Blanca García-Orea junto a una lata de atún.

Blanca García-Orea junto a una lata de atún. E.E.

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Blanca García-Orea, nutricionista: "No compres 'atún claro', tiene más mercurio que las latas que solo ponen 'atún'"

Elegir bien el atún en lata es clave para reducir la exposición al mercurio. La nutricionista Blanca explica qué etiqueta conviene evitar al comprar.

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El atún es un producto muy consumido en España, siendo la conserva de pescado más vendida y un alimento básico en la dieta de muchas personas. Su versatilidad y propiedades lo convierten en un alimento interesante, aunque antes de comprarlo hay que tener un aspecto muy en cuenta.

A él se ha referido la conocida nutricionista Blanca García-Orea (@blancanutri en redes sociales), quien ha aprovechado una de sus publicaciones para hacer una serie de recomendaciones básicas a la hora de elegir latas de atún con un menor contenido de mercurio.

Este es un asunto que ha generado una gran preocupación entre los consumidores en los últimos tiempos, y es por ello por lo que da un consejo clave: "Escoge latas que pongan ‘atún’ y no ‘atún claro’", dado que es la que menos materiales pesados como mercurio contienen.

Blanca ha explicado que la confusión entre las diferentes etiquetas que puede llevar este producto puede hacer que se ingieran cantidades innecesarias de un metal pesado que puede tener graves consecuencias para la salud a largo plazo.

El tamaño influye en el mercurio

En su publicación de Instagram, Blanca García-Orea destaca que el atún