¡Feliz Año! Ya casi hemos terminado con la Navidad, aunque para mi aún queda el mejor día de todos, de hecho el mejor día de todo el año: el día de Reyes. Y con ella, como no, la receta de roscón de Reyes.

Ya sé, ya sé que tengo más de treinta años y que no debería comportarme así, pero lo siento, no lo puedo evitar, llega el día 5 y me vuelvo pequeña otra vez. Me sigo emocionando con la cabalgata y me sigo acostando super-pronto ansiosa por despertar a la mañana siguiente. En serio. Llevo haciendo lo mismo año tras año y no me importa los años que el espejo me ponga encima, yo sigo igual.

La mañana de Reyes es todo un ritual. Aunque hace años que me emancipé, esa noche la paso en mi habitación de siempre en casa de mis padres. Me despierto temprano (tempranísimo!! muchas veces a las 6 de la mañana ya tengo los ojos como platos y no puedo dormir más pero para mi desgracia, años atrás me hicieron prometer que me aguantaría por lo menos hasta las 8 ) y cuando ya no puedo más,voy sigilosa hasta la habitación de mi hermano.

Carlooooosss, despierta, vamos a ver si han venío los Reyes – le susurro mientras meneo un poco a esa mole de 90 kilos

Antes era distinto; él también se ilusionaba con este día y dando un brinco se levantaba, se ponía sus pequeñas gafas de pasta, y nos íbamos los dos entre risitas a encender la luz del salón. Se hacía la luz y… uaaalaaaaa!!!! Qué de regalos!!! Todo estaba lleno de paquetes de colores sobre nuestros zapatos. “Que han venío! Que han venío!” gritábamos entusiasmados. Ahora no, yo sigo igual pero las cosas a mi alrededor sí cambian. A las 8 de la mañana mi hermano acaba prácticamente de acostarse después de una noche de fiesta, y después de darle unos buenos meneos para que se despierte y rogarle que por favor me acompañe, él me gruñe y me manda a la… muy lejos. Yo no desisto, me niego a ir al salón yo sola, necesito compartir ese momento con él (y lo necesito ya!), porque siempre ha sido así y punto. Así que si hace falta voy al baño y le tiro agua, aunque se enfade, me da igual. Al final, por cansina, consigo mi propósito y viene conmigo al salón, aunque sea refunfuñando.

Y entonces se hace la luz y … ualaaaaaaa!!! Cuántos regalos!!!!

En ese momento, ya me importan menos los lazos familiares, ahí entro en un éxtasis regalil y ya no conozco. Y ahí me veis, con mis treinta y pico, sentada en el suelo, con un pijama de osos y mis zapatillas de perretes abriendo regalos como una posesa y gritando “qué chuloooo!!! Lo que yo quería!!!” (antes esa frase la inspiraba “mi pequeño pony” y ahora la digo al ver una cocotte de Le Creuset; ahí sí he cambiado un poco :P)

Después, mis padres, que han estado escuchando todo desde su habitación y comentando que parece mentira que con los añazos que tengo siga haciendo el panolis de esa manera, se levantan y nos acompañan abriendo sus regalos. Y cuando todos ya tenemos los nuestros, es el momento de desayunar. Mi madre prepara chocolate para todos y lo acompañamos con el roscón de reyes, que es el que pone la guinda a esa mañana perfecta.

Llamadme loca si quereis, pero en este mundo en el que todo es perecedero y casi obsoleto antes de empezar, me gusta que algunas cosas no cambien nunca.

Hoy os traigo la receta para preparar vosotros mismos el Roscón de Reyes. No es demasiado complicado, pero sí hay que tener paciencia porque las masas necesitan mucho tiempo de levado (por eso publicamos la receta hoy, para que os de tiempo de sobra a hacerlo para el día “D”). Sin embargo, si lo haceis os dareis cuenta de por qué esas esperas merecen tantísimo la pena; cuando pruebes el roscón casero no vas a querer comprarlo nunca más. Yo que tú, ni me lo pensaba!

¡Feliz día de Reyes!

Preparación del Roscón de Reyes

Para elaborar un roscón re Reyes empezamos con la preparación de la masa madre, que no tiene mucho misterio, simplemente mezclamos bien todos los ingredientes, hacemos una bola y dejamos reposar bastantes horas (unas 8 como mínimo) a temperatura ambiente (ambiente cálido), a salvo de corrientes o de aire. Lo suyo sería que si quieres hacer el roscón un día hagas la masa madre al menos la noche anterior, para dejarla toda la noche reposando.

Yo suelo empezar 2 días antes y dejo las masas reposar un día entero en un bol grande, tapado con una bolsa o un poco de film y cerca de un radiador (ojo! Cerca es cerca, pero no encima ni debajo dándole el calor directamente, lo ideal es que se encuentre a unos 23 ó 24 grados)

Al dia siguiente, cuando tengas la masa madre hecha, continuamos con la segunda masa. En un bol bien grande (pero grande grande que no veais cómo crece esta masa, que si te descuidas se come tu sofá), mezclamos el azúcar con la ralladura de naranja, seguidamente echamos los huevos, la sal, el agua de azahar y la mantequilla (ojo! tiene que ser mantequilla mantequilla, de la de verdad, ni light ni margarina ni nada. Tened en cuenta que en muchas recetas incluso no echan mantequilla sino manteca de cerdo, así que la mantequilla es la máxima licencia que se puede permitir en el roscón). Mezclamos todo bien.

