”.

Y como el compositor provenía del ámbito operístico, aportó algunas propuestas innovadoras en ese terreno popular y trazó unos pentagramas desusados en ese ambiente.

Hay momentos operísticos, como la canción de Julián y su posterior recitativo con la Señá Rita; o insólitos conjuntos de magnífica elaboración polifónica en el tratamiento diferenciado de los personajes (quinteto); o pasajes cómicos dentro de la tradición de la ópera bufa italiana. Aspectos en los que incide el también musicólogo Víctor Sánchez en el extenso artículo incluido en el programa de mano de la nueva producción.

Estima que la riqueza musical no se limita a los elementos más operísticos, también juega con el paisaje sonoro del Madrid de los barrios bajos, especialmente en el segundo cuadro ante el Café de Melilla.

“Dos ejemplos de uso diegético salen del café para participar en la acción: escuchamos lo mismo que podrían escuchar los personajes. Primero una muestra del flamenco que sonaba en el Madrid de finales del XIX; después, una mazurca, una de las populares danzas decimonónicas”.

Todo un rosario de hallazgos musicales que serán tratados por la ágil, clara y desentrañadora batuta de José Miguel Pérez Sierra, actual director musical del Teatro de la Zarzuela. Artista vigoroso, que está en el secreto de la fusión de voces y orquesta, y en el del trazado de una línea continua y ligada sin desconocer los múltiples accidentes de los pentagramas.

['La verbena de la Paloma': la fantasía que marcó la historia de la zarzuela]

A sus órdenes se ha dispuesto, un conjunto de voces bien orientadas y expertas en estos cometidos presididas por las del veterano y versátil tenor Antoni Comas. Es cantante bragado y hábil. Su voz, de timbre no específicamente bello, puede ser la ideal para vestir y caracterizar al personaje, otras veces cantado, indebidamente, por barítonos.

Su amigo Don Sebastián será, como es lógico, otro tenor, este algo más ligero, un estupendo caricato, Gerardo López. Julián será cantado por el tan flexible y bien timbrado barítono lírico Borja Quiza, la Señá Rita por la experta y siempre expresiva soprano, con tantos años en las tablas, Milagros Martín. Carmen Romeu y Ana San Martín parecen muy adecuadas para las partes de Susana y Casta, “una morena y una rubia”.

Gurutze Beitia dará vida a la Tía Antonia. Otros once cantantes completan el amplio reparto, algunos de cuyos principales miembros intervendrán en el Prólogo. Todos bajos las órdenes teatrales de la citada Nuria Castejón, autora asimismo de la coreografía.