Image: Brel la eterna chanson

Image: Brel la eterna "chanson"

Música

Brel la eterna "chanson"

por Teresa Berganza

9 octubre, 2003 02:00

Jacques Brel

El 9 de octubre se cumplen 25 años de la muerte de Jacques Brel (1929-1978), una de las principales figuras de la chanson francesa convertido ya en un clásico. Con este motivo, el sello Barclay recupera cinco canciones inéditas, iniciativa que ha levantado una gran polémica en los países francófonos. El Cultural se une a las celebraciones con un artículo de una de sus admiradoras de lujo, Teresa Berganza, en el que reconoce las influencias recibidas del artista francés.

No me puedo creer que hace ya veinticinco años que se fuera de entre nosotros Jacques Brel. Su música ha seguido muy presente en mi vida. Más aún, si no hubiera sido una cantante de ópera me hubiera gustado ser una intérprete de sus canciones. En cualquier caso, las circunstancias de la vida y mi voluntad artística han hecho que, al final, no haya sido Dulcinea en su versión de L’homme de La Mancha sino la de Massenet en Don Quichotte. Puede que mi voz no le hubiera gustado tanto para dedicarme su talento. Pero no puedo evitar pensar qué hubiera ocurrido de haber podido colaborar juntos.

Mi primer contacto con Brel se produjo cuando yo era una adolescente, con sólo diecisiete o dieciocho años. En esa época, yo amaba con locura la música francesa, sobre todo por el idioma, que es maravilloso. Lo había estudiado en el colegio ya que en aquel tiempo el inglés sólo era para una determinada gente. Desde ese primer instante me sentí muy próxima, y me he mantenido cerca hasta ahora. Adoraba los tangos, los boleros y la canción americana de Frank Sinatra. Pero sobre todo, me moría por Brel y también por Edith Piaf. Cantaba todas esas canciones para mí, aunque con las de Brel establecí un vínculo especial. Su música parecía muy sencilla, genialmente compuesta para unos textos tan profundos que traslucen una sensibilidad extrema.

Aunque no lo conocí personalmente, esas canciones me transmiten un hombre con una personalidad muy atormentada, quizá un misántropo. Esa forma de comportarse, tan rebelde, chocaba además con la vida política y social de su época. Sus ideales de izquierda se enfrentaban con la realidad de la Francia de los sesenta. Y de ahí que se marchara, desilusionado, huyendo, a esas paradisíacas Islas Marquises.

Era un visionario de increíble lucidez que nos ha abierto su mundo a través de sus canciones. La belleza de Les fenêtres, Les vieux o Rosa sigue siendo actual. Cuando escribe Ces gens-là actúa contra el aburguesamiento de una sociedad que tanto le enfermaba. En Les Paumés du petit matin hacía una crítica a lo que él llamaba la "fauna de París". Y ¿qué se puede decir de Ne me quitte pas? Aunque no era de sus preferidas, se ha convertido en lo que mis amigos dicen que es la "mejor canción francesa del siglo XX", que ha dado la vuelta al mundo en más de veinte idiomas de la mano de Frank Sinatra, Barbara Streisand o la desaparecida Nina Simone. De origen belga, el culto a su música se ha dado sobre todo en Francia, donde es un mito que se mantiene vivo. Y yo siento que sangra en sus canciones, porque era un incomprendido, como también lo fue Bizet con el que encuentro muchos elementos en común.

Su música no es fácil, porque sus canciones tienen mucho que decir, al servicio de su palabra. De su faceta como intérprete se puede aprender mucho. Es verdad que siempre se apoyó en el micrófono, pero, cuando susurra, ¡cómo se expresa! Yo digo siempre en mis clases magistrales que en la ópera, en el lied, cuando se habla de amor, cuando se dice "te amo", hay que hacerlo al oído, susurrando y Brel nos da múltiples lecciones con su expresividad.

Sigo escuchándolo mucho. Cuando estoy triste sólo me gusta poner su música o la de Gustav Mahler. En España se le conoce poco. Sólo lo aprecia la gente que ama la chanson francesa, todo lo contrario que en Francia donde es un ídolo y está en todo los sitios. Nunca pude ir a un concierto suyo. Tantas veces me ha frustrado pasar delante de los teatros donde ofrecía recitales y yo no podía, porque tenía ensayos o me iba de viaje. Pero ahí esta´la televisión y sus maravillosos discos.

Mis amigos franceses me preguntan cuándo voy a incluir sus obras en mis programas. Y¡claro que me gustaría! Quizás, en el futuro, acabaré haciéndolo. Y es que lo adoro tanto que no lo quiero imitar. Sólo cuando lo convierta en algo mío, me atreveré. Y siempre con la duda de si le gustaría a él la forma como lo veo yo.