Juan Jesús Varela en 'Sujo'. Foto: Surtsey Films

Juan Jesús Varela en 'Sujo'. Foto: Surtsey Films

Cine

'Sujo': sobre la posibilidad de escapar de un terrible destino en México, el país con tantos muertos en 2024 como Gaza

Fernanda Valadez y Astrid Rondero dirigen la poética odisea del hijo de un sicario que trata de luchar contra el fatalismo, con la que ganaron el Gran Premio del Jurado en Sundance. 

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En 1950, Luis Buñuel ganó el premio al mejor director en Cannes con Los olvidados, duro retrato de las barriadas de México desde la óptica de unos niños y adolescentes. Con guiños a la picaresca tradicional española (ese ciego que abusa de la pobreza de sus jóvenes sirvientes), la película ahonda en un cierto fatalismo al presentar a unos chavales que no han visto más que miseria y delincuencia en toda su vida y parecen irremediablemente abocados al mismo destino. "Esta película no puede ser optimista", dice la voz en off en el propio arranque advirtiendo al espectador que no espere un final "made in Hollywood".

75 años después de aquella película, Sujo vuelve a tratar un tema muy similar en un país que, como dice el rótulo final, está "en llamas". Con la increíble cifra de 43.000 asesinatos en 2024 según Statista, casi tantos muertos como en Gaza ese mismo año, México se desangra en guerras de bandas dedicadas al narcotráfico en las que la violencia —incluso la más extrema, como se vio hace poco con el siniestro descubrimiento de un rancho en el que se ejecutaba de manera sistemática como en los tiempos de los nazis— parece no tener fin.

El determinismo es el asunto central de Sujo. Siguiendo un orden lineal, conocemos a Josué/Sujo (Kevin Aguilar de niño y Juan Jesús Varela de joven), huérfano de madre e hijo de un sicario desnortado pero cariñoso que es asesinado cuando el protagonista apenas tiene unos seis años. Queda a cargo de sus tías, que lo cuidan todo lo bien que pueden en un ambiente de enorme pobreza, y crece con su primo Jeremy (Jairo Hernández). ¿Será capaz de zafarse del camino de su padre y todo su entorno?

Una vida honrada

Fernanda Valadez y Astrid Rondero filman con sensibilidad ese mundo rural de paisajes hermosos, gentes sencillas, vírgenes y crucifijos, mucho alcohol y la sombra permanente de la violencia. La pobreza es la misma pero no es el mundo ancestral indígena de la reciente El eco, de Tatiana Huezo, aquí vemos una realidad más "occidentalizada", a unos jóvenes más parecidos a los que puede haber en España.

Sin embargo, casi se diría que es una "occidentalización negativa" o un espejismo, en la que esos lujos del primer mundo están a la vista pero surgen solo como un anhelo desesperado (ese momento en el que el protagonista hace una lista de las cosas que comprará con el dinero fácil de la delincuencia) al que solo se puede llegar por el mal camino.

La primera parte de Sujo transcurre en Tierras Calientes, una región rural del sur de México tan bella como peligrosa por el azote del narco. Las directoras narran la infancia de Sujo de manera poética y subjetiva, desde la percepción de un niño que no entiende muy bien lo que le pasa pero sí sufre por sus consecuencias. Hay evidentes ecos del cine de Malick, a veces maltratado por sus fans y aquí homenajeado con dignidad, o de la ganadora del Oscar Moonlight (Barry Jenkins, 2016) en la que también veíamos a un joven sensible perdido en un mundo de violencia.

Sujo crece y la propia vida parece empujarle al mismo camino sórdido de su padre. Sus amigos caen. Pero el inquieto joven no se conforma, se va a Ciudad de México, se busca un empleo honrado y comienza a asistir "de extranjis" a clases en la universidad, donde una profesora de literatura con buen corazón que se interroga por el "determinismo" le echa una mano, o lo intenta.

En 2022, la realizadora colombiana Laura Mora ganó la Concha de Oro en San Sebastián con Los reyes del mundo, en la que, como en la película de Buñuel, se imponía un cierto fatalismo con un tono poético y simbólico por momentos parecido al de Sujo. Conviene no desvelar el final pero quieres que al pobre Sujo le vaya bien, le acompañas.