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Escenarios

La última plegaria del monje Battiato

El cantautor italiano, uno de los músicos europeos más poliédricos de las últimas décadas, lanza Ábrete Sésamo, cinco años después de su anterior disco inédito

13 marzo, 2013 01:00

La rabia social y la aspiración a la perfección espiritual se funden en sus canciones, que interpretará en los conciertos de su 'tour' por España, con escalas en Barcelona, Madrid y Burgos. Este miércoles también presenta en Cineteca 'Musikanten', su película sobre Beethoven.


"Cualquier artista que se toma en serio su obra sabe que es un puente entre la tierra y el cielo". Palabra de Franco Battiato. El cantautor italiano busca cumplir de nuevo esa misión con su último y muy esperado disco, Ábrete Sésamo, el vigésimo octavo en su prolongada carrera, que arrancó a mediados de los 60. Hacía cinco años que no publicaba material nuevo. Fleurs 2 (2008) e Inneres Auge (2010) estaban conformados por versiones de temas de otros autores y por revisiones de su propias composiciones. En este tiempo Battiato, uno de los músicos europeos más poliédricos e inquietos de las últimas décadas, no es que haya estado alejado de sus investigaciones musicales. Más bien lo contrario: ha estado batallando a brazo partido para poner en pie un proyecto titánico, la ópera Telesio, basada en la vida del filósofo renacentista Bernardino Telesio. Ahora Battiato pronuncia las palabras mágicas del relato de Ali Baba (incluido en Las mil y una noches) para dar acceso a sus seguidores a los dominios celestiales, plenos de riquezas, sí, pero no tangibles. El camino hacia la perfección espiritual emprendido por el siciliano a principios de los 70, cuando dejó de lado la música melódica y romanticona al estilo Festival de San Remo, suma así una nueva escala ¿hacia el infinito?

El disco tiene algo de letanía moral, de rezo (un materialista descreído diría de sermón), en el que Battiato saca a relucir (más hablando que cantando, a lo Leonard Cohen) el mensaje de sus gurús espirituales, inscrito en los libros que reposan en la mesita del salón de su casa en Milo (en la provincia de Catania, de donde es natural: nació en la localidad Jonia, en 1945). Son, por ejemplo, La esencia del tantra, del maestro budista Urgyien Tulku; El misterio de las flores de oro, de Lao Tsé, texto clave del taoísmo operativo; La mente más allá de la muerte, del tibetano Dzogchen Ponlop; La esencia de la vida, de Willis Jager, ex monje benedictino y maestro zen... Esas son las lecturas que arman espiritualmente a Battiato. Pero también los místicos españoles ocupan un lugar primordial en su biblioteca: San Juan de la Cruz y Teresa de Ávila. A esta última la cita expresamente en Un irresistible reclamo, el sencillo con que abre el disco: "Tu corazón es como una piedra cubierta de musgo,/ nada la corrompe,/ y tu cuerpo es columna de fuego que siempre arde/y hace que arda".

Battiato en un momento del rodaje de Musikanten con Alejandro Jodorowsky

Las letras del álbum, adaptadas al castellano por J. de Los Planetas y Manu Ferrón, las ha compuesto otra vez junto a su fiel colaborador de hace más de dos décadas: Manlio Sgalambro, filósofo de 88 años de orientación nihilista, e impregnado por las teorías de Cioran y Nietzsche. Alguien que en términos de fe está en las antípodas del espiritualismo battatiano, pero ahí siguen, inseparables. "Eso sí, la última palabra la tengo yo", advierte Battiato para que no quede margen de duda sobre quién es el último responsable de sus composiciones. Las referencias literarias y musicales salpican casi todas las canciones. En Mi testamento es Dante el que toma la palabra en la voz de Battiato, que pronuncia un pasaje del Infierno de la Divina Comedia: "No fuisteis hechos para vivir como bestias / sino para perseguir virtud y conocimiento". En Aurora comparece el poeta árabe-siciliano Ibn Hamdis; en Ábrete Sésamo, la Scherezade de Rimsky-Korsakov; y Pasacalle, la canción más enérgica y pegadiza de todas, nace a partir del texto de Pasacalle de la vida, del sacerdote y compositor en el Barroco Stefano Landi.

