Sucedió en 2001 y sigue siendo la peor derrota de un equipo en un campeonato internacional. En un partido de calificación para el Mundial, los jugadores de Samoa Americana (una pequeña y apartada isla en el Pacífico) perdieron por un humillante 31 a 0 frente a Australia.

Estado asociado a Estados Unidos, como Puerto Rico, los samoenses son “americanos”, pero no pueden votar, por ejemplo, para las elecciones presidenciales por su extraño estatus jurídico. Hace poco, Albert Serra nos mostró esa peculiar situación poscolonial en Pacifiction (2022), desvelando las tensiones políticas de una isla cercana, la Polinesia francesa.

El peor equipo del mundo no tiene nada que ver con Pacifiction aunque también tenga un papel protagónica una transexual (conocidas como “fa’afafine”), figura que como también vimos en la película de Serra está mucho mejor aceptada e integrada en esas culturas de lo que ha estado en Occidente durante siglos.

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Se trata de una película feel good pura y dura sobre un equipo catastrófico que logra remontar contra pronóstico a la vez que su propio entrenador (que es “como un niño perdido en unos grandes almacenes al que hay que guiar”) logra encontrar cierto consuelo espiritual en el lugar más apartado imaginable.

La película está inspirada en una historia real que contó en 2014 el documental del mismo título en inglés, Next Goal Wins, dirigido por los británicos Kristian Brodie, Mike Brett y Steve Jamison.

En busca de la redención

La película arranca con la llegada del coach, Thomas Rongen (Michael Fassbender), a la isla, donde es recibido por la televisión local, cuyo programa más exitoso es ¿Quién llega al aeropuerto?. Hasta el final no sabremos por qué el personaje está tan deprimido y furioso con la vida (el motivo es de peso) además de estar abatido por pasar de entrenar a equipos de primer nivel en Estados Unidos a una panda de “fracasados” que no han logrado meter un solo gol en todas sus competiciones internacionales.

Como uno se puede imaginar desde el minuto uno, esta es una película que no engaña en ningún momento sobre sus “buenas intenciones”, tanto el equipo como su propio entrenador lograrán vencer a su destino gracias al valor de la amistad, el afecto y el espíritu deportivo.

Isla diminuta y poco conocida, Waititi, que es neozelandés maorí, retrata en la película una cultura de Samoa que le resulta cercana con tono edulcorado, y que refleja la “decadencia de Occidente”. Frente a nuestro mundo frenético, egocéntrico y estresante, nos colocan un espejo ya que los religiosos samoenses se toman la vida con mucha más calma, toda la isla para una vez al día para rezar, los domingos nadie mueve un dedo y se preocupan y se quieren los unos a los otros.

El límite máximo de velocidad son 30 km por hora y nadie se lo salta. Cuando el personaje de Fassbender alcanza los 60, les parece una “locura”. Además, aunque pierdan todos los partidos, antes de comenzarlos realizan unas danzas tribales guerreras encantadoras.

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En Jojo Rabbit, nominada a varios Oscar y ganadora al mejor guión original, Waititi planteaba una audaz sátira del nazismo que al final dejaba, como no puede ser de otra manera, el corazón helado. La película trataba de ser original al contar la barbarie del Holocausto presentando a un Hitler “de mentira” con el que se relacionaba un niño que sufre bullying obsesionado con ser el más nazi de los nazis para integrarse. Por momentos, la película era perturbadora por el hecho de introducir dosis de humor en un asunto tan grave y trágico como el nazismo, pero resultaba finalmente conmovedora y contundente sobre la crueldad del fascismo.

El propio Waititi dice que El peor equipo del mundo es su película más “personal”, al retratar un mundo exótico y poco conocido en Occidente. Aunque suele gustar al público, ha recibido algunas críticas despiadadas que le reprochan precisamente caer en clichés y visiones condescendientes de los samoenses.

Los integrantes de 'El peor equipo del mundo'

Demasiado predecible desde el primer momento, sorprende por momentos la poca gracia de algunos chistes facilones (“está disponible 7/24”, dice un personaje, lo cual significa no siempre como los Seven Eleven sino “7 días de cada 24”) o los tatuajes con pechos femeninos en el rostro de uno de los personajes, una broma bastante tonta.

El director tampoco logra explicarnos muy bien ese proceso paralelo por el cual a la vez que el equipo consigue superar sus carencias y desarrollar un verdadero espíritu deportivo el propio entrenador comienza a sanar sus heridas. El peor equipo del mundo, almibarada hasta decir basta, se queda un tanto en la superficie de lo que quiere contar, lo cual es una pena porque la historia, aunque típica, tiene elementos de interés y capacidad para emocionar, pero tampoco es una catástrofe, simplemente se queda en simpática y bastante olvidable.