Stanislavblog por Liz Perales

Primero, la partitura, después los actores

9 diciembre, 2014 09:33

[caption id="attachment_704" width="560"] Escena de Cuando deje de llover. Foto: Javier Naval[/caption]

Cuando deje de llover me atrapó. Llegué hasta ella con la referencia de lo mucho que me gustó el trabajo anterior que había visto del actor Jorge Muriel y del director Julián Fuentes-Reta (Los iluminados). Construida como una fábula contemporánea de tintes melodramáticos sobre cómo sobrellevamos el dolor, la obra está escrita magníficamente por un autor australiano que ignoraba, Andrew Bovell, e interpretada por un elenco entregado y veraz. Se puede ver hasta el 21 de diciembre en Matadero.

La obra plantea una vieja cuestión y deja al espectador que halle su respuesta: ¿Sobrellevamos mejor la vida si conocemos la verdad de hechos dolorosos que explicarían nuestra existencia, nuestra educación sentimental, nuestra manera de comportarnos… o es mejor mantenernos en la ignorancia de esos hechos? ¿Es preferible contar a nuestros seres queridos los ocultos dramas que nos preceden o, por el contrario, es mucho mejor la receta del silencio y el bloqueo emocional?

Bovell recurre a una de las estructuras dramáticas básicas que funciona tan bien en el teatro como en la vida: la familia. La obra tiene un evidente aroma al teatro realista americano (Williams, O’Neill), pero por buscar un referente más cercano, también a Tracy Letts y su celebrada Agosto. Sin embargo, el estilo de Bovell es muy cinematográfico (él escribe también para el cine, el film Lantana) y su punto de vista es más empático con los personajes que el de Letts. El autor cruza las historias de dos sagas y escribe una original road-theater por Australia, siguiendo un estilo con muchas elipsis que permiten que el espectador tenga su mente activa y alerta para poder hilvanar lo que ocurre. El pasado, presente y futuro se entremezclan de la mano de actores que representan el mismo personaje pero en épocas distintas. Una estructura dramática no lineal que exige una puntillosa y ágil labor de dirección.

[caption id="attachment_705" width="560"] Susi Sánchez en una escena de Cuando deje de llover. Foto: Javier Naval[/caption]

¿Cómo llegó a una pieza como ésta el equipo español?  Muriel y Fuentes-Reta forman tandem artístico desde hace una década, y se han centrado en seguirle la pista al teatro anglosajón contemporáneo. El director se formó en Inglaterra y Australia y Muriel fue becado con una Fullbright para estudiar en el Actors Center de Nueva York.  Muriel me confiesa que en esta ciudad recala cada verano: “Tengo muchos amigos allí, Nueva York es un campo de trabajo fascinante, un auténtico filón teatral. Me paso allí una temporadita cada año, investigando las nuevas tendencias, perdiéndome por los teatros de la ciudad”.  Es lo que le permitió conocer la obra de Bovell, cuando se estrenó en Chicago, en 2008, después de su paso por Adelaida y Londres.

“Nuestra forma de trabajar siempre tiene el texto como punto de partida”, continúa el actor. “No elegimos los actores y pensamos en qué obras podemos montar en función del grupo, sino que operamos al revés. Julián y yo investigamos en obras que nos gustan y es desde esta premisa que nos lanzamos a crear elencos a partir de la historia que queremos contar. Y cuando seleccionamos a los actores no nos interesa tanto intérpretes muy virtuosos, sino actores que quieran enfangarse en los textos con nosotros, que hayan leído la obra y tengan una necesidad vital de contarla. El teatro, a nuestro juicio, no puede ser entendido más que como una labor colectiva”.

Operando de esta manera, Fuentes-Reta y Muriel han producido piezas que, vistas ahora en la distancia, parecen compartir temática aunque su puesta en escena nunca obedeció a un plan tramado de antemano. Estrenaron Proyecto Laramie, de Moisés Kaufman, teatro documento en torno al asesinato de un estudiante gay ocurrido en Estados Unidos y que trataba de la identidad sexual. Continuaron con la ya citada Los iluminados, en la que el asunto tenía que ver con la identidad social: cómo nos vemos y cómo nos ven. Es una comedia gamberra con la que tanto disfruté el año pasado y que sería intolerable que os la perdiérais la próxima primavera, cuando se reestrene en la Cuarta Pared). Y ahora, en Cuando deje de llover  investigan cómo construimos nuestra identidad personal.

[caption id="attachment_706" width="560"] Foto: Javier Naval[/caption]

Producida por el Teatro Español, la obra ha reunido un elenco de nueve actores en el que encontramos a Susi Sánchez en el dramático y desesperanzado personaje de una madre que ha perdido a su niño pequeño. Destaco también a Consuelo Trujillo que construye una madre arisca y distante, condenada al desamor por, ¡paradoja!, preservar la tranquilidad de su hijo; la  réplica joven del personaje de Trujillo la da Pilar Gómez, que también está extraordinaria. Entre los personajes masculinos Muriel interpreta al joven Gabriel Law, el que desafía el “estado de las cosas” cuando emprende viaje a Australia para intentar explicarse la ausencia de su padre, al que da vida Pepe Ocio. Debo indicar que me rechinó oír a los actores actuar con micrófono, pero luego me acostumbré. Sin micros no podríamos oír a los actores en la plaza de toros que es la sala 1 del Matadero y, por otro lado, menuda labor han hecho el escenógrafo (Ivan Arroyo) y el director para evitar que no este enorme espacio no se coma a los actores.

Como ya he dicho Cuando deje de llover se estrenó en 2006 en Australia, aunque Bovell la escribió mucho antes, a partir de un trabajo colectivo con ocho actores, un escenógrafo y un director en el que inicialmente se propusieron trabajar sobre la idea del cambio climático. No se asusten, la obra nada tiene que ver con estas teorías tan de moda del ecologismo. Muriel aclara: “En un viaje a París, Bovell presiente cierta melancolía en el ambiente y cree que es una señal del gran cambio que se avecina, es entonces cuando se da cuenta que las relaciones padre-hijo son esenciales para explicarnos cómo somos los humanos. Y es así cómo opta por hablar del microcosmos que supone una familia desestructurada y en conflicto, para explicarse lo que puede llegar a ser un macrocosmos que camina a la destrucción”.

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¿Son de alguna utilidad los cuñados? y otros textos (1956-1958)

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