Música

Ópera en los Balcanes

Saariaho y Maalouf estrenan Adriana Mater, la creación del año

30 marzo, 2006 02:00

L'amour de loin en la reciente reposición del Chatêlet de París. Foto: M.N. Robert / Châtelet

La Ópera de París presenta el 30 de marzo Adriana Mater, el segundo título de la finlandesa Kaija Saariaho, en lo que se considera el estreno lírico del año. El libreto, firmado por el escritor Amin Maalouf, narra la historia de Adriana, habitante de un pueblo durante la guerra de los Balcanes, que es violada por un miembro de su comunidad. El acontecimiento contará con un equipo que incluye a Peter Sellars y Esa-Pekka Salonen.

En pocas ocasiones el estreno de una ópera alcanza las portadas de los diarios. Por ello, tras el sorprendente éxito de su obra anterior, L’amour de loin, en el Festival de Salzburgo de 2000, la première de Adriana Mater, de la finlandesa Kaija Saariaho en la ópera de París es referencia para todo el mundo. No han sido tantas las óperas de la última generación las que han logrado una proyección más allá de las exigencias del estreno. Como mucho rebasan la media docena de títulos y es L’amour de loin la primera concebida por una mujer. En cinco años y después de Salzburgo, ha recorrido el Châtelet, la Opera de Santa Fe, en Estados Unidos (que agotó, hasta la reventa, las localidades), Helsinki o Berna.

En la cocina del proyecto estaba Gérard Mortier, ese astuto coctelero de talentos, que supo unir al popular escritor Amin Maalouf -bien conocido por su best-seller León el Africano-, con la Saariaho, y como cocinero del guiso, el siempre hábil y provocador Peter Sellars. Ahora, desde la ópera de París donde reina, intenta que la combinación funcione entregando además las labores del foso a Esa-Pekka Salonen (en Salzburgo fue Kent Nagano) más compenetrado con el personal lenguaje de su colega, amiga y compatriota.

Convertida en una especie de símbolo de la creación femenina, Kaija Saariaho nació en Finlandia en 1952 y es fruto, en parte, de las peculiaridades musicales de su país, de una sensibilidad especial y dotado de una estructuras educativas muy desarrolladas. Ella misma lo señala cuando afirma que "los finlandeses tenemos una estrecha relación con la música. La gente tiende a ser tímida y aislada, lo que implica asumir una particular relación a la hora de expresarnos y la música es buena para ello, aunque también hay razones prácticas porque nuestro sistema musical es fantástico y muy creativo".

Paso determinante
Es posible que su paso por el mundo de las artes visuales en la actualmente conocida como la Universidad de Arte y Diseño de Helsinki fuera tan determinante como sus estudios de Composición con el excelente pedagogo Paavo Heininen en la Academia Sibelius, que culminó en 1981. El siguiente peldaño vino en su etapa en Friburgo, donde trabajó junto a dos de los gurús de la modernidad, Brian Ferneyhough y Klaus Huber. Determinante fue su vínculo con el del IRCAM (Institut de Recherche Et Coordination Acoustique / Musique) de París, lo que le permitió incorporar sistemáticamente el ordenador a sus obras como una parte esencial de su técnica y de su sonoridad. Ella misma asume las dificultades de este trabajo y comprende que muchos autores, entusiasmados al principio con la electrónica, acaben abandonándola. "Hay cosas que no puedes realizar con los instrumentos electrónicos y entiendo por que algunas personas abandonan su uso. Pero si trabajas cada vez más y con músicos interesantes, resulta muy seductor y es excepcional".

