Irene Escolar en un momento de 'Personas, lugares y cosas'. Foto: Mario Zamora

Irene Escolar en un momento de 'Personas, lugares y cosas'. Foto: Mario Zamora

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'Personas, lugares y cosas', una antiheroína para Irene Escolar

Pablo Messiez dirige la obra, original de Duncan MacMillan, en la que se relata el proceso de desintoxicación de una actriz.

Más información: Irene Escolar, actriz total: "En España se cataloga a los actores, pero podemos hacer de todo"

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Es llamativo lo mucho que las historias de drogas se han contado en el cine y qué poco en el teatro o al menos en los últimos lustros. El Teatro Español rescata una de ellas con Personas, lugares y cosas de Duncan MacMillan, estrenada en Londres en 2015 y en la que se muestra el proceso de desintoxicación de una actriz a la que interpreta con modos de antiheroína dramática Irene Escolar.

Desde el momento que conocemos que la protagonista ingresa en un centro sabemos, quizá por su comportamiento arrogante y distante y su negativa a confesarse ante los compañeros de terapia, que fracasará en su primer intento de desengancharse.

El primer acto sucede entretenido porque disfrutamos viendo a Escolar recorrer un arco interpretativo y emocional intenso y variado, que va de actriz impotente para cumplir con su papel de Nina en La gaviota a puesta hasta las trancas en una noche de marcha; luego nerviosa e insegura en el centro de rehabilitación donde pasará el mono hasta alcanzar un estado de conciencia y, finalmente, bastante borde y a la defensiva en sus duelos dialécticos con su terapeuta (Sonia Almarcha) y otros compañeros del centro.

Y todos estos estados acentuados por luces (Carlos Marqueríe) que se interrumpen fugazmente como si quisieran indicarnos que así es la visión de la protagonista. Pablo Messiez dirige el espectáculo y ha optado por dejar la caja del escenario totalmente desnuda (algo parecido hizo Flotats con su París 1940), quizá quiera decirnos con ello que esta obra es una confesión, un acto de desnudez.

Tras un descanso amenizado por un dj, se abre la segunda parte, larga y repetitiva, en la que Emma, que así se llama el personaje de Escolar, vuelve a intentar desengancharse. Culmina con una de las escenas más despiadadas: el encuentro de la protagonista con sus padres, quienes nos descubren un ser narcisista bajo su careta.

El texto de MacMillan está diseñado para un actriz intensa y dramática y Escolar cumple con creces. Y aunque la historia que nos cuenta resulta bastante familiar, tiene diálogos estupendos, especialmente cuando Emma defiende el paralelismo entre los paraísos artificiales a los que le trasladan las drogas y la realidad teatral en la que sólo ahí sabe ser feliz (recordemos que es actriz).

Ayudan sus compañeros de reparto. Destaco a Javier Ballesteros, Almarcha y Tomás del Estal. También a Brays Efe, que ya protagonizó Las cosas extraordinarias, del mismo autor, y cuyo carisma gusta al público.

Comenzaba esta crítica sobre las pocas historias de drogas que se han visto en los últimos años, pero si echamos un vistazo al teatro de los 80, cuando divertirse con ellas estaba de moda entre los jóvenes de ciudades y pueblos, podemos comprobar que nuestros autores de entonces no descuidaron el tema.

Recuerdo algunas: Alonso de Santos alumbró su comedia celebérrima Bajarse al moro, y una década más tarde, cuando los efectos de la droga y el sida se manifestaron como un terrible problema social y sanitario, escribió otra de tono muy distinto, la tragedia urbana Yonquis y yanquis.

Antonio Onetti estrenó Madre Caballo, donde la obra de Brecht se traslada a un barrio dominado por la heroína y todavía retengo la imagen de la gran Terele Pávez dirigiendo el narcotráfico; Paloma Pedrero en Hermanas de sangre presentaba a dos hermanas a las que la muerte por sida de una amiga heroinómana les lleva a explorar culpa, sexualidad y adicción.

Más reciente, en 2014, Andrés Lima dirigió Desde Berlín, tributo a Lou Reed, escenificación teatral de uno de los discos más melódicos y tiernos del cantante, otro exadicto, con los actores Nathalie Poza y Pablo Derqui haciendo de amantes yonquis. No puede faltar en esta breve selección Caballito del diablo, de Fermín Cabal, una comedia social con una estructura dramática dislocada que reflejaba la percepción de un grupo de jóvenes enganchados a la heroína. Y seguro que hay muchas más.

Personas, lugares y cosas

Teatro Español, hasta el 11 de enero

Autor: Duncan Macmillan
Adaptación y dirección: Pablo Messiez
Reparto: Irene Escolar, Javier Ballesteros, Tomás del Estal, Brays Efe, Sonia Almarcha, Claudia Faci Daniel Jumillas, Mónica Acevedo, Blanca Javaloy, Manuel Egozkue, Josefina Gorostiza
Escenografía: Max Glaenzel
Vestuario: Silvia Delagneau
Iluminación: Carlos Marquerie
Espacio sonoro y Música original: Óscar G. Villegas
Movimiento escénico: Josefina Gorostiza
Equipo producción Mogambo: Ignacio Salazar-Simpson, Alicia Calôt e Irene Escolar