La cineasta Mia Hansen-Love, en una imagen de archivo.

La cineasta Mia Hansen-Love, en una imagen de archivo.

Cine

Mia Hansen-Love estrena 'Una bonita mañana': "No me planteo el cine como algo político"

La directora cuenta con trazas autobiográficas la historia de una mujer que siente a la vez tristeza por la enfermedad de su padre y esperanza por un nuevo amor

31 marzo, 2023 02:59

Autora imprescindible del cine europeo, Mia Hansen-Love (París, 1981) es una gran creadora de personajes y contadora de historias. Los sentimientos y las pulsiones íntimas, los anhelos, las pequeñas frustraciones y la dificultad para entender las lecciones más duras de la vida son algunos de los asunto que trata en una filmografía en la que practica un cine sobrio, sin alardes de estilo, en el que las peripecias vitales y los volcanes interiores de sus personajes cobran todo el protagonismo.

Debutó con Todo está perdonado (2007), la historia de una chica que trata de comprender a un padre ausente y catastrófico cuando alcanza la madurez. Las relaciones familiares con frecuencia son el centro de su obra. En El padre de mis hijos (2009) veíamos la debacle de un productor de cine más pendiente del arte que del negocio y en Un amor de juventud (2011) el romance entre una chica seria y responsable y un joven encantador pero volátil.

Dice Hansen-Love que esta Una bonita mañana está conectada con otro título suyo reciente, El porvenir (2016) donde Isabelle Huppert debe reinventar su vida en la edad madura cuando su marido la abandona. En su nuevo filme, la protagonista es Sandra (Lea Seydoux), una treintañera parisina, madre soltera de un niño que vive al mismo tiempo dos acontecimientos trascendentales pero contradictorios emocionalmente. Por una parte, se enamora de un viejo conocido (Melvil Poupad), una relación incierta porque él está infelizmente casado, pero que la llena de ilusión mientras su anciano padre, un antiguo profesor de literatura alemana, poco a poco se marchita en la demencia senil.

Pregunta. ¿Por qué ese título, Una bonita mañana?

Respuesta. Para mí la selección del título siempre es algo misterioso. En un momento dado cuando un titulo se impone me ayuda a escribir la película porque me da una dirección. Dentro de este título "Una bonita mañana" hay una idea del cambio y también es muy novelesco. Parece el primer párrafo de un cuento que da la idea de algo nuevo que va a pasar.

»Vemos a la vez cómo la aparición de la enfermedad va a transformar una existencia pero está también la idea de un nuevo comienzo posible, hay una obertura. También creo que esta película está muy relacionada con otra que hice, El porvenir, y que ambas forman una especie de díptico, con lo cual también me gustaba que ambos títulos tuvieran alguna especie de relación.

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P. La protagonista vive un carrusel de emociones. Por una parte, se siente feliz al redescubrir el amor con su nuevo amante. Por la otra, asiste desolada al deterioro de su padre. ¿Podemos sentirnos culpables de ser felices?

R. He atravesado yo misma esta experiencia de la enfermedad de mi padre. He conocido este sentimiento que es una mezcla de culpabilidad y de sufrimiento por ver a alguien que quieres desaparecer, surge un deseo egoísta de sobrevivir y ser feliz. Se mezclan una inmensa pena con la culpabilidad por ese deseo de salvarse, ser libre y feliz. Es una necesidad vital comprensible pero hay algo cruel en esa necesidad. Me sentí muy afectada durante ese proceso, pero también me di cuenta de que el mío debía de ser un sentimiento compartido por mucha gente que ha vivido algo parecido.

P. ¿Surge la película de esa tristeza por la muerte de su padre?

R. En este caso sentí que no tenía elección. Hay algunas películas que las hacemos porque realmente sentimos que debemos hacerlas. A veces hay un entusiasmo y un deseo irresistible de explorar determinados temas. Sucedió en mi última película, La isla de Bergman (2021): no sabía muy bien adonde iba, me adentraba en lo desconocido, un territorio virgen para mí. En el caso de Una bonita mañana la escribí porque debía hacerlo, sentí una gran necesidad interior. Esta película se presentó delante de mis ojos, en mi cabeza, como una urgencia absoluta, estaba obligada a hacerla.

»Debía encontrar una distancia pero hay algo catártico dentro. El cine te ofrece esa catarsis porque cosas que son muy dolorosas, muy profundas y muy íntimas, una vez que las trasladas a una película, cuando trabajas con los actores y se convierten en una historia, surge una gran felicidad. La película no habla solo del duelo y la enfermedad, vemos un renacimiento de la protagonista, un nuevo amor que comienza. Me interesaba mucho ver esa posibilidad que nace de ser feliz cuando al mismo tiempo existe mucha tristeza. Quiero comprender ese mecanismo dual por el cual ella se vuelve a sentir viva en una circunstancia personal tan dura.

De golpe, se valora mucho más el cine realizado desde una sensibilidad femenina

P. Las historias de infidelidad conyugal suelen terminar mal en las películas. ¿Quería evitar las moralejas ejemplarizantes?

