Azucena Vieites: 'Pirates on Parade', (Fragmento), 2002,. Foto: RABASF

Azucena Vieites: 'Pirates on Parade', (Fragmento), 2002,. Foto: RABASF

Arte

Azucena Vieites, pura dinamita, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

La artista vasca que ha sido galardonada con el premio nacional de arte gráfico presenta una luminosa retrospectiva en Madrid.

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A la gran sorpresa por la concesión del Premio Nacional de Arte Gráfico 2024 a Azucena Vieites (Hernani, 1967), le sigue la de esta cuidadísima muestra que no solo justifica ante el público general la valía de sus aportaciones a la historia de la gráfica en nuestro país. Sobre todo, es hasta la fecha la mejor exposición de la artista vasca, reconocida hace ya dos décadas con el premio Gure Artea.

Azucena Vieites. Premio nacional de arte gráfico

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. Hasta el 23 de noviembre

Aunque Vieites ha celebrado individuales en los principales museos –recientemente, en Patio Herreriano y, antes, en el IVAM, Museo Reina Sofía, MUSAC y Artium–, nunca antes su gráfica frágil y líquida había estado tan arropada como en estas recoletas salas de Calcografía Nacional, a escala de gabinete histórico. Paradójicamente. Pues su trabajo, enraizado en la precaria escena after punk en el País Vasco a comienzos de los años noventa y anclado en la “verdad” de una melancolía adolescente desasistida entre fragmentos y vacíos, llama siempre a la insurrección. Pura dinamita.

Formada en artes visuales en los años ochenta en pleno debate posmoderno en torno al apropiacionismo, las imágenes de Vieites basadas en la baja cultura popular deconstruyen los mensajes emitidos, mediante técnicas low-fi, como fotocopias, diseño con ordenador de baja capacidad y serigrafías –en la estela de Warhol–.

Al servicio de una estética débil que contesta a la espectacularidad mediática, fragmentando e introduciendo capas que ocultan zonas de imprevisto y dejando a la vista tachaduras: repitiendo una y otra vez los procesos, con los que van apareciendo las diferencias en trazos indecisos.

Coincide, además, en la gestación de su poética en los noventa con una generación de artistas en el panorama internacional que rechaza el glamur del sistema del arte mercantilizado de los “piezones”, para volcarse en el dibujo y otros procesos manuales vinculados a experiencias afectivas como las que reflejaban los ambientes queer bajo la noción performativa del género en disputa de Judith Butler y la epistemología del armario de Eve Kosofsky Sedgwick.

Azucena Vieites: 'Juguemos  a prisioneras', 1993-1997. Foto: RABASF

Azucena Vieites: 'Juguemos a prisioneras', 1993-1997. Foto: RABASF

Tendencia a la que se suma Vieites formando en 1994 el grupo feminista Errekzioa/Reacción junto a Estíbaliz Sádaba. Y línea siempre presente a la que se rinde homenaje con la portada de un ensayo de Kosofsky diseñada por la artista al final de esta exposición inolvidable. Tras el emocionante recorrido, con las puertas abiertas a la sala de planchas y grabados de Goya, constatamos la continuidad natural de Vieites en el hilo de la tradición. Otra sorpresa inesperada.

Premio, por tanto, merecidísimo pero que no hubiera sido posible sin la renovación de criterios y composición del jurado. Esta vetusta institución, con porcentajes pírricos de premiadas y dejada por imposible en las reivindicaciones feministas por la igualdad de oportunidades, ha dado en el clavo al elegir a Azucena Vieites para proclamar un giro radical.