Uno de los mayores placeres cuando hacemos enoturismo es poder comer en una bodega. Hacer un picnic en un viñedo o disfrutar de la gastronomía local armonizada con los vinos que se han hecho allí mismo, es un lujo como pocos. Pero ¿y si además pudiésemos dormir cerca de las barricas?

Abrir la ventana y perder la vista entre las viñas, escuchar el rumor de los pájaros desde la cama y o el tañer de las campanas desde la piscina, son algunas de las propuestas que nos ofrecen los hoteles con los que cuentan algunas de las mejores bodegas de nuestra geografía. Espacios y entornos en su mayoría únicos, que convierten el turismo del vino en una experiencia sensorial que cualquier amante del vino debería experimentar al menos una vez en la vida. Nos alojamos en algunos de ellos.

Hotel Bodega Tío Pepe (Jerez de la Frontera)

Cuenta Antonio Flores, enólogo de la emblemática bodega jerezana Tío Pepe, que su padre practicaba el yoga que había aprendido en un manual en el torreón que ahora da servicio de bar a la piscina del recién estrenado Hotel Bodega Tío Pepe. Y que él mismo nació en la actual habitación número 15. Y es que este acogedor hotel boutique situado frente al alcázar y la catedral de Jerez, está levantado sobre las cuatro casas que hace 150 años habitaron los trabajadores de la finca. En pleno casco histórico y, literalmente, integrado en el conjunto monumental del siglo XIX que conforman las bodegas de González Byass. Historia, cultura y enología bajo el mismo techo.

Una de las habitaciones de Hotel Bodega Tío Pepe.

El Hotel Bodega Tío Pepe es una especie de oasis en el corazón de Jerez. Arriba, una azotea con una coqueta piscina desde la que casi podemos tocar la imponente catedral con la mano y que ofrece una vista desconocida de la misma incluso para los jerezanos. Zona fitness, gimnasio, servicios de masaje y vinoterapia. Abajo, 27 habitaciones decoradas con gusto, en busca de la calma y la desconexión, un patio junto a la hermosa calle Ciegos, la más fotografiada seguro y posiblemente la más bella estampa emparrada de Jerez, en el que los desayunos adquieren un cariz ilustre, y una terraza íntima y tranquila en la que descansar tras un día de turismo con una copa de fino.

Calle Ciegos, en el interior de la bodega Tío Pepe.

Una propuesta culinaria de calidad y elaborada con materias primas locales en diferentes espacios del hotel completan la oferta. Aunque habrá que esperar todavía un poco más para reservar en su futuro restaurante gastronómico, un proyecto de primer nivel en el que nos adelantan que ya se está trabajando. 

“Queremos que este sea un espacio de calma en el que la gente se sienta en casa”, comenta la directora de comunicación del hotel. Y vaya si lo consiguen. Alojarse en el primer Sherry Hotel del mundo es realizar una inmersión total en el universo del jerez, es acercarse a la magia de estos vinos, su historia y su cultura milenaria a través de una experiencia que incluye, además, recorridos personalizados por la bodega, catas singulares, paseos por el viñedo y visitas al archivo histórico y al antiguo botellero.

Piscina y catedral de fondo desde Hotel Bodega Tío Pepe.

*Nota para melómanos y gourmets: Durante los meses de julio y agosto, Tío Pepe Festival acogerá diferentes conciertos en los magníficos jardines de la bodega. Veladas que este año también pueden compaginarse con la experiencia de cenar en tres restaurantes invitados (A Mar, El Cuartel del Mar y Boutade), instalados en tres extraordinarios espacios al aire libre. 

Abadía Retuerta LeDomaine (Valladolid)

“La mayoría de nuestros clientes pasan dos noches y tres días con nosotros”. Nos lo cuenta Enrique Valero, director general de Abadía Retuerta LeDomaine. Sin embargo, después de descubrir todo lo que ofrece este imponente complejo enoturístico, la estancia media se nos antoja demasiado corta.

Atardecer en Abadia Retuerta LeDomaine.

Valero explica el origen de lo que es hoy el enclave de turismo del vino más exclusivo de la ‘milla de oro’ de la Ribera del Duero como una suerte de legado que, de alguna manera, también habla sobre la filosofía de la bodega. “El primer empleado de Abadía Retuerta fue el río Duero. La segunda herencia fue una abadía del siglo XII. Terruño y territorio. Y el tercer patrimonio, el único no heredado, es el humano. El secreto está en el equilibrio entre estos tres pilares”. Aunque para asegurar un futuro prometedor, continúa, hay que añadir nuevas capas de valor que, en el caso de LeDomaine, son el arte y la sostenibilidad.

Desayunos en el claustro de Abadia Retuerta LeDomaine.

Es difícil explicar en un par de párrafos todo lo que se puede ver, hacer y sentir en Abadía Retuerta LeDomaine, y no queremos hacer demasiados spoilers. A modo de resumen, podría decirse que el término del lujo experiencial cobra su máxima expresión en este rincón próximo a Sardón de Duero (Valladolid).

