Ubicada en la localidad burgalesa de Haza, en pleno corazón de la D.O. Ribera del Duero y con vistas al viñedo, esta bodega pertenece a García Carrión. El impresionante edificio se encuentra en un enclave histórico y estratégico, pues antiguamente fue una importante fortaleza perteneciente a Juana de Haza, noble de Castilla, quien empezó a plantar viñedos a los pies de su castillo-fortaleza allá por el siglo XII. Las viñas comenzaron a extenderse rápidamente y su fama fue creciendo en todos los territorios por su extraordinaria calidad.

En la actualidad es una construcción de estilo castellano, con una superficie de 20.000 m2 que alberga todas las dependencias de la bodega. En el diseño se ha cuidado hasta el último detalle, tanto a la hora de elegir los materiales -todos ellos procedentes del entorno- como en la disposición de todas las estancias que rodean a un gran patio central. Viña Arnáiz está rodeada por 92 Ha de viñedos propios que producen la uva “Tinta del país”, Cabernet sauvignon y Merlot que se utilizan para la elaboración de los vinos con D.O. Ribera del Duero.

Viña Arnáiz, alta tecnología que respeta la tradición

Una vez prensada la uva se despalilla y se encuba en uno de los 51 depósitos de acero inoxidable que tienen capacidad para almacenar hasta 9 millones de litros.

El vino ya elaborado se somete a la crianza necesaria en una impresionante sala que dispone de 6.000 barricas de roble americano y francés con una capacidad de 225 litros cada una. Se trata de una de las salas más modernas de Europa y primera en España iluminada exclusivamente con fibra óptica, que permite menor consumo energético y evita fluctuaciones de temperatura que podrían afectar a la calidad del vino, además de ayudar al cumplimiento de uno de los principales valores de la empresa que es el de cuidad el medioambiente. 

Finalizada la etapa de envejecimiento en barrica, el vino es embotellado de forma automatizada en la sala correspondiente, capaz de procesar 80 000 botellas diarias, para pasar a continuación al botellero, con capacidad para un millón de botellas, y donde permanecerá el tiempo necesario a terminar de afinarse.

Finalmente, cuando el vino está listo para su consumo, las botellas son empaquetadas para ser distribuidas por todo el mundo.

Otras bodegas del Grupo García Carrión

En la actualidad, García Carrión está presente en 10 Denominaciones de Origen con bodegas y viñedos propios: Toro, Jumilla, Rueda, Rioja, Cava, Penedés, Cataluña, La Manca, Valdepeñas y Ribera del Duero.

Bajo el sello Pata Negra, se llevó a cabo uno de los movimientos más revolucionarios en el mundo del vino en nuestro país, haciendo realidad el sueño familiar de utilizar una marca única para 8 denominaciones diferentes. “La ventaja que nos brinda una sola marca es la de darnos a conocer más y mejor fuera de España, sin tanto lío de nombres y denominaciones de origen”, explica Chano. Actualmente, Pata Negra abarca Rioja, Ribera del Duero, Valdepeñas, Rueda, Toro, Jumilla, Cava y Penedés.

El futuro, nuevos mercados, tecnología punta y relevo generacional

China, Estados Unidos y África Occidental son aún mercados por conquistar para García Carrión. Para conseguirlos ya han comenzado un ambicioso plan de internacionalización que pasa por abrir oficinas con equipo propio y local. Ya cuentan con 10 y la oficina de Shanghai ha sido la última en inaugurarse. “Nuestro equipo actual parece la ONU”, comenta Fala, vicepresidenta de la empresa, con satisfacción.

El foco está también en la renovación de las bodegas y plantas actuales porque, según explica Chano, “hace falta retirar máquinas, no por viejas ni por capacidad, sino porque están surgiendo nuevas tecnologías que las harán mucho más eficientes”. El futuro de la compañía se está escribiendo aún, pero no descartan abrirse a compras y sumarse a proyectos que empiecen desde cero. Si surge la posibilidad de comprar una bodega en Chile, por ejemplo, están dispuestos a valorarlo. 

Con facturaciones anuales que llegan a los 1.000 millones de euros, García Carrión ha recibido numerosas ofertas de compra a lo largo de los años, pero padres e hijo lo tienen claro: ‘su casa’ no está a la venta. “Soy muy sentimental y me gustaría que la sexta generación continuase el negocio”, dice Fala. “No somos una familia muy numerosa, con lo que confiamos en que no haya problemas con el relevo generacional”, añade José García Carrión, Pepe. García Carrión es un proyecto a largo plazo en el que la industria 4.0, la innovación y la internacionalización serán piezas clave para garantizar su liderazgo en el mercado.

Un poco de historia 

Resulta difícil resumir en pocas palabras los casi 130 años que han pasado desde que nació la empresa en Jumilla en el año 1890. Son muchas las anécdotas, los logros y los proyectos que Pepe García Carrión; su mujer, Fala Corujo y su hijo Chano (4ª y 5ª generación) han llevado a cabo para ver cómo JGC pasaba de ser una pequeña bodega familiar de Murcia a tener hoy 15 plantas de producción de última generación repartidas por todo el territorio nacional, estar presente en más de 150 países y facturar más de 1.000 millones al año (es la segunda marca de vinos que más vende en el mundo). Pocas empresas familiares pueden presumir de estas cifras. Y muchas menos ejercer como embajadores de la cultura española por el mundo.

Las claves del éxito de JGC

Una visión global que les hizo salir de Murcia para llegar a 150 países, una planificación a largo plazo que les ha evitado cometer grandes errores así como proyectar muy bien las inversiones, y una confianza plena en lo que hacen. “Creer en nuestro proyecto ha sido esencial”, asegura Fala. “Gracias a eso lo que ayer fue un sueño hoy es una realidad”. 

Pepe, Fala y Chano coinciden en que la innovación, la diversificación y la creación de una marca única son los hitos que han acompañado siempre a esta empresa, unidos a una estrategia de publicidad muy personal dirigida por la propia Fala de la que podemos poner ejemplos como aquella primera incursión en televisión en 1984, coincidiendo con el lanzamiento de su (por aquel entonces no tan famoso) vino en brick Don Simón, una idea totalmente disruptiva en aquellos años pero también una locura cuyos resultados fueron espectaculares. Contra todo pronóstico (y con una enorme confianza en la calidad del producto) en tan sólo un año la marca Don Simón consiguió liderar el mercado de los vinos de mesa, dando paso a otros productos que ya forman parte de la cultura española, como es la Sangría Don Simón.