
El primer ministro de Hungría, Viktor Orban, el líder de Vox, Santiago Abascal, y la líder de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, durante la cumbre 'Patriots'. Foto: Ricardo Rubio/Europapress
Contra los Patriots
La cumbre organizada por Vox ha reunido a los principales líderes de la extrema derecha en Madrid. A lo lejos, se escucha el trote de los caballos del Apocalipsis...
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Ambrose Bierce fue un escritor que veía por encima del mundo en general. ¿Era anarquista? Es posible que hubiera mucho de anarquismo en sus ideas. Desapareció en combate, sin dejar rastro físico de su paso por la batalla. Legó a la posteridad unos textos inteligentemente irreprochables, todos políticamente incorrectos, todos brillantísimos.
Tengo como una de mis libros de cabecera su obra capital, el Diccionario del diablo, una maravilla literaria e intelectual en la que le saca los colores a la semántica de muchos conceptos y palabras, casi siempre falsa, y de paso y sin perder el tiempo desenmascara a los farsantes.
Digo farsantes y me comprometo porque una de las entradas más luminosas de Bierce en Diccionario del diablo es la que se refiere al patriotismo. Bierce trae a colación la conocida descripción del doctor Samuel Johnson para definir el "patriotismo", del que dice que "es el último refugio de los canallas". Bierce irá más allá: "Según el doctor Johnson el patriotismo es el último refugio de los canallas. Con permiso de tan ilustre lexicógrafo, no es el último sino el primero", escribe en la entrada a esta palabra de su libro.
Estoy de acuerdo con Bierce. Siempre que en el horizonte, cabalgando como bestias sobre el enemigo, aparecen los patriotas estamos seguros de que el animal que viene azotando al caballo con ira es un mono salvaje, criminal y caníbal que se ha escapado de la civilización para proponer por la fuerza bruta que todos volvamos por obligación a la selva de la que salimos hace millones de años.
Muchos comentaristas y periodistas confunden nacionalismo con patriotismo (aunque tienen bastante que ver) y aluden a la entrada del léxico de Samuel Johnson como nacionalismo y no como patriotismo, como enseña Bierce. Seamos serios, dejemos por un instante el sentimentalismo melancólico y volvamos a la reflexión, que en estos tiempos nuestros brilla por su ausencia entre nosotros: cuando llega el ataque de los patriotas, que es imparable si se les permite su afán totalitario, absolutista, sus trompetas suenan a muerte insaciablemente.
Primero se disfrazan de libertarios, robando el verdadero sentido de la libertad; después se declaran patriotas, salvadores de la patria y del mundo: todo lo hacen por el bien de ese mismo mundo y de la humanidad; y, finalmente, se declaran gloriosamente nacionalistas, el refugio patriótico de todos los canallas, tanto el primero como el último.
El patriota suele ser un farsante que enmascara su origen salvaje y tribal con sonrisas civilizadas de esperanza y soluciones para sacar al mundo, a la nación, a la patria, del infierno en el que nos han metido los otros, todos aquellos que para ellos no somos patriotas o somos malos patriotas. Ahí llega ya el paredón, la masacre, el fusilamiento, la muerte, el tiro de gracia a todo aquel que no sea como ellos. En todo caso, el ostracismo o el exilio obligatorio. Es parte del mundo feliz del que avisó Aldous Huxley.

El neerlandés Geert Wilders fue uno de los asistentes a la cumbre 'Patriots'. Foto: Ricardo Rubio
De modo que todos los que solamente nos declaramos ciudadanos integrales somos traidores a la patria. Entendámonos: los patriotas son la luz de la humanidad; los ciudadanos que tenemos el respeto por los demás y por nosotros mismos como principal señal de identidad de nuestra libertad sólo somos basura, carroña, material desechable y deportable. Por ahí van los tiros de los matones patriotas: acepta la patria que te propongo como el cielo en la tierra y si no paredón y tiro de gracia.
Ahora regresan una vez más los tiempos oscuros con los Patriots, que entre ellos se llaman "compañeros de armas", pero no son más que farsantes enmascarados, puro Ku klux klan en el poder, y hay que tener cuidado de verdad porque vienen a caballo apocalíptico, con los mechones de la guerra encendidos prendiéndole fuego al mundo. Esos son los Patriots, y ahí a su lado están los patriotas.
Ahora pueden crecer como enfermedades mortales, virus de la oscuridad multiplicados por miles, si seguimos dormidos, amedrentados, cometiendo el error de aceptar la normalización de cada uno de sus disparates. Ya tienen a su Becerro de Oro, al representante de su Dios en la patria Tierra: Donald J. Trump.
No sé si aquel texto de Fernando Savater, aquel texto fresco y heterodoxo en su momento, titulado Contra las patrias, sigue teniendo la misma validez de antaño. Para mí, siempre la tuvo: es un texto luminoso para una reflexión de cuanto nos está ocurriendo ahora mismo y para salir de la confusión rampante en la que, de forma imperceptible, nuestras sociedades occidentales están deslizándose hacia el abismo.
Háganse con un ejemplar de Contra las patrias y léanlo. Hay en esa escritura muchas claves sobre la libertad, muchas sólidas verdades sobre las mentiras de las patrias y las razas. Por eso es un libro necesario ahora y siempre. Como estos versos del mejor Neruda surrealista al que amamos tanto: "Patria, palabra triste,/ como termómetro o ascensor".