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Daido Moriyama: "Las fotografías son fósiles de luz y tiempo"

La Fundación Foto Colectania de Barcelona reúne en 'A Diary' una selección de obras del fotógrafo que formó parte de 'Provoke', movimiento japonés que liberó la disciplina de la tradición

12 marzo, 2020 10:00

Camina, encuentra, dispara. Este el proceso que sigue Daido Moriyama (Osaka, 1938) cuando sale con su cámara de fotos. Nunca planea las escenas que va a capturar, es algo “espontáneo”, dice, un contacto momentáneo con algo que llama su atención. Entonces enfunda su cámara, aprieta el botón y sigue su camino hasta el siguiente sujeto. Muchas de sus fotos están tomadas en grandes ciudades de Japón, en cuyo caos encuentra una poética que convierte en arte. Una parte de sus fotos se reúne ahora en la Fundación Foto Colectania de Barcelona bajo el título de A Diary, una exposición organizada con motivo del Premio Hasselblad que ha obtenido recientemente.

El título de la exposición fue propuesto, según cuenta el fotógrafo, por la Fundación Hasselblad (la que otorga el galardón que ha cumplido 40 años), quien también escogió las obras. “Las piezas se presentan sin un sentido cronológico y sin responder a una serie determinada. La selección ha sido totalmente aleatoria indagando en mi trayectoria”, comenta Moriyama. Y en este sentido es cierto que sus instantáneas han podido ser tomadas casi en cualquier época o lugar. Su carrera se puede considerar un viaje constante aunque en muchas ocasiones su periplo no le haya llevado más allá de los límites de su barrio Shinjuku, en Tokio, “una de las ciudades más caóticas del mundo”. En otras ocasiones se ha trasladado a Europa o América pero en todas sus tomas hay algo que se repite: unas escenas callejeras crudas que rozan la abstracción.

"Las ciudades son enormes cuerpos formados por los deseos de la gente”

Aunque Moriyama no siempre ha sido fotógrafo. Empezó trabajando como diseñador gráfico pero se hartó “del trabajo de escritorio”, recuerda. “Cuando fui a un estudio fotográfico me atrajo su atmósfera animada, me resultaba muy interesante”. Fue entonces cuando descubrió su vocación y exploró la fotografía con Takeji Iwamiya antes de mudarse en 1961 a Tokio, donde trabajó como ayudante del fotógrafo Eikoh Hosoe en un momento en el que este estaba inmerso en la serie Ordeal by Roses con el escritor Yukio Mishima. Del primero, cuenta, aprendió “qué es la fotografía”, mientras que con el segundo descubrió “qué significa hacer fotografías”.

Tan solo tres años más tarde decidió volar en solitario, una decisión que le posibilitó convertirse en uno de los renovadores de la fotografía de su país y en uno de los artistas más sobresalientes de Provoke, movimiento que liberó la fotografía de la tradición a través de unas imágenes mucho más directas y humanas. A pesar de que esta revista tan solo publicó tres números entre 1968 y 1969, se convirtió en una herramienta de protesta social en el país en un momento en el que las protestas para mejorar las condiciones de vida eran constantes. Los miembros de Provoke rompieron con la fotografía que se había hecho hasta entonces y renovaron la disciplina con el objetivo de liberar a la imagen de la dictadura de las palabras. Moriyama se unió a la publicación en su segundo número atraído por los enfoques radicales con los que él ya había estado experimentando. A pesar de la influencia que este movimiento tuvo, para Moriyama “la fotografía es fotografía” y no cree que haya “diferencias entre Oriente y Occidente en términos de capturar un momento”.  

© Daido Moriyama Photo Foundation

Así, para este artista, a menudo etiquetado como problemático, la fotografía no es un medio para crear belleza sino “la única manera de contar una realidad genuina donde los enormes fragmentos del mundo coinciden con mi situación”. Sus imágenes crudas son fruto de sus incansables paseos por las grandes ciudades japonesas, como un viejo perro callejero que se enfrenta a los espacios públicos. Y es que Moriyama siempre ha pensado que el mundo es un lugar erótico y las ciudades “enormes cuerpos formados por los deseos de la gente”, aunque estos no tienen por qué ser siempre bellos. “La representación de la vida de Daido Moriyama no está censurada y no le teme ni a lo feo ni a lo bello. Se trata de un innovador y una inspiración para personas de muchos campos creativos”, afirman Sarah Walker y Louise Wolthers, comisarias de la exposición.

Además, la mayor parte de sus obras son en blanco y negro y los grandes contrastes que crea en su trabajo obliga al espectador a mirar con cuidado para intentar dilucidar qué nos quiere decir, a mirar más allá. Asegura que le gusta el blanco y negro porque “disimula, simboliza y abstrae del mundo real”. Aunque, precisa, que también trabaja el color. Otro de los rasgos de su trabajo es que algunas de sus instantáneas se nos muestran desenfocadas, una característica personal que defiende de la siguiente manera: “Para mí captar lo que siento con mi cuerpo es más importante que los tecnicismos de la fotografía. No es importante si la imagen está movida o desenfocada. La fotografía no es únicamente nitidez”.

"Las fotografías son piezas de un mundo eterno y fósiles de luz y tiempo”

No son pocas las veces que ha asegurado que él fotografía pero no lo considera arte. Esto responde a que para Moriyama “el mundo real es el ‘arte’ por lo que no requiere ningún enfoque artístico”. Por esa misma razón para el fotógrafo nipón lo principal para haber hecho una buena fotografía es capturar “algo sorprendente en la vida cotidiana”. Y en eso es un experto dado que siempre intenta mostrar “lo que la gente ve y no percibe, aquello misterioso y desconocido de la vida cotidiana”. Ahí reside su singularidad.

Por eso, Daido Morayima, que considera que las fotografías son “piezas de un mundo eterno y fósiles de luz y tiempo”, sigue saliendo a diario a recorrer las calles en busca de eso que el resto no somos capaces de ver aunque lo estemos mirando. “Quiero sacar fotos en la calle hasta que me muera”, asegura. Como un viejo perro callejero.

@scamarzana