Copa del Rey.

Copa del Rey. EFE

Copa del Rey Dieciseisavos de final

Razones por las que la Copa no interesa (y una posible solución)

La falta competitividad, los pocos alicientes de las eliminatorias, las goleadas… EL ESPAÑOL recopila todos los males de una competición que en las primeras rondas carece de interés.

23 diciembre, 2016 02:08

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En algún momento, Montero Glez, columnista y escritor, tecleó que el mayor sacrilegio al fútbol llega cuando “el marcador bosteza de aburrimiento”. Es decir, cuando no hay nadie que abra la lata durante 90 minutos. Pero, visto lo visto, y tras estos ‘apasionantes’ dieciseisavos de final de la Copa del Rey, quizás estaba equivocado. Al final, tan soporífera resulta la ausencia de goles como la abundancia de ellos. Es difícil pensar otra cosa después de las goleadas de Madrid (13 en total), Barcelona (ocho), Sevilla (14) o Atlético (10) en estas últimas semanas. Y sí, están clasificados, pero a quién han resultado interesantes estos partidos. No a mucha gente, desde luego. De ahí estas razones sobre lo poco que ofrece este sistema de competición.


Falta de competitividad


Esto parece evidente. De entre los equipos de Primera, sólo dos equipos han sido eliminados en esta ronda: el Málaga, que cayó ante el Córdoba (4-3) en el segundo partido y el Espanyol, que cedió su plaza en octavos en los penaltis frente al Alcorcón (1-1; 3-4). Favorecidos por el doble partido, el Huesca (2-2 contra Las Palmas) fue el único en resistir en la ida -además de los 'matagigantes' anteriormente nombrados-, pero capituló en la vuelta. ¿Y los grandes? Todos sentenciaron en el primer partido y utilizaron el segundo choque para dar descanso a titulares y foguear a los menos habituales.


Un relato previsible


¿Vería una película que previamente le han contado? ¿Leería un libro si sabe quién es el asesino? ¿Acudiría al cine si ya conoce el argumento y el final de todos los filmes? Desde luego, lo más probable es que no lo haga. La razón: la proyección, lectura o, en este caso concreto, eliminatoria, carecen de interés. De ahí que sólo el primer choque tenga cierto ‘glamour’. En él, los estadios de los equipos pequeños se llenan, por si acaso. Pero ya está. Los grandes llegan, golean y se vuelven a casa. ¿Y el segundo encuentro? Pasa a ser un partido rutinario en el que unos tienen asumido que van a ganar y otros que, simplemente, van a jugar en un gran estadio -de ahí su ilusión-, pero en ningún caso guardan algún mínimo atisbo de esperanza en cuanto a la remontada.


Escasa repercusión y falta de público


Barça, Madrid y Atlético, por poner tres ejemplos cercanos, no llenaron en la vuelta de dieciseisavos de final de la Copa del Rey. La razón, a estas alturas, no conviene repetirla. El caso, en términos económicos, si una competición no tiene interés, pierde a los medios -que dedican sus páginas a hablar de otra cosa- y a los aficionados, que cambian de canal. ¿Y en qué repercute esto? En la publicidad, en los ingresos en taquilla y en los derechos de televisión, inferiores ante esta conjunción de factores.


¿Y cuál es la solución?


Lo ideal, fijando los ojos en Europa, es que la Copa del Rey se jugara a partido único (como, por ejemplo, la FA Cup, la más vieja del mundo, en Inglaterra) y mediante sorteo puro (como la POKAL alemana). De esta forma, todos los equipos estarían en un mismo bombo, habría eliminación directa y podría haber, por ejemplo, un Clásico en las primeras rondas. ¿El problema? Obviamente, los grandes no llegarían, en algunas ocasiones, a jugar las últimas rondas. Ese es el motivo por el que no se cambia, y por lo que se modificó en su momento.