Emmanuel Courcol. Foto: Carole Bethuel

Emmanuel Courcol. Foto: Carole Bethuel

Cine

Emmanuel Courcol estrena 'Por todo lo alto': "Se pueden llenar las salas con una propuesta popular y exigente"

El director francés ha logrado un gran éxito en su país con una comedia social sobre un prestigioso director de orquesta que descubre, tras ser diagnosticado de leucemia, que tiene un hermano que podría salvarle la vida.

Más información: 'Por todo lo alto': tú a París y yo a la charanga en la comedia que ha arrasado en Francia

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Antes de lanzarse a la dirección, Emmanuel Courcol (Angers, 1957) tuvo una nutrida carrera como intérprete de teatro y cine, trabajando con directores como Philippe Lioret o Pascal Elbé. En 2015, debutó detrás de la cámara con Alto el fuego, un drama sobre las heridas de la Primera Guerra Mundial protagonizada por Romain Duris, y consiguió un gran éxito de público y crítica con su siguiente película, El triunfo (2020), en donde narraba la historia de los internos en una cárcel que montan la obra Esperando a Godot.

Ahora, ha logrado el mayor éxito de su carrera con Por todo lo alto, ganadora del Premio del Público en San Sebastián y nominada a 8 premios César, un enorme éxito de taquilla en Francia e, incluso, en Alemania. Se trata de una comedia social sobre un prestigioso director de orquesta (Benjamin Lavernhe) que, tras ser diagnosticado de leucemia, descubre que es adoptado y que tiene un hermano que podría salvarle la vida.

Su nombre es Jimmy (Pierre Lotin), vive en una deprimida zona del norte de Francia y tiene un talento similar para la música. Sin embargo, no pasa de ser un melómano que toca el trombón en una orquesta de pueblo. El resultado es una refrescante feel good movie para todos los públicos.

Pregunta. Sus dos últimas películas se mueven entre el drama y la comedia, siempre con un toque social. ¿Cree que ha encontrado su estilo?

Respuesta. En este momento, me resulta la mezcla perfecta. Encaja con mi manera de pensar, con mi filosofía. Sin embargo, también quiero hacer cosas diferentes. Mi próxima película no será de este género, aunque quizá regrese después, porque tengo muchas preocupaciones sociales. Espero poder seguir formando parte de esa gran familia del cine, encabezada por Ken Loach, que se preocupa por estas cuestiones sociales.

P. La película ganó el premio del público en San Sebastián y ha logrado 7 nominaciones en los Premios César. ¿Cómo valora la trayectoria de Por todo lo alto?

R. Le doy mucha importancia a los premios del público, porque me parece muy importante que sean los espectadores quienes muestren aprecio por la película. Es fantástico que además lo hagan de una manera tan espontánea y entusiasta, como ocurrió en Donosti y en otros certámenes. El filme ha sido también muy bien acogido por la crítica. Pero, en definitiva, es la película de autor más taquillera en Francia en 2025. Esto demuestra que se pueden llenar las salas con una propuesta popular y exigente a la vez, que guste a un público muy amplio. El César hubiese estado bien, pero lo que realmente cuenta es haber hecho 2,5 millones de espectadores.

P. La película pone el foco en el determinismo social. ¿Hasta qué punto nos condicionan hoy las circunstancias culturales, sociales y culturales?

R. Proceder de un medio desfavorecido condiciona mucho, porque hay menos salidas y también es más difícil que reconozcan tu talento. Puede que te cruces con un profesor que de alguna manera se percate de que tienes unas capacidades especiales y te ayude, pero no existe esa transmisión que se da en un ecosistema más burgués. Si tu familia es culta, probablemente te transmita el amor por la cultura. Aunque haya excepciones, todos somos producto de nuestro entorno. Así lo demuestran tristemente las estadísticas. Tu lugar de origen tiene mucho que ver con lo que harás en tu futuro.