R. Desde luego, casi siempre vemos esa historia por la cual un hombre que engaña a su mujer va a ser castigado y no merece ser feliz. Era muy consciente de esto y me sentía orgullosa de que surgiera otro discurso en la película. Cuando escribo me inspiro en la vida, no solo en la mía, también en las experiencias alrededor de mí. Una cosa que me estimula es que la realidad con frecuencia toma caminos que no son los habituales del cine. La vida me inspira discursos que no son los que esperamos y eso es una razón suplementaria para rodar.

»Sabía muy bien que esta historia de amor uno espera que termine mal porque la moral y las propias convenciones del guion casi te obligan a ese final infeliz. Tiene que haber un castigo por interrumpir un matrimonio. De golpe, para mí era muy interesante que terminara bien. Sabemos que el padre morirá pero al mismo tiempo una nueva vida es posible. La cuestión de la moral me interesa pero no los antiguos criterios de la moral burguesa.

Fotograma de 'Una bonita mañana'

Fotograma de 'Una bonita mañana'

P. Annie Ernaux, maestra de la autoficción, acaba de ganar el premio Nobel. ¿Cree que vivimos en un boom de ese género del cual forma parte?

R. Me han hablado antes de ese auge de la autoficción en relación a esta película pero es algo de lo que no me he dado cuenta. Annie Ernaux tiene 80 años, siempre ha escrito de esta manera y ha tenido que esperar toda la vida para que le den un reconocimiento tan grande como el Nobel.

»Yo siempre he escrito con los mismos principios. Lo que sí es cierto es que tengo la impresión de que cuando hice mis primeras películas era más difícil que se entendiera esa dimensión autobiográfica y ahora está mejor aceptado. Pero creo que eso sobre todo tiene que ver con que las películas dirigidas por mujeres son mucho más reconocidas que antes. De golpe, se valora mucho más el cine realizado desde una sensibilidad femenina. Cuando empecé parecía que hablar de esas pequeñas historias, de sentimientos, era algo menor. En Francia, hemos tenido grandes autores que trabajan con su vida como Philippe Garrel.

»Vemos también por otra parte cómo han triunfado las series, escritas por muchos guionistas, y frente a ese cine tan industrial el cine de autor por oposición está cobrando más valor. Vemos cada vez más esa distancia entre un cine de autor en el que un artista se expresa y ese otro más comercial en el que hay muchos autores.

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P. Las encuestas dicen que cada vez más personas se sienten solas. ¿Quería reflejarlo a través de Sandra?

R. Hay mucha soledad en la película, a través del personaje de Sandra sobre todo. Está muy presente la vida urbana. Cuando escribía la película tomé conciencia de que también habla de la forma en que vivimos en las grandes ciudades y la dureza de esa vida. De manera reciente, me he marchado de París, no vivo muy lejos, pero ahora tengo un bonito jardín. Durante toda mi vida pensé que jamás me iría de la ciudad, he nacido en París y la amo profundamente.

»Sin embargo, llegué a punto de saturación porque desde luego el COVID también me marcó. Vivíamos en un apartamento pequeño, encerrados como todo el mundo, y fue una época terrible porque mi padre murió de la enfermedad, no tenía derecho a visitarlo… Fue inhumano. De repente la ciudad que tanto había amado se convirtió en algo muy duro, irrespirable.

»Creo que Una bonita mañana muestra eso, la soledad, la falta de espacio, la dureza de la vida en la gran ciudad. No solo la ciudad es responsable pero hay un contraste entre esa soledad y esos lugares que surgen en la ciudad que son muy incómodos, en algunos casos deprimentes porque son muy impersonales. Eso también lo vemos en esos hospitales saturados, habría que repensar la manera en que acogemos a los enfermos. Es algo que he descubierto a través de la situación de mi padre cuando me confronté a las condiciones de los ancianos. Hay una brutalidad.

Cada vez hay más distancia entre un cine de autor en el que un artista se expresa y ese otro más comercial con muchos autores

P. La protagonista se desespera para encontrar una residencia adecuada para su padre que no cueste una fortuna. ¿Quería mostrar cómo la sociedad olvida a sus ancianos?

R. Ese problema lo he descubierto de manera muy tardía y ha sido una sorpresa muy desagradable. Fue complicadísimo encontrar una residencia, un lugar decente. Mi padre estuvo mucho tiempo en un centro terrible, con una habitación pequeña y sin nadie que se ocupara de él. Finalmente encontramos un lugar más humano, no es que fuera lujoso, era modesto pero tenía una habitación más agradable y el personal estaba mucho más motivado. Seguía estando enfermo pero hubo una mejoría clara en su estado de ánimo.

»Eso me dejó claro que la calidad de la atención tiene un impacto real en el estado de los pacientes. Hay pacientes que se dejan morir porque están en un ambiente terrible. Es algo que he visto. El Estado tiene un responsabilidad enorme porque muchos de esos lugares son semipúblicos. La cuestión es cómo atendemos al enfermo y cómo ayudamos a la familia.

»Mi padre fue expulsado del hospital porque no tienen espacio para ocuparse de los enfermos de larga duración. El problema era que aun no habíamos encontrado una residencia con plazas libres. Hay toda una cadena de falta de humanidad y de cuidado. No es una película política o militante porque no me planteo el cine de esa manera pero desde luego es un tema fundamental en este filme.