El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en la sesión de control al Ejecutivo, el pasado miércoles el Congreso. Foto: EFE/Mariscal

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en la sesión de control al Ejecutivo, el pasado miércoles el Congreso. Foto: EFE/Mariscal

A la intemperie

¿Duerme usted, señor presidente?

Dónde está el poeta, me pregunto, que clave el bisturí en el corazón del abuso, en la forma grosera de gobernar mintiendo sin cesar.

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La desazón y la desesperanza hacen crecer la irritación y el desasosiego de nuestra sociedad. Además del alarmante estado general del mundo, España vive ahora una incertidumbre que los más serios analistas señalan como la más grave y peligrosa de nuestra democracia.

El responsable mayor está ahí, sentado en la cúpula del poder, impertérrito con su mandíbula de hierro. Cabe preguntarle en directo: “¿Duerme usted, señor presidente?”.

“Si en vez de dormir / bailara tango / con sus ministros / y sus jefes de amor / nosotros podríamos / oír / de noche en noche / su taconeo / de archiduque o duquesa”, escribió el poeta venezolano Caupolicán Ovalles cuando solo tenía 25 años de edad.

El presidente venezolano era en esa época Rómulo Betancourt, uno de los padres del pacto de Punto Fijo, junto a Rafael Caldera y Jóvito Villalba, que daba paso a una nueva democracia venezolana, el país más rico del mundo por esos años del gran petróleo y una agricultura fulgurante, cuando la industria y la clase media comenzaban a crecer en ese país de manera extraordinaria.

Los versos de Ovalles pertenecen a un libro de poemas titulado ¿Duerme usted, señor presidente?, que provocó en 1965 un escándalo en todo el país e hizo que el poeta tuviera que huir al exilio y refugiarse en Colombia. Por su parte, el prologuista del libro, el profesor y novelista Adriano González León, fue detenido y anduvo a la sombra de la cárcel un tiempo mayor del deseado.

El poeta Caupolicán Ovalles. Foto: Wikimedia Commons

El poeta Caupolicán Ovalles. Foto: Wikimedia Commons

¿Duerme usted, señor presidente? fue una catarsis poética de un rebelde académicamente formado, un libro de poemas que se convirtió en un clásico y, desde entonces, fue una catarsis poética, grito inmenso contra el poder político y económico que no ha dejado de publicarse y leerse en varias ediciones hasta hoy, dentro y fuera de Venezuela.

Cierto: Ovalles era un provocador intelectual y político que vivió y sufrió esa enfermedad infantil que se llamó “guevarismo”, una variante guerrillera del más férreo castrismo, que durante años no produjo sino héroes muertos y desencuentros con la realidad.

Además, Ovalles era un líder civil, universitario, un escritor rebelde e irredimible, pegado siempre al peligro del abismo, hecho al grito cotidiano y al deseo de la demolición total de una actitud del poder abusadora.

El libro está ahí, para quien lo quiera leer y actualizarlo. Y eso es lo que he hecho este fin de semana caluroso, echarle otro vistazo más encerrado en mi casa de Madrid con ese juguete y libre del calor y los excesivos cantos de sirena del mundo exterior.

Sánchez me pareció siempre un concejal de pueblo que había aprendido inglés, con unas ínfulas de estadista que causaban vergüenza ajena

Cierto: hay un paralelismo, mutatis mutandis, o a mí me lo parece, entre aquella Venezuela de Betancourt y esta España de Pedro Sánchez que se tambalea de un lado a otro con graves peligros de caerse del todo.

Dónde está el poeta, me pregunto, dónde el poeta que clave el bisturí en el corazón del abuso, en la forma grosera de gobernar mintiendo sin cesar, de abusar de la paciencia del país entero, incluso de muchos de los suyos.

¿Duerme usted, señor presidente Sánchez? ¿Puede usted dormir tranquilamente tratando de engañar a una población que mira asombrada sus juegos malabares y sus chanchullos palabreros, sus constantes acciones de felón y tramposo, sus advertencias nefastas de tiempos venideros si usted sale del gobierno? ¿Duerme usted, señor presidente? En mi caso, quiero que sepa que duermo intranquilo, irritado, desconfiado de usted y de su mundo ideológico.

Le confieso como azañista que no ejerzo mi derecho al voto desde que usted apareció en la política española. No tengo a quién votar mientras usted, señor presidente, duerma o no duerma, siga secuestrando al PSOE y desprestigiando, con sus constantes acciones embusteras, a los votantes socialistas de bien, más asombrados y desencantados que yo.

Nunca creí en usted, señor presidente Sánchez: nunca me gustaron los andares de la perrita mentirosa que lo habita, jamás lo vi con capacidad para gobernar este país de todos nuestros dolores y gastronomías. Me pareció siempre un concejal de pueblo que había aprendido inglés, con unas ínfulas de estadista que causaban vergüenza ajena.

El resultado de mis sospechas está a la vista. Y me había quedado corto en ellas. Ahora se ve que, duerma usted o no duerma, lo único que le interesa a usted es el poder, esa falsa gloria, y los dineros que pueden reportarle los negocios turbios de la política.

Su destino en la historia será terrible para usted y para el país entero. De elegancia, de lo que es de verdad la dignidad y la elegancia política está usted muy lejos, señor presidente Sánchez. Lo afirmo con total contundencia como ciudadano, porque todo está confirmado con evidencias vergonzosas.

Lo escribió el poeta Ovalles y yo lo suscribo hoy: “Podríamos reír / solo de verle, / ridículo como es, / esperar todos los aplausos / de toda la gendarmería / frenética. / Claro que uno está cansado / y quiere un poco de diversión / monstruosa, / como esta / de verle / con la lira en el cuello / colgada, / como un romano / o como una romana / ciega de burdas creencias geniales”.