Agustín Díaz Yanes en San Sebastián. Foto: Arnaitz Rubio / Europa Press.

Agustín Díaz Yanes en San Sebastián. Foto: Arnaitz Rubio / Europa Press.

Cine Festival de San Sebastián

Díaz Yanes presenta una nueva y brutal "infiltrada": "Va a haber más películas sobre ETA, es lógico"

La lucha contra el terrorismo protagoniza la jornada del Festival de San Sebastián con 'Un fantasma en la batalla', un puñetazo sobre la barbarie terrorista.

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El año pasado, el Festival de San Sebastián rechazó proyectar en sección oficial La infiltrada, de Arantxa Echevarría. La película, como es sabido, acabó ganando el Goya a la mejor actriz para Carolina Yuste y ex aequo a mejor película junto a El 47.

Tras aquella edición marcada por la agria polémica del documental de Jordi Évole sobre Josu Ternera, es posible que el certamen quisiera ahorrarse el trago de volver a hablar de ETA.

Presentada fuera de concurso —entre otras cosas el productor J.A. Bayona preside el Jurado— Un fantasma en la batalla supone el regreso tras la cámara de Agustín Díaz Yanes, cineasta de prestigio gracias a películas como Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto (1995), Sin noticias de Dios (2001), Alatriste (2006) u Oro (2016), su último largometraje, ya con nueve años a las espaldas.

Con Un fantasma en la batalla, Díaz Yanes se adentra en uno de los episodios más dolorosos de la historia reciente de España.

En la rueda de prensa posterior a la proyección en el Festival de San Sebastián explicó: “Intenté abordar este asunto con el mayor respeto posible, con la mayor tranquilidad y sobre todo procurando no meter la pata en cuestiones bastante esenciales. Era una película muy complicada personal y moralmente de hacer”.

El director añadió: “Al estar Netflix detrás, se iba a ver en Holanda, en Francia, y la gente tendría que entender la película como película y lo que estaba pasando. Entonces hemos intentado hacer una película ficcionada. Aparte de poner la parte histórica, que era muy importante, hemos puesto la parte actoral y la parte de contar una película. A mí siempre me han gustado mucho las películas irlandesas sobre el IRA y también las de espías, y todo eso está presente”.

Fidelidad histórica y entretenimiento

De este modo, Un fantasma en la batalla logra, con éxito, superponer dos capas esenciales. Por una parte, ser fiel a unos hechos trágicos que aún marcan el presente político.

En el filme, vemos el momento en el que ETA decide que seguir matando policías no tiene sentido (concluyen que al Estado español tiene asumido que mataran a 40 al año) y comienzan a matar a políticos, jueces y periodistas para llevar el terror al “corazón del Estado”. Es la época del ominoso “tiro en la nuca”.

Por la otra, claro, era esencial que la película sea divertida: “Al final, la trama se sustenta en una guerra de inteligencia más allá de la violencia. Queríamos alternar esa historia de espías con un contexto amplio, porque la película transcurre a lo largo de doce años. Eso la acercaba a los thrillers políticos europeos que habíamos tomado como referencia, y nos ha encantado”.

Alguno quizá levante una ceja ante un filme como Un fantasma en la batalla, producido por Netflix y que se estrenará en cines el 3 de octubre y en la plataforma solo dos semanas después. ¿Otra vez La infiltrada?

El director quitó hierro a la coincidencia: “En España estamos un poco obsesionados con ciertos temas que otros países no tienen. Los americanos han hecho películas sobre Vietnam una detrás de otra. Incluso se solaparon: Apocalypse Now y El cazador estaban a la vez, luego hicieron Platoon. Los franceses también han hecho varias películas sobre temas parecidos, los ingleses muchísimas. Yo creo que va a haber muchas más películas sobre el terrorismo, sobre ETA, es lógico”.

Ambas películas, basadas en la misma historia real, se parecen inevitablemente. Pero el diablo está en los detalles.

Protagonizada por Susana Abaitua como la guardia civil incrustada en ETA y por Andrés Gertrúdix como su jefe, Un fantasma en la batalla cuenta la odisea íntima de una mujer valiente en una situación brutal, pero presta más atención al contexto social y político en el que sucede la historia.

A mediados de los 90, cuando Aranzazu Berradre (nombre de guerra) comienza su peripecia en el subsuelo del terrorismo, la sociedad vasca empieza a dar la espalda a la barbarie asesina de ETA. El asesinato de Miguel Ángel Blanco, que fue una catarsis colectiva, supuso un definitivo punto y aparte.

Ha dicho Susana Abaitua, protagonista: “El reto era construir un personaje complejo, no caer en la caricatura ni en lo superficial. El guion me dio muchas pistas, pero también tiré de mi propia memoria: yo viví aquella época en el País Vasco, con toda la tensión y la dureza del conflicto. Eso se te queda en el cuerpo, y quise trasladarlo a Begoña. Las mujeres en aquel momento teníamos que ser fuertes, y esa dureza también está en mi personaje”.

Dos elementos estructuran la historia y le dan profundidad. Por una parte, las canciones italianas que utilizaba la Guardia Civil para comunicarse con la infiltrada. Por la otra, un poema de W. B. Yeats que la protagonista, aficionada a la poesía, ha traducido.

Ha explicado Díaz Yanes: “En ese poema está la idea de una persona que es diferente a nosotros, que le gusta, no voy a decir la aventura, pero que está en otra posición distinta de la nuestra. Y después, claro, Yeats es un poeta tan maravilloso que el poema funciona muy bien. Además, ese poema también es lo que hace que la jefa de ETA (interpretada por Ariadna Gil) descubra que es un topo”.