Image: Lógica del corte en Jean-Luc Moulène

Image: Lógica del corte en Jean-Luc Moulène

Arte internacional

Lógica del corte en Jean-Luc Moulène

El artista francés presenta una compleja e intrigante instalación en el Centre Pompidou de París

8 noviembre, 2016 01:00

Voyelles, 2016

Quien haya tenido la oportunidad de ver algunas de las exposiciones que el artista francés Jean Luc Moulène ha venido realizando en los últimos años habrá apreciado una práctica camaleónica que tiene como principal seña de identidad el persistente y elusivo rechazo de dicha seña. Moulène fue conocido en una primera etapa de su carrera como autor de fotografías que reunía en monumentales series ampliamente dilatadas en el tiempo. En fechas más recientes ha virado hacia la exploración del potencial expresivo de objetos -encontrados o no-, aunque en las dos etapas subyacen elementos afines y, sobre todo, ambas conviven plácidamente ajenas a cualquier sistema de jerarquías. Cuesta, de hecho, pensar en alguien más alejado del canon que Mouléne, que en sus exposiciones, ya sean éstas proyectos específicos o revisiones de carácter retrospectivo, hace gala de un constante ejercicio de subversión de las metodologías, las cronologías y de todo lo que pueda dar pistas sobre lo que de él podamos esperar. Yo de ésta muestra que ahora le dedica el Centre Pompidou esperaba tal vez otra cosa, y la experiencia me produjo una perplejidad y una fascinación posiblemente mayores que si el artista hubiese satisfecho mis pretensiones iniciales.

Moulène ha respondido al carácter antológico que se le supone a esta muestra parisina con un conjunto de trabajos realizados en su totalidad en 2016. Se reúnen bajo lo que el artista denomina un "conjunto de protocolos", es decir, un catálogo de formas de hacer, un supuesto estudio de las diferentes metodologías desde las que ha alumbrado su práctica. Más que asistir a los hitos de su carrera, nos enfrentamos a un particular conjunto de indicios de su particular quehacer, una suerte de inventario de posibles claves desde la que entender un trabajo que parece de lleno inscrito en lo objetual pero que no rehúye la impronta fotográfica desde la que el artista dio sus primeros pasos, aunque ésta solo esté visible testimonialmente en la exposición. Para Mouléne, lo fotográfico se encuentra en el centro de buena parte de la objetualidad que aquí nos presenta, porque su inclinación hacia la fotografía se sitúa sobre todo en los mecanismos que la hace posible. En ellas, el artista nos habla de cuestiones situadas en el ámbito social, pero adivinamos referencias, más o menos veladas, a la producción misma de las imágenes.

Pythie, 2016

Jean-Luc Mouléne explora la relación entre el cuerpo y el espacio social. Por un lado, creció pronto en él un interés por las experiencias corporales de los años setenta, y, por otro, comprendió la incidencia que en lo cotidiano tenían los sistemas de producción en el tardo-capitalismo de los noventa. Cuando, hacia el cambio de siglo, Moulène introdujo formas tridimensionales en su obra, no lo hizo tanto para estudiar el lenguaje de la escultura como para explorar el modo en que estas formas -que se conciben más como un diseño manufacturado en las cadenas de producción que como una "iluminación" artística- entran en circulación e interactúan con nosotros. Esto parecería una actitud nítida y decidida de caminar al margen de los dictados normativos del lenguaje escultórico, pero él pronto constató que no hacía ninguna falta posicionarse de un modo tan explícito y decidió denominar sus trabajos con el contundente Opus, de tan magnas resonancias, como para enturbiar esa claridad y deslizarse hacia la ciénaga de ambigüedad en la que hoy se encuentra su proyecto artístico.

Como en las fotografías, decíamos, los objetos, u Opus, de Moulène no sólo surgen a partir de la especulación en torno al material sino también a partir del estudio del mecanismo que las produce. Esto implica que, en muchos casos, la forma final que adquieren estos objetos sea la viva imagen del proceso que lo ha hecho posible, que no sería el mismo de haberse gestado desde otra metodología. A esta ecuación se une la funcionalidad de los objetos, que en las cadenas de producción son arrastrados inevitablemente hacia un fin específico -y rentable.

En esta retrospectiva de protocolos que presenta Moulène observamos un territorio que bien parece un paisaje de ciencia-ficción. A excepción de unos pocos, todos los objetos han sido producidos a partir de diseños en 3D, una técnica que para el artista no tiene ni "dentro" ni fuera". La instalación ha de interpretarse como el paseo por cualquier calle, en la que los cuerpos (u "órganos", como dice Moulène) se entremezclan con objetos de toda índole ("organizaciones") desde naturaleza a la parafernalia industrial que producimos. El suelo y las peanas sobre las que descansan los objetos son de un gris implacable, sin matices. El ambiente es gélido y cuesta entrar, pero sugiere y seduce pronto la lógica personal del artista y las extraordinarias complejidad y precisión con la que construye su mundo.

Tiene todo su origen en algo que viene ocupando al artista desde hace muchos años, la teoría de los conjuntos. Tiene cierta complejidad, pero tratemos de desgranarlo. Tres son los conceptos que Moulène vierte sobre su proyecto parisino: La "lateralidad", la "intersección" y el "corte". La primera alude a un modo de tratamiento del material, basado en la fricción, en el roce de la materia de elementos a menudo dispares que se ensamblan sin nada que los aglutine, unidos estrictamente por su contacto. Me viene a la cabeza un trabajo imponente que presentó el artista en una exposición en Extra City, Amberes, en 2014 que resultaba de la unión sin mortero de un busto masculino, un cuerpo de mujer y un buitre siguiendo una técnica arquitectónica ancestral utilizada en Perú. La "intersección" es tal vez la más sencilla y literal de las tres, pues implica el espacio creado por la convergencia de las esferas del cuerpo y del objeto industrial. La intersección es, de hecho, el fin de toda ambición de Moulène, pues da lugar al espacio común y político en el que nos movemos. El "corte", finalmente, es la acción indispensable en todos los procesos del artista. Cortar para desunir y unir más tarde, para alumbrar la heterogeneidad de la que hace gala toda su obra y huir de toda concreción.

@Javier_Hontoria