En plano musical Battiato no se aparta demasiado de trabajos anteriores, aunque añade una curiosa novedad en su formación: Simon Tong, guitarrista de The Verve. El enlace del pop con la electrónica suena como en El vacío (2007) y Diez estratagemas(2004), sus discos precedentes. Es el registro natural de músico siciliano, que empezó a experimentar con sintentizadores en 1971. Ese año se compró uno en Londres tras una crisis de identidad cercana a la depresión (estuvo en manos de psicoanalistas pero los acabó rechazando: "Era gente que no sabía nada de mí y sólo me recetaba pastillas"). Ver sus canciones como hits veraniegos hizo que su conciencia se tambalease: "Yo no pertenecía a ese mundo". Así que decidió reiventarse. Las probaturas con sintentizadores y su acercamiento a la vanguardia culta no encontraron una respuesta acogedora en el público italiano (tampoco de la crítica), que no se lo tomaba muy en serio. Quedó más o menos como un desclasado dentro de la música de su país. A partir del 79, con L'era del cinghiale bianco, su incursión en la New Wave, empieza a ganarse el respeto de la prensa especializada y luego en los 80 llegaría el éxito de masas. La voce del padrone, lanzado en el 81, le encumbró en todas las listas. Canciones como Bandera bianca, Cucurrucú, Centro de gravità permanente son ya clásicos imprescindibles de la música transalpina.

Bandera blanca la cantaba subido a una tribuna con un megáfono, una imagen elevada ya a la categoría de icono (¿pop?), un gesto de disidencia contra la clase política y sus "abusos de poder". En Ábrete sésamo vuelve a clamar con rabia (porque el disco, quede claro, no se limita a los ejercicios de elevación espiritual). "Cuando hay gente no consigue llegar a fin de mes, que no puede pagar sus hipotecas y corren el riesgo de perder sus casas, y los políticos que deben tutelar sus intereses lo que hacen es llevarse el dinero de nuestros impuestos, uno no puede permanecer callado", explica Battiato. El cantante lamenta la involución que ha sufrido Occidente, donde "el dinero repta como una serpiente". Y en Cuando era joven se acuerda con nostalgia del Milán en el que veló sus primeras armas como músico: "Era una ciudad maravillosa. La sociedad se esforzaba por mejorar a la gente. Ahora todos es un enredo en el que cada uno busca sacar partido para sí mismo. Es un desastre".

Franco Battiato, a principios de los 80, cantando Bandera blanca

Igual que el estado de las cuentas públicas de su tierra natal, Sicilia. Franco Battiato ha sido fichado por su nuevo presidente, Rosario Croceta, representante del izquierdista Partido Democrático. Ejerce ahora como una especie de asesor de Cultura y Turismo. Cuando le presentaron los asientos contables de su negociado, puso el grito en el cielo: "No hay ni un euro. Han robado todo". Algunos le acusan de absentismo y de aparentar un absoluto desinterés en las asambleas. Con mucha guasa, le llaman el asesor de las dinámicas celestes (por estar en las nubes, se entiende). Él se defiende y esgrime que lleva el nombre de Sicilia por todo el mundo y que sus funciones no se cumplen presentándose cada día a la misma hora en una oficina. Aunque también reconoce que ha descendido a la arena de la política "voluntaria pero parcialmente": "No quiero cambiar de oficio. Yo no soy un político y no quiero tener nada que ver con ninguno de ellos".

Es comprensible si tiene en cuenta la deficiente catadura de los políticos de su país, entre los cuales se cuenta un buen número de imputados. Sin ir más lejos, el último presidente del Ejecutivo elegido en las urnas, el inefable Silvio Berlusconi, uno de los mejor parados tras las elecciones generales italianas del pasado mes, que tuvieron como claro vencedor a un cómico de discurso incendiario: "Rendíos, estáis rodeados", gritaba Beppe Grillo en su último mitin en una Piazza del Popolo atestada. Se refería, claro, a los ocupantes de los escaños del Parlamento. Muchos han visto en el espaldarazo de las urnas a Movimento 5 estrellas un síntoma muy preocupante de populismo rampante. Pero Battiato no siente temor por este motivo: "Prefiero a los jóvenes de Grillo que a una clase política en la que tiene más de 150 de sus miembros incursos en procedimientos penales por corrupción. ¿Habrá una revolución? Pues sí, la habrá y está bien que la haya". Battiato, el monje revolucionario.