A continuación añadimos la masa madre que teníamos hecha del día anterior y mezclamos bien.

Por último, vamos añadiendo la harina y vamos amasando. Si puedes ayúdate de unas varillas con accesorio de ganchos amasadores, son perfectos para este propósito. Si no tienes (deberías comprarte unas, que las venden hasta en el Lidl por menos de 15 euros) tendrás que hacerlo a mano, con movimientos firmes y con mucha paciencia.

Cuando hayas agregado toda la harina y te hayas puesto a amasar te habrás dado cuenta de que esta masa es MUY MUY MUY MUY MUY PEGAJOSA, pero mucho. Rebelde como ella sola. Recuerdo que la primera vez que lo hice (no hay que remontarse mucho, fue el año pasado) llegó un momento en el que me desesperé tanto que di un golpe y mandé la masa a hacer puñetas (luego estuve varios días encontrando trocitos de masa en los rincones más insospechados, y sí amigos, lo reconozco, la vida de un cocinillas no siempre es de color de rosa, a veces también nos frustramos), pero bueno, para eso estoy aquí para que no te pase lo que a mi. Para empezar, relajación y pensamiento positivo. Es sólo una masa, no va a poder contigo. Esto es lo que tienes que hacer: coge la tarrina de margarina (mejor margarina que es más blandita que la mantequilla, aunque también puedes usar aceite de girasol) y echa tres o cuatro cucharadas en un cuenco, esto lo hacemos para que no hagas la guarrada de meter los dedos directamente en la tarrina. Coge un poco con los dedos y úntate bien las palmas de las manos. Con las manos bien pringadas observarás que la masa se vuelve muuuuucho más manejable, vamos, que va como la seda. No dudes en repetir la operación de untarte las manos siempre que veas que la masa empieza a rebelarse contra ti.

Cuando tengas la masa ya conseguida con todos los ingredientes bien incorporados, dejala reposar tapando el bol con film transparente hasta que doble su volumen.

Al igual que con la masa madre, a mi me gusta dejarlo todo un día completo cerca del radiador (aunque supongo que con 4 ó 5 horas sería suficiente). La masa sube muchísimo! No sólo dobla su volumen sino que hasta lo triplica, por eso os decía que necesitais un bol muy grande para que no se os desparrame todo.

Una vez ha levado, hacemos dos bolas con la masa (te he dicho ya que esta masa se pega?? Recuerda embadurnarte las manos de margarina o aceite). Puedes hacer dos roscones o sólo uno y congelar la otra bola si quieres. Aguanta perfectamente y con sacarla a la nevera un día antes de necesitarla estará estupendamente.

Vamos a dar forma a la bola, y para ello hacemos un agujero en el centro de la masa y vamos estirando hacia los lados para darle la forma al roscón. Como es escurridizo y muy elástico, para evitar que se rompiera yo lo hice directamente sobre la bandeja del horno forrada con papel vegetal; puse la bola en el centro, metí los dedos donde yo quería hacer el agujero y fui estirando hacia los lados, siempre siempre con las manos bien untadas de margarina.

Si vas a meterle sorpresita, ¡este es el momento! Recuerda envolver el regalito en film transparente y mételo por debajo, levantando un poco el roscón. No te preocupes si se ve un poquito o si se nota “algo raro”, luego cuando el roscón vuelva a levar no se va a notar nada de nada.

Con la forma ya hecha lo dejamos reposar nuevamente hasta que doble su volumen (un par de horas)

Roscón de Reyes (sin fruta escarchada)

Con una bola también puedes hacer

Bueno, seguimos… cuando el roscón ya haya levado con su forma final, ponemos a precalentar el horno a 200º.

Mientras el horno se precalienta, pincelamos el roscón con un huevo batido, y decoramos con la fruta escarchada y las almendras fileteadas.

Además, en un cuenquito, echamos unas 4 ó 5 cucharadas de azúcar y le echamos unas gotitas de agua, removemos hasta que quede una especie de pasta y esparcimos esta mezcla por todo el roscón.

Para terminar, horneamos entre 15 y 18 minutos a 200º (cada horno es un mundo, sácalo cuando veas que a partir del minuto 15 ya tiene buen color)

¡Listo! Ya tienes tu roscón y un olor a naranja y azahar en toda la casa que te va a encantar!

corte del roscón

Espero que os hayais portado bien todo el año y los Reyes también se porten bien con vosotros y si no, siempre os quedará el roscón 😛

Resultado

Hay que reconocer que un buen roscón de Reyes lleva trabajo, aunque más que trabajo lo que se hace “pesado” es tanta espera entre levado y levado de masa, pero en realidad como ahí no hay que hacer nada salvo esperar, pues tampoco es para tanto. Y de verdad os aseguro que merece muchísimo la pena porque está infinitamente más rico que uno industrial o comprado. Si podeis, os recomiendo que lo horneeis un par de horas antes de degustarlo, estando recién horneadito es una auténtica delicia!!

Tiempo: tiempo real de actividad = 1 hora / tiempo incluyendo la espera para que leven las masas = 2 días

Dificultad: 4/5

Digestión: 3/5

Precio: 3 €

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