Image: Txomin Badiola

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Arte

Txomin Badiola: "Los artistas cada vez tenemos peor prensa"

1 febrero, 2014 01:00

Txomin Badiola. Foto: Quique Fidalgo

Estrenando galería nos encontramos hoy a Txomin Badiola (Bilbao, 1957). Habitual de Soledad Lorenzo, es uno de los artistas que en el último año han tenido que cambiar de galerista por el cierre hace poco más de un año del espacio de la calle Orfila. Aunque para él el cambio ha sido casi natural, ya trabaja con Moisés Pérez de Albéniz en Pamplona desde 1998 por lo que, en este sentido, nada de traumas. Sin embargo, no le veíamos en Madrid desde 2010 y para el artista lo realmente diferente desde su última exposición aquí "es el contexto político-económico y sus repercusiones en el mundo del arte". Quizá por eso vuelva para trasladarnos al mundo del Capitalismo Anal, que así se llama la exposición, y para hacernos ver que la cultura también ha entrado en esa rueda imparable del consumo que exige una deglución rápida para ser velozmente convertida en basura, en excremento. Nos lo explica.

P.- Capitalismo Anal Capitalism… Sugiere una lectura escatológica del capitalismo como sistema… ¿Qué es exactamente?
R.- Desde hace más de 10 años he venido utilizando en diferentes obras la expresión Anal Capitalism -tomada como una imagen a partir de unas fotocopias de un libro- pero sin mostrar un especial interés en su contenido. La pura resonancia de la tal expresión, su carácter puramente significante la hacía funcionar al ser puesta en relación con otros signos. En esta ocasión, sin embargo, he querido que tenga un papel preeminente, convirtiéndola en un cartel/invitación, que, además, por la parte de atrás incluye un texto que si bien no quiere ser explicativo de lo que pudiera ser el Capitalismo anal -mucho menos de las obras contenidas en la exposición-, sí intenta ofrecer un paisaje de textos que de algún modo están con él relacionados.

P.- Pero entonces, ¿qué significa la expresión?
R.- Si nos atenemos a la propia expresión, esta surge en la conversación entre K. Silverman y H. Faroki a propósito de un film de Godard, Week-end. Haría referencia a un estadio del capitalismo como lógica cultural hegemónica que liquida todo referente de valor, un estadio de la cultura regido por la idea de equivalencia. Algo vale solo en la medida en que es posible su inserción en la cadena del consumo, y su disfrute es cada vez más breve, puesto que lo único que importa es que el mecanismo no se pare. Todo nace con una obsolescencia programada que reduce exponencialmente su uso, siendo su vocación última convertirse cuanto antes en basura, en desecho, en excremento.

P.- ¿Y esto cómo se traduce en la exposición? ¿En qué consiste?
R.- La exposición se compone de dos partes, por un lado está una pieza con sonido de gran tamaño titulada Entelequia y por otro un conjunto de obras -construcciones planas en acero con impresiones y textos grabados- agrupadas bajo el título Capitalismo anal.

P.- ¿Qué tiene de crítica hacia el capitalismo desde dentro (desde la galería, desde el centro mismo del mercado del arte)?
R.- Las obras no son de ningún modo una materialización de las ideas de las que vengo hablando, ni responden (no son respuesta) a las cuestiones planteadas. Naturalmente, su propia existencia testimonia que son hijas (espero que díscolas y descarriadas) de una época como la descrita.

