El 'Huevo de invierno' de Fabergé © Christie's Images Ltd, 2025. A la derecha, su diseñadora, Alma Pihl, y el zar Nicolás II, que lo encargó para su madre.

El 'Huevo de invierno' de Fabergé © Christie's Images Ltd, 2025. A la derecha, su diseñadora, Alma Pihl, y el zar Nicolás II, que lo encargó para su madre.

Arte

Christie's subasta el 'Huevo de invierno', una obra maestra de Fabergé con 4.500 diamantes y valorado en 22,8 millones

La casa londinense subasta esta pieza única de joyería que el zar Nicolás II regaló a su madre. Repasamos su fascinante historia.

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El día de Pascua de 1913, como era tradición, y para celebrar el 300.º aniversario de la dinastía Románov, el zar Nicolás II regaló a su madre, la zarina emperatriz viuda María Fiódorovna, el Huevo de invierno. Se trata de una de las piezas de joyería más originales, y artísticamente sin rival, de los 50 huevos imperiales fabricados por la Casa Fabergé.

Realizados por encargo de la familia imperial rusa entre 1885 y 1916, esta serie de huevos de Pascua se alzó como un símbolo del legado y la historia de los Románov, del prestigio del zar y del esplendor de su corte.

Paralelamente, convirtieron en leyenda a la famosa casa de joyería rusa, entonces bajo la dirección de Peter Carl Fabergé. Es considerada la última gran serie de objetos de arte por encargo.

Este 2 de diciembre, el llamado Huevo de invierno, realizado con más de 4.500 diamantes, sale a la venta en Christie’s en Londres. Su precio estimado es de 20 millones de libras esterlinas, unos 22,8 millones de euros.

Es la pieza más extraordinaria en una subasta dedicada a Fabergé, perteneciente a una de las colecciones privadas más importantes en las últimas dos décadas.

Margo Oganesian, directora del departamento de Fabergé y obras de arte rusas de Christie's, señala: "Es la tercera vez que se confía a Christie’s la venta del exquisito Huevo de invierno de Fabergé. Con solo otros seis huevos de Pascua imperiales en colecciones privadas, esta es una oportunidad extraordinaria para que los coleccionistas adquieran una de las mejores creaciones de Fabergé".

La subasta Fabergé comprende casi 50 lotes de la misma colección que incluyen piezas de piedras preciosas, animales, objetos de arte y muebles, con valores entre 2.000 y 2 millones de libras esterlinas.

De la serie imperial de huevos Fabergé, algunos en paradero desconocido, se conservan cuarenta y tres, la mayoría en los principales museos de todo el mundo, alguna propiedad del Kremlin, y solo siete (incluido Huevo de invierno) permanecen en manos privadas, en colecciones como las del rey de Inglaterra o el príncipe Alberto de Mónaco.

El mercado de Fabergé sigue siendo muy fuerte en todo el mundo; sin embargo, en tan solo contadas ocasiones han salido a subasta huevos de esta serie. El último que se subastó fue el Huevo Rothschild en 2007, también en Christie's Londres. Logró 8,9 millones de libras, récord mundial actual para una obra de Fabergé.

Huevo Rothschild, fabricado en 1902. Foto: Wikimedia Commons

Huevo Rothschild, fabricado en 1902. Foto: Wikimedia Commons

El Huevo de invierno, que se creyó perdido durante casi dos décadas (entre 1975 y 1994), también batió récord mundial y en dos ocasiones: cuando fue redescubierto y subastado por Christie's en 1994, y de nuevo en 2002.

Oganesian explica: "Los huevos de Pascua imperiales son ampliamente considerados como algunos de los mejores ejemplos de arte decorativo del mundo. Su ingenio, diseño impecable y artesanía sin igual los distinguen de todas las demás obras de su época".

"Hoy en día, cada huevo se conoce con un nombre específico, pero estos nombres no fueron dados por Fabergé", añade la experta. "Surgieron gradualmente durante el siglo XX, asignados por estudiosos, comerciantes y casas de subastas para facilitar su referencia. Originalmente, las facturas de Fabergé solo contenían descripciones, a veces muy detalladas, como en el caso del Huevo de invierno, que especificaba el número de diamantes y materiales utilizados".

El Huevo de invierno, la pieza más extraordinaria en el momento de su creación, en 1913, fue el objeto más caro jamás producido por Fabergé.

Alma Pihl, su creadora

Diseñado por Alma Pihl, una excelente artista de 20 años sin formación de orfebre y una de las pocas mujeres empleadas por Fabergé, que también creó el Huevo mosaico, hoy en la colección Real Británica. Pihl provenía de una familia de joyeros de Finlandia, y varios de sus parientes trabajaban para Fabergé en San Petersburgo y Moscú.