P. ¿Es esto un fracaso de los servicios públicos?

R. Aunque sea triste decirlo, sí, es un fracaso. En Francia defendemos la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, pero no estamos logrando dar acceso a la cultura a todo el mundo. Hay profesores maravillosos y geniales dentro del sistema escolar, que luchan mucho… Pero, ¿cómo combatir ese fracaso? Con más medios y con menos desigualdad desde la cuna. Es muy triste que un país pierda tantos talentos.

P. ¿Cuándo y por qué se le ocurrió rodar una película de temática musical?

R. No toco ningún instrumento, pero soy un enamorado de la música desde que era pequeño. En mi casa, siempre sonaban discos de música clásica. Sin embargo, uno de mis primeros recuerdos musicales es la fanfarria de una banda de bomberos. El sonido de las trompetas, de los vientos, me dejó completamente galvanizado, boquiabierto. Se apoderó de mí. Además, no hay nada más universal que la música y ese era el alcance que buscaba. Al mezclar la popular y la de élite, podía realizar una metáfora de nuestra sociedad.

Pierre Lottin y Benjamin Lavernhe, protagonistas de 'Por todo lo alto'

Pierre Lottin y Benjamin Lavernhe, protagonistas de 'Por todo lo alto'

P. ¿Quería remarcar las diferencias entre estos dos mundos desde lo visual?

R. La película arranca con una orquesta sinfónica clásica y ahí quería mostrar el rigor, la concentración, la profesionalidad que requieren estos músicos. Es una profesión sumamente exigente, muy competitiva. Para ser director de una gran orquesta hay que superar muchísimas pruebas. No es una broma, para nada. Hay que superarse cada día, buscar la excelencia. Sin embargo, en una banda popular como la de Jimmy, todo es diferente. Es un mundo vivo, en el que se ríe, se habla, se bebe, que va mucho más allá de tocar la partitura. De alguna manera, es lo que hace soportable y alegra la vida diaria. Esa oposición es lo que quise llevar a la pantalla.

P. Usted ya contó con Pierre Lottin en El triunfo, y lo hemos podido ver también en la última película de François Ozon, Cuando cae el otoño. ¿Qué le atrae de él como actor?

R. Hay muy pocos actores en Francia que sean capaces de encarnar a un personaje popular de una forma tan espontánea, tan real y tan viva como la suya, y sin trucos. Es un hombre sencillo y directo, pero profundo a la vez. Y su manera de interpretar es muy sutil, lo que pasa que tiene apariencia de bruto. Además, nos llevamos tan bien en El triunfo que me resultaba natural volver a trabajar con él.

P. ¿De qué manera influye su experiencia como actor en su labor como director?

R. Para mí siempre ha sido capital tener empatía con los actores. Haber trabajado delante de la cámara me permite saber qué es lo que realmente le importa a un intérprete. Necesitan sentirse seguros y ver que su trabajo es legítimo. La palabra clave es confianza. Es necesario que exista una confianza mutua entre el director y el actor. Esto es algo que intento siempre aportar. No es que no dirija a los actores, pero mi acercamiento es fraternal. Les acompaño, les otorgo el tiempo necesario, escucho sus propuestas, les dejo improvisar hasta cierto punto, porque los guiones están muy escritos… Es importante que el actor se haga con el texto y que se sienta libre. Lo ideal es que el actor pueda ser verdadero, natural y espontáneo. Al final, este intercambio es lo que más me gusta del trabajo del director.

P. ¿Por qué decidió introducir el tema de la fábrica que va a cerrar?

R. Para mí, era algo obvio, porque forma parte del contexto económico de la región en la que rodamos, al noroeste de Francia. Se trata de una zona muy industrial que ahora está sufriendo mucho porque las fábricas están cerrando y los trabajadores están en paro. Hay mucha desesperación. De hecho, la fábrica que utilizamos estaba realmente en proceso de cierre. Muchos de los vecinos tomaron por verdadera la protesta que rodamos, y al pasar con sus coches tocaban el claxon como acto de solidaridad. Hemos tratado de evocar la realidad de estas personas. Sin embargo, no es el tema principal de la película, es más bien un decorado que debía ser tratado con mucho realismo y respeto.