Image: El Festival de Otoño vuelve al frente

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Escenarios

El Festival de Otoño vuelve al frente

9 noviembre, 2018 01:00

Tratando de hacer una obra que cambie el mundo, de Marco Layera. Foto: L. R.

De un lado, varios actores sueñan en un sótano con hacer la revolución. Del otro, un disidente recuerda en una habitación sus errores de juventud. Son los protagonistas de las dos propuestas que abrirán, el próximo día 15, el Festival de Otoño: Tratando de hacer una obra que cambie el mundo y Anarquismos.

Arranca el 36° Festival de Otoño de Madrid con su formato original (esta edición sólo durará hasta el 2 de diciembre) con dos montajes estética y políticamente muy comprometidos. Unidos por la juventud de sus creadores y su pasión por las ideas, Tratando de hacer una obra que cambie el mundo -de Marco Layera (Santiago de Chile, 1977)- y Anarquismos -de Pablo Fidalgo (Vigo, 1984)- estarán, respectivamente, en los Teatros del Canal y la sala Cuarta Pared. El director del certamen, Carlos Aladro, ha intentado, reconoce a El Cultural, construir este año un espacio para la utopía: "Son obras que plantean escenarios de futuro, con grandes preguntas que resuenan siempre. En esta edición conviven maestros y discípulos, creadores emergentes y artistas consumados, periféricos y resistentes..."

De Chile llega Tratando de hacer una obra..., la tercera entrega de la compañía La Re-sentida. Formada en 2008, los ecos de sus radicales puestas en escena y su espíritu transgresor han llegado hasta la Schaubühne de Berlín, el Grec y el Festival de Aviñón. "Somos conscientes de que vive en nosotros un cierto idealismo transmitido de generaciones pasadas -explica Layera-. En nuestras escuelas se nos enseñó la vinculación orgánica entre las prácticas artísticas y las sociales. Heredamos una larga tradición histórica de un ‘deber ser' del arte. Por todo ello, le otorgamos al quehacer teatral una gran responsabilidad política y el anhelo de modificar la sociedad a través de nuestro trabajo".

La obra que la formación chilena trae al Festival de Otoño -con diseño de Pablo de la Fuente y un elenco encabezado por Carolina Palacios, Pedro Muñoz y Benjamín Westfall- es la historia de un grupo de actores que lleva años encerrado en un sótano ajeno a la realidad y obsesionado por crear una función que pueda cambiar la sociedad. El encierro se acabará cuando reciban la noticia de que un nuevo gobierno ha llegado al poder y ha erradicado la pobreza y las injusticias del país...

¿Es efectivo hoy el teatro político? ¿Resulta útil?, se pregunta Layera. "Queremos poner en tela de juicio nuestro oficio y nuestras convicciones y confrontarlas con estos tiempos. Hoy somos testigos de cómo el teatro ha dejado de ser la única ventana a la que la sociedad puede asomarse y reflexionar sobre su tiempo. Otros medios se han apoderado de una función que antes le pertenecía por completo a nuestra disciplina. Por eso, se nos hace urgente provocar una discusión crítica acerca de la finalidad, el alcance y la utilidad del papel de los artistas en la actualidad que vivimos".

Anarquismos, de Pablo Fidalgo. Foto: Luis Nocete

El mismo 15 de noviembre estará también en la Cuarta Pared Anarquismos, una obra dirigida por Pablo Fidalgo que recrea los recuerdos de un hombre en torno a la casa y a los tres compañeros con los que compartió su juventud. Ausencia, miedo y silencio recorrerán la escena a través de los performers Rocío Berenguer, Ángela Millano y Cláudio da Silva. La obra, que nació por una invitación del teatro Maria Matos de Lisboa y de su programador, Mark Deputter, quiere ser el encuentro de diferentes historias y está estructurada como un sueño.

Falta de proyecto común

"Hay un ausente que se convoca, que trae a sus amigos a la escena, que les exige, que les pregunta qué han hecho con sus vidas y si han sido fieles a sus ideales pero sólo encuentra silencio -explica Fidalgo a El Cultural-. Es el silencio en el que viven también algunos jóvenes de hoy, la falta de referentes y de cualquier tipo de proyecto común.

El anarquismo existió. No fue una utopía. Y aunque se quedó fuera del relato oficial creemos que aún queda memoria". Pablo Fidalgo

Podría decirse que la pieza es un sueño inútil pero bello". El director, que se encuentra en estos momentos en la Academia de España en Roma preparando un montaje sobre la escritora italiana Amelia Rosselli junto a la actriz Daria Deflorian, ha huido de cualquier dogmatismo: "Esto no es una pieza de tesis. Es un paisaje donde el gesto anarquista importa, donde la desobediencia, la verdad y la responsabilidad individual están en el centro. Lo que buscamos no es recuperar una idea sino los trazos de esa experiencia en los cuerpos de hoy. El anarquismo existió. No fue una utopía, y aunque se quedó fuera del relato oficial creemos que de esa experiencia queda memoria aún".

Anarquismos recoge de un lado la historia de las comunidades utópicas, los grupos de jóvenes que intentaron vivir de acuerdo a otras leyes y otro sistema diferente al establecido. También está presente la historia de los anarquistas españoles en los años treinta. "Aquí -termina Fidalgo- conecto con una vinculación muy personal: el fusilamiento de un familiar durante la Guerra Civil. Es una pieza que cuestiona todo el tiempo, como no puede ser de otro modo, cualquier idea de espectáculo o de representación. Es una obra que se rompe desde el principio".

@ecolote