Alma Pihl (1888-1976), diseñadora del 'Huevo de invierno'. © Christie's Images Ltd, 2025

Alma Pihl (1888-1976), diseñadora del 'Huevo de invierno'. © Christie's Images Ltd, 2025

La joven diseñó una pieza atemporal, diferente a todo lo creado anteriormente. Extremadamente delicado, con 14 cm de alto y realizado con la asombrosa cifra de más de 4.500 diamantes, la singularidad del Huevo de invierno reside en el hecho de que se inspira en la simplicidad de la naturaleza. Parece un jardín helado sobre una roca de cristal, realizada en platino.

Es posible que Pihl concibiera el diseño exterior del Huevo de invierno mientras estaba sentada en el taller de Fabergé una mañana tranquila y fría contemplando las formas abstractas que el hielo había creado en las ventanas heladas.

Como todos los huevos imperiales, contenía en el interior una sorpresa. Al abrirse como un medallón aparece una cesta colgante llena de anémonas silvestres, las primeras flores del bosque que florecen cuando la nieve se retira.

La cesta está tejida en platino y engastada con miles de diamantes, la mayoría en talla rosa. "Son diamantes muy pequeños, y no costarían mucho, pero a Fabergé no le importaba el coste del material que utilizaba en sus creaciones. Su principal preocupación era crear una verdadera obra de arte, en la que los materiales estuvieran al servicio del diseño y no dictaran su valor", explica Oganesian. "Por ejemplo, el Huevo de invierno incorpora materiales relativamente baratos, como cristal de roca, pequeños diamantes y cuarzo blanco, pero la artesanía, el diseño y el simbolismo lo convierten en una de las mejores creaciones de Fabergé".

'Huevo de invierno' de Fabergé. © Christie's Images Ltd, 2025

'Huevo de invierno' de Fabergé. © Christie's Images Ltd, 2025

"A diferencia de la mayoría de los huevos de Pascua imperiales, que se inspiran en estilos históricos como el neoclasicismo o el rococó, el Huevo de invierno destaca por su estética moderna", añade Oganesian.

La tradición

De los cincuenta huevos de Fabergé, cada uno una extraordinaria obra de arte única, diez fueron creados durante el reinado del zar Alejandro III.

El regalo de un huevo de Fabergé se convirtió en una tradición de la familia Románov, iniciada por él en 1885 cuando decidió obsequiar a su esposa, la zarina María Fiódorovna, un huevo de Pascua muy especial para celebrar su vigésimo aniversario de bodas.

Encargó a Carl Fabergé la creación de este regalo excepcional; no le importaba el coste, siempre y cuando hiciera feliz a su esposa, a quien amaba profundamente.

Así nació el primer huevo de Fabergé, conocido como el Huevo de la gallina. Aparentemente sencillo, escondía una sorpresa. Al abrirlo, revelaba una gallina dorada con una miniatura de la corona imperial y un colgante de rubí.

Primer huevo de Pascua diseñado por Fabergé, el 'Huevo de la gallina'. Museo Fabergé de San Petersburgo. Foto: Wikimedia Commons

Primer huevo de Pascua diseñado por Fabergé, el 'Huevo de la gallina'. Museo Fabergé de San Petersburgo. Foto: Wikimedia Commons

La emperatriz quedó tan encantada con la exquisita creación que el zar decidió convertirlo en una tradición anual: cada año obsequiaría con un huevo Fabergé a su esposa con motivo de la Pascua ortodoxa rusa.

A partir de 1895 esta tradición continuó con su hijo, el zar Nicolás II, quien encargaba dos huevos cada año: uno para su madre y otro para su esposa, la emperatriz Alejandra Fiódorovna. En total encargó cuarenta huevos más.

Los zares y Fabergé

"El éxito de Fabergé comenzó en 1882, cuando expuso una serie de joyas basadas en antiguos tesoros escitas y griegos en la exposición industrial y artística de toda Rusia celebrada en Moscú", cuenta Margo Oganesian.

"La emperatriz María Fiódorovna compró un par de gemelos con forma de cigarras y Fabergé fue galardonado con una medalla de oro". Tras el primer encargo del huevo de Pascua. Fabergé fue designado "orfebre por nombramiento especial de la Corona Imperial", y la leyenda continuó durante los siguientes 31 años.

Fabergé recibió total libertad creativa para diseñar los futuros huevos de Pascua imperiales. La única condición fue que cada uno contuviera una sorpresa en su interior.