La combinación del ordenador con los instrumentos acústicos ha permitido que, como han señalado algunos críticos, consiga algo así como una "fría belleza propia del firmamento nórdico". En alguna medida, se ha visto como una heredera de la sensibilidad y sonoridad de su compatriota Jean Sibelius. En su país fundó junto a artistas radicales como Esa Pekka Salonen o Magnus Lindberg, el grupo Korvat Auki (Oídos Abiertos), que tenía el fin de impulsar las nuevas músicas. Y si bien esta asociación no perduró, estrechó el vínculo de estos tres nombres (de hecho este último es el único creador, junto a Henri Dutilleux, a quien admira abiertamente entre los creadores vivos). Afincada en París desde 1988, casada con un compositor, Saariaho se permite una cierta libertad creadora al contar con el apoyo económico permanente de su país.

Entre sus obras más importantes hay que citar Jardin Secret I (en cinta magnetofónica, 1984), Nymphea (para cuarteto de cuerda e instrumentos electrónicos, 1987), su premiada obra radiofónica, Stilleben, (1987-88), diversas piezas orquestales, agrupadas bajo el nombre genérico Du Cristal o el concierto para violín que interpretó Gidon Kremer con la BBC Symphony.

Pese a su aparente éxito, la actitud ante la creación actual de Kaija Saariaho es de continua preocupación. De hecho, admite que hay "una fuerte presión comercial en contra de la experimentación musical y las nuevas músicas minoritarias, lo cual, en el caso extremo, podría suponer la muerte definitiva del género que yo represento, tal vez en los próximos veinte años".

Buscar en solitario
En todo caso cree que no se debe abandonar, que es preciso seguir buscando lo nuevo, en solitario si cabe. Eso no implica que conciba una música que se torne insoportable. "Soy la primera oyente de mi música. Y no me gusta sentirme aburrida". El propio hecho de afrontar una ópera era impensable para la compositora finesa. Así en 1984 había afirmado en una entrevista que jamás escribiría una ópera y denunciaba, en términos más agresivos, el género de la sinfonía clásica. Apenas seis años después parecía desmarcarse, cuando afrontaba L’amour de loin. La elección de Adriana Mater, ha venido porque "las cuestiones de amor y muerte, que preocupan toda existencia humana, son un tema mayor de la ópera. Mi deseo viene de concentrarme sobre estos temas poderosos, explorar los sentimientos musicales que ellos evocan y, a través de mi música aportar su lenguaje desconocido".

El libreto de Adriana Mater es del libanés Amin Maalouf (1949), también autor de L’amour de loin. Ganador del Premio Goncourt en 1993, novelista de prestigio, ha obtenido grandes éxitos con León el Africano o El viaje de Baldassare. La elección de Adriana Mater posee una gran fuerza dramática. Tiene lugar en un país en guerra nada difícil de asociar con alguna de las provincias balcánica en los últimos años del siglo pasado. La protagonista es Adriana, una joven, víctima de una violación. Su agresor no es un enemigo, sino un hombre de su propia comunidad, de los que tomaron las armas para protegerla de los otros. El conflicto se genera al pensar que el niño lleva dos sangres: la de la víctima y la del violador y Adriana se pregunta con angustia si será Abel o Caín. Para Maalouf no deja de ser "una cuestión que se pueden plantear todas las madres desde Eva". Esta inquietud la seguirá hasta su crecimiento . La hora de la verdad sonará cuando el niño, convertido en joven, se entera que su padre, que había huido del país al final de la guerra, está de regreso. Maalouf plantea aquí algunos interrogantes: "¿Puede haber confianza en el futuro cuando se sabe de lo que nuestros congéneres son capaces? ¿Se debe perdonar en todas las circunstancias? Y ese perdón, ¿es coraje o cobardía?".

No se han regateado medios para el montaje que presentará hoy la ópera de París. Así Peter Sellars, responsable de la producción anterior (publicada por Deutsche Grammophon) estará acompañado de Esa Pekka Salonen (ambos junto a la compositora) y con decorados del conocido escultor y arquitecto George Tsypin, una de las figuras de moda. El reparto incluye nombres como Patricia Bardon, Solveig Klingelborn y Gordon Gietz.