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¿Una exposición sin obras físicas?

La Fundación Telefónica inaugura Intangibles, una muestra digital que reflexiona sobre cómo la tecnología puede cambiar el paradigma de las exposiciones de arte

11 octubre, 2019 19:21

Imagina que a través de un archivo sonoro alguien te explica una obra de arte. Esa voz primero te invita a atravesar el jardín, a entrar en el estudio del artista, que desde que se ha mudado a su nueva casa no para de crear. “Cuidado con las cerámicas. Ponte la bata y no mires alrededor”, dice. Te sugiere que cierres los ojos mientras desgrana la composición y comenta la paleta de colores que ha utilizado en su último autorretrato. Ahora, te toca recrear esa pintura en un lienzo digital. Pues bien, esta es una de las nueve instalaciones que la Fundación Telefónica ha ideado para Intangibles, una muestra digital con la que quiere reflexionar sobre cómo la tecnología y el avance digital puede cambiar el paradigma de las exposiciones de arte.

Las nueve instalaciones de las que se compone corresponden a nueve obras de nueve artistas que forman parte de su colección. El objetivo, defiende Laura Fernández, comisaria del proyecto, ha sido “reflexionar sobre cómo nos impacta la revolución digital y cómo esta influye también en el mundo del arte”. Así, se ha hecho hincapié en tres pilares fundamentales de este proyecto: ante todo dar a conocer la colección, situar al visitante en el centro y usar la tecnología para comprender el arte. Además, esta inmersión se verá en paralelo en ocho ciudades de Latinoamérica y España. 

Instalación visual y sonora de la obra de Chillida

“Estamos en un momento en el que nuestra memoria se ha hecho intangible. Ya no acudimos a Espasa o a una biblioteca sino a Youtube”, comenta Daniel Canogar, una de las cabezas pensantes de Intangibles. El artista digital cree que ha llegado el momento de “pensar cómo nos planteamos las exposiciones en el nuevo paradigma digital”. Así pues, tecnologías como VR, fotogrametría, videomapping, 3D o el pintado digital interpretan las obras de Tápies, Chillida, Magritte, Delvaux, Juan Gris, María Blanchard, Roberto Matta y Torres García

Tecnología para amplificar el contenido

La primera sala recrea con tecnología 3D la obra L’appel de Paul Delvaux, artista que en sus piezas compone escenarios en profundidad. Con las gafas virtuales dispuestas en este espacio el visitante puede entrar, literalmente, en el lienzo, recorrer sus recovecos y entender que “los esqueletos que van apareciendo son los que el artista veía en clases de Biología”, comenta Fernández. También surrealista es la pieza La Belle Société, de Magritte, que en sus obras repite con asiduidad algunos recursos ilógicos e irracionales para generar sorpresa en el espectador. El bombín es uno de esos motivos que aparece en esta obra convertida en una experiencia a través del análisis de la imagen que es capaz de distinguir hasta seis figuras al mismo tiempo. El software empleado extrae la posición del visitante en tiempo real y lo convierte en un avatar. La silueta que se genera se proyecta en la pantalla y sobre ella se muestran las texturas y los elementos, como hojas y nubes, que se pueden ver en la obra original. 

El software convierte al visitante en un avatar sobre la obra de Magritte

La experiencia inmersiva llega con Homenaje a la mar III, de Eduardo Chillida, en la que en una pantalla podemos ver diferentes zonas de la escultura del artista vasco al tiempo que escuchamos el sonido del mar gracias a un sonido envolvente recreado a través de 5 canales. En este caso se trata de “entender las cualidades del alabastro que Chillida empezó a usar tras un viaje a Grecia”. Para crear esta instalación tomaron 156 fotografías de la escultura que se escanearon después para poder dotarla de movimiento. Más interactiva es Assemblage amb graffiti, de Tàpies, con la que se han propuesto “que el visitante entienda su etapa de los años 60 cuando ensambla elementos pobres que encuentra en su taller y los introduce en el cuadro”. El artista era un ser filosófico y espiritual y, por tanto, su obra resulta compleja. Por eso, esta instalación utiliza la técnica de la fotogrametría para reconstruir digitalmente las formas y las texturas de su obra. 

Juan Gris es uno de los nombres más importantes de la colección de la Fundación Telefónica y para entender el cubismo Intangibles reinterpreta La guitare sur la table en clave musical con un pared con cuatro líneas a modo de cuerdas de guitarra que funcionará como un instrumento. Al tocar sobre ellas sonará una música que se transformará en una composición cubista e irán apareciendo fragmentos del lienzo. Cómo ver la obra completa dependerá del ingenio del público. María Blanchard, la única mujer que forma parte de los fondos de la institución, es la protagonista de una mesa interactiva en la que algunos elementos de su cuadro Nature morte cubiste, como una espumadera o un tenedor, se han convertido en objetos físicos (y digitalizados) con los que se puede componer una obra cubista nueva y al gusto.

La obra de Roberto Matta se realiza con pinceles digitales

Para Constructivo en blanco y negro de Joaquín Torres García se ha creado una aplicación donde el espectador elige tres palabras (la selección de ellas ha sido realizada por el nieto del artista) y tres símbolos que forman parte de su universo pictórico (en la pared hay una guía en la que se pueden ver los significados de cada icono). ¿Tendría razón Torres García al decir que los símbolos son universales? A partir de las decisiones que los usuarios tomen se irá creando una base de datos con la que se podrá analizar si existe algún patrón de conducta común en los diferentes países en los que se exhibe Intangibles. Tampoco podía faltar Roberto Matta con sus Morfologías psicológicas que en esta ocasión viene acompañada de un pintado digital. El usuario podrá pintar con seis tipos de pinceles y al moverlos por el espacio verá cómo va apareciendo la creación de Matta. Por cierto, cada pincel pinta de una manera diferente.

Con todo, esta propuesta no busca sustituir la experiencia de ver una obra de manera física sino que, como observa Canogar, quiere “reflexionar sobre el acto de hacer una exposición en el siglo XXI”.

@scamarzana