Esto fue documentado por Franz Birbaum, diseñador jefe de Fabergé, en sus memorias de 1919: "Los diseños de los huevos de Pascua no tenían que ser aprobados por la Corte y Fabergé tenía total libertad en el diseño y la ejecución. […] La mayoría de los huevos de Pascua imperiales tardaban casi un año en completarse. El trabajo comenzaba poco después de Pascua y apenas se terminaba para la Semana Santa del año siguiente". Nadie sabía cuál iba a ser el diseño y Fabergé lo mantenía en secreto incluso para el propio emperador.

Aunque para Fabergé los huevos de Pascua imperiales eran un encargo muy prestigioso, también suponían un quebradero de cabeza anual. En ningún momento se consultaba al cliente real, ya que al zar también le gustaba que le sorprendieran.

Nicolás II nunca sabía lo que estaba pagando hasta que le llevaban los huevos en Pascua. La presión sobre Fabergé era enorme. ¿Y si los regalos no estaban terminados a tiempo? ¿Y si al emperador no le gustaba lo que veía? "Los días previos a la entrega fueron angustiosos", escribió Franz Birbaum. "Todo el mundo temía que pudiera ocurrir algo con estos objetos en el último momento".

La emperatriz viuda María Fiódorovna quedó encantada con el Huevo de invierno, pero lo tuvo en su poder menos de cuatro años. Cuando su hijo Nicolás II abdicó en febrero de 1917, los huevos imperiales fueron trasladados a la armería del Kremlin en Moscú para su custodia por el gobierno provisional.

Huevos soviéticos

Tras la Revolución de octubre 1917, los huevos de Pascua imperiales y las joyas de la corona fueron confiscados por el nuevo régimen soviético.

En la década de 1920, el régimen, necesitado desesperadamente de dinero y divisas convertibles, malvendió, por una fracción de su valor, tesoros artísticos del Palacio de Invierno del Hermitage y otras colecciones nacionales, incluyendo muchos huevos Fabergé y pertenencias personales de los Románov, a comerciantes y marchantes de Europa y Estados Unidos.

El Huevo de invierno es uno de los huevos de Pascua imperiales mejor documentados. Fotografías de archivo de la década de 1920 muestran a un grupo de bolcheviques con aire de desaprobación detrás de una mesa repleta de joyas y piedras preciosas.

En algunas de las imágenes, el Huevo de invierno está presente ¡como un pequeño objeto en una venta de artículos usados!

El huevo fue adquirido por Wartski, un coleccionista inglés, a principios de la década de 1930 por 450 libras esterlinas.

Luego cambió de manos hasta que desapareció en 1975. En 1994 fue redescubierto y vendido en una subasta de Christie's en Ginebra por 7,26 millones de francos suizos.

Ocho años más tarde, el 19 de abril de 2002, el huevo volvió a salir a subasta en Christie's, esta vez en Nueva York, donde volvió a batir el récord mundial con 9,58 millones de dólares.

Una combinación de paradojas de la historia y del voluble destino convirtió los huevos imperiales Fabergé, creaciones ligadas a la historia y trágico destino de la última familia Románov, en un símbolo de la revolución, pues su venta sirvió para apoyar al régimen comunista soviético.

Al respecto, Oganesian concluye: "Fabergé fue víctima de los cambios políticos que se produjeron en la Rusia de principios del siglo XX. Obligado a abandonar el negocio al que había dedicado su vida, emigró cuando estalló la Revolución".

"La mayoría de los huevos de Pascua imperiales que creó para los Románov fueron vendidos por el régimen soviético, pero, a diferencia de las joyas de la corona, que en su mayoría fueron desmanteladas para vender las piedras por separado, los huevos sobrevivieron intactos. En ese sentido, somos afortunados: su venta garantizó su conservación, lo que permite al mundo admirar hoy estas extraordinarias obras de arte", añade la experta de Christie's.

El final de Fabergé y los Románov

Peter Carl Fabergé falleció en el Hotel Bellevue de Lausana, Suiza, el 24 de septiembre de 1920. Había escapado de Rusia en septiembre de 1918 disfrazado de mensajero de la legación británica. Su familia está convencida de que murió de pena.

Una noche de julio de 1918, en medio del caos de la revolución, la dinastía Románov también llegó a su trágico final. El zar Nicolás II, su esposa, sus cuatro hijas y su hijo Alexis, el zarévich hemofílico, fueron asesinados en los remotos Urales, en el sótano de la casa Ipátiev, propiedad de un comerciante de Siberia.

A pesar de que las tradiciones de esplendor de Fabergé desaparecieron para quizás no volver jamás, una de las últimas cosas felices que la Casa Románov tuvo de Fabergé fue esta pequeña obra maestra, el Huevo de invierno, un objeto de belleza extraordinaria que simboliza la renovación y la resurrección (del invierno a la primavera), y que representa la desgarradora fragilidad de la esperanza.