Exposiciones

Tarde de toros

24 enero, 1999 01:00

Museo Thyssen-Bornemisza. Paseo del Pardo, 8. Madrid. Hasta finales de febrero.

Dentro de la serie "Contextos" de la Colección Permanente del Museo Thyssen-Bornemisza, esta muestra, en la que se exhiben quince obras, plantea una aproximación al ámbito taurino de Pablo Picasso, gira en torno al cuadro "Corrida de toros", de 1934, realizado entre finales de julio y principios de agosto, escasos días antes de emprender viaje a nuestro país, acompañado de Olga Koklova y su hijo Pablo.
El conjunto de obras que se exponen -óleos, aguafuertes, lápices, plumas y tintas chinas- se centra en la suerte de varas. En unas versiones el toro es retenido por el picador mediante su vara, y en otras, la bravura del toro consigue derribar al caballo e incluso destriparlo. En estos trabajos (realizados cuando el matrimonio Picasso-Koklova atraviesa ya su última crisis y Europa conoce momentos de temor y desconfianza ante la ascensión del nazismo en Alemania) toman carta de naturaleza algunos elementos metafóricos que serán desarrollados en plenitud tres años después en el "Guernica", aunque el antecedente irrefutable de esa trágica referencia histórica la hallaremos en "La Minotauromaquia", un aguafuerte y raspado sobre cobre realizado en París en 23 de marzo del año 1935.
De las quince piezas de la muestra, hay media docena protagonizadas explícitamente por personajes femeninos, fechadas en Boisgeloup y París entre el 6 de septiembre de 1933 y el 24 de julio de 1934. Resulta paradójico que en tan escaso período las variaciones compositivas y cromáticas sean tan apreciables.
La primera obra, que representa la triple muerte de la torera, el toro y el caballo, no es una proyección dramática, sino romántica, inundada de luz, porque hasta la sangre es un pedazo de tela rosácea que no delata lo que realmente está sucediendo en el albero. En los aguafuertes, "Mujer torero: último beso" y "Marie-Therese como mujer torero", las composiciones se enmarañan, las líneas se entrecruzan y los cuerpos, con más voluptuosidad que drama, libran un combate que parece más sexual que de supervivencia, como si los personajes muriesen bellamente.