Un hotel 5* con 27 habitaciones dobles y 3 suites (8 de ellas ubicadas en el edificio de las antiguas caballerizas) y una bodega con referencias de alto nivel, ubicados en un monasterio del siglo XII fundado por la Orden Premonstratense en España que mantiene (y multiplica) toda su magia.

Piscina exterior de Abadía Retuerta LeDomaine.

Es el primer hotel de España con servicio completo de mayordomía. Dispone de un Wellness & Spa con la innovadora figura del Spa Sommelier y tratamientos a medida a partir de una cata de vinos y aceites. Y una carta de enoturismo experiencial que incluye actividades como recorrer a caballo, en bicicleta eléctrica o en todoterreno la finca, rodeada de encinas centenarias y viñedos viejos, visitar la espectacular sala de barricas de la bodega y descubrir sus excepcionales vinos de pago, e incluso sobrevolar el entorno en helicóptero. Por no hablar de los talleres de cocina del chef Marc Segarra.

Porque Abadía Retuerta LeDomaine es, sobre todo, un destino foodie. Segarra firma todos y cada uno de los espacios gastronómicos de la bodega, empezando por Refectorio, con una estrella Michelin, una estrella Verde y dos Soles Repsol, cuya filosofía se articula en tres menús degustación que reflejan una propuesta próxima al entorno y que se abastece, en gran medida, de un flamante huerto propio a orillas Duero, justo donde los monjes también cuidaban de sus verduras y hortalizas. 

Marc Segarra y en el huerto de Abadía Retuerta LeDomaine.

El vino inspira, vertebra y ensalza el discurso gastronómico del resto de espacios culinarios de LeDomaine: Vinoteca, para un almuerzo o una cena relajada e informal, con una carta de 40 referencias y casi la mitad por copas; el Pool Bar, ideal para un picoteo ligero a las brasas o un cóctel a los pies de la piscina; y Calicata, la última incorporación, una terraza ubicada en plena naturaleza, entre pinares y viñas, cuya carta, apetecible y dinámica, rescata los sabores de Castilla y León y pone el broche de oro a la visita a la bodega.

*Nota para ‘enoviajeros’ en ruta: Tres gigantes del Duero, como son Abadía Retuerta, Arzuaga y Pago de Carraovejas, han unido sus fuerzas en N-122 Valle del Duero, un proyecto de turismo experiencial y gastronómico impulsado por el éxito de sus restaurantes, Refectorio, Taller Arzuaga y Ambivium, los tres con estrella Michelin. Un plan destino turístico en el que van a suceder todo tipo de cosas.

Hotel Spa Valbusenda (Zamora)

Hace unas semanas hablábamos sobre los vinos de la D. O. Toro, una región vinícola por descubrir, a la que hemos viajado para descubrir un alojamiento especial que nos invita a conocer las bondades de la tierra zamorana, el Eurostars Valbusenda Hotel Bodega & Spa.

Eurostars Valbusenda Hotel Bodega & Spa.

Este espectacular complejo vinícola llama la atención desde la carretera, por sus dimensiones pero sobre todo porque se encuentra en la vega del Duero, rodeado de viñedos y con vistas a un horizonte llano y verde que parece no tener fin.

Situado junto a la bodega que le da nombre y sentido, este wine resort propone vivir y sentir la cultura de vino a partir del diseño y la vanguardia. Un enclave excepcional para conocer el mundo de la viticultura y la enología de Toro en un ambiente de lujo y relax que presta especial atención a la gastronomía local. El Restaurante Nube es el mejor lugar para probar los vinos de la bodega junto con una cocina sencilla, con toques modernos,basada en las raíces zamoranas y con el producto por bandera.

Restaurante Nube, en el hotel Valbusenda.

“Nuestras elaboraciones están cocinadas con ingredientes de la tierra, aplicando técnicas contemporáneas para conseguir elaboraciones delicadas, pero siempre reconocibles y en un perfecto equilibrio”, cuentan.

Aunque sin duda lo que hace que nos cueste marcharnos de Valbusenda es, por un lado, la impresionante piscina exterior con fantásticas vistas al campo y, por otro, un completo spa que aprovecha los vinos y la tradición vinícola de la región para dar lugar al primer Wine Spa de Toro.

Wine Spa de Valbusenda Hotel Bodega & Spa.

Terraceo en la bodega

Para probar nuevas referencias, para reponer fuerzas durante nuestra ruta enoturística o por el simple gusto de disfrutar de una copa lo más cerca posible de donde se ha elaborado el vino, son varias las bodegas que estrenan terraza este año. Te recomendamos algunas.

Terraza Bodegas Montecillo.

La de Montecillo, en Rioja, situada en el jardín de la bodega, con música en directo y bajo un cielo plagado de estrellas; la de Emilio Moro, en la Ribera del Duero, un ‘wine bar’ al aire libre con preciosas vistas a sus viñedos; Caliza, la terraza de José Pariente, en Rueda, recién inaugurada y más que apetecible; y el canalleo bajo la pérgola de Territorio Luthier, en Aranda de Duero, donde tienen lugar sus populares sesiones de astronomía y Dj.