P.- El sistema destruye al arte, me dijo en una ocasión (en el MUSAC, con motivo del Proforma). El sistema capitalista, que es el nuestro, destruye al arte: ¿cómo evitarlo o qué hacer para que convivan puesto que el arte sin el sistema tampoco puede existir?
R.- Pienso que uno de los problemas fundamentales de la cultura actual es la realización perversa por parte del capitalismo de aspiraciones que tenían originalmente un contenido liberador o emancipador, convirtiendo, por ejemplo, el sueño de la igualdad en la pesadilla de la equivalencia, de la indiferencia. En este estado de las cosas se produce, como afirma Badiou, la suplantación del conjunto Arte-Política-Ciencia-Amor , por el de Cultura-Gestión-Técnica-Sexualidad. La diferencia entre ambos conjuntos parece solamente nominal, pero es radical. El segundo conjunto está perfectamente lubricado para funcionar en el engranaje capitalista, el primero siente la obligación del disentimiento, de la discontinuidad con lo dado. El director de cine Godard decía que la cultura es la norma, mientras que el arte es la excepción, en este sentido el arte es siempre contra-cultural, como la ciencia debería ser contra-técnica la política contra-gestión y el amor contra-sexual. Son posiciones muy difíciles de mantener en la cultura actual ya que el sistema juega con el malentendido y lo vende muy bien: cuando, por ejemplo, los políticos venden la gestión (del estado de las cosas), lo que se hace es negar la potencia de la política que intenta cambiarlas; cuando se concibe la ciencia en términos puramente instrumentales se impide la investigación desinteresada que es la que produce, en muchos casos azarosamente, los hallazgos determinantes; lo mismo sucede con la educación, cuando se define un currículo pensando, no en la formación integral de la persona, sino en un individuo adecuado al engranaje técnico-productivo.

Vista de la exposición de Txomin Badiola en Moisés Pérez de Albéniz

P.- Y al arte, ¿cómo le afecta?
R.- El arte está sometido a estos mismos avatares y hay que reconocer que cada vez tenemos peor prensa ya que nuestro trabajo no es sentido como una necesidad por parte de la sociedad. Tan solo cuando entra a formar parte del entretenimiento (y puede ser medido en términos de audiencia) o en el de los bienes de consumo lujoso (haciendo exhibición de los records de precio alcanzados), es decir cuando participa en la lógica cultural capitalista consigue ser valorado y su evaluación coincide con su devaluación.

P.- La subversión de significado es un clásico en su obra: ¿de qué modo están aquí trastocados los significados "capitalismo" y "anal"?
R.- El éxito de la expresión se debe a Silverman y Faroki, al introducirlo yo en un cartel adquiere con un carácter enunciativo muy fuerte que contrasta con lo ambiguo de su significado. Por otro lado habría que estudiar por qué la palabra "anal" pone nerviosas a tantas personas.

P.- ¿El arte no se entiende ya sin el texto?
R.- La noción de "texto", tal y como fue desarrollada por Barthes ha tenido repercusiones en el trabajo artístico al apuntar el hecho de que, tanto si se trata de un texto escrito, como de un objeto cotidiano, de una imagen o de una forma, todos ellos arrastran una discursividad que es la que, a la postre, permite que una articulación de elementos, no importa su diferente naturaleza, sea significante. Si te refieres al hecho concreto de la utilización del lenguaje escrito o hablado, no creo que sea imprescindible, aunque en mi caso sí es verdad que en los últimos años lo he venido haciendo. Mi interés en ello radica en que el lenguaje ins/escrito y el hablado es lugar en el que más evidente resulta la falacia que une inextricablemente la eficacia de la comunicación con el significado, permitiendo un amplio campo a todo tipo de subversiones.

P.- Una de las novedades "impuestas" de algún modo por la nueva galería es la intervención en la fachada, un reto al que se enfrentan con gusto algunos de los artistas que pasan por este nuevo espacio. ¿Cómo la ha abordado en su caso? ¿Ha sido difícil?
R.- Me resistía al hecho de que al final todo consistiera en "decorar" una fachada. Por ello, mi planteamiento ha consistido en colocar la imagen de un telón de teatro -el signo del comienzo y el final de un espectáculo- y utilizarla como fondo para una pegada de carteles que anuncian el CAPITALISMO ANAL. Es curioso constatar el que, mientras se instalaba la imagen de fondo, el público que paseaba por la calle se mostró completamente indiferente, mientras que cuando se comenzaron a pegar los carteles se puso de manifiesto una tensión que hizo que la operación no pasase desapercibida.

P.- ¿Qué proyectos tiene para este año?
R.- Este mes de marzo saldrá publicado por fin en dos gruesos volúmenes el catalogo razonado de la escultura de Oteiza, un trabajo al que he dedicado unos seis años de dedicación y con el que espero dar por zanjada mi vinculación con el mundo oteiciano. Por otro lado estaba preparando una retrospectiva para el Reina Sofia, pero en la actualidad se encuentra en stand by por algún desacuerdo con la dirección que no sé si podrá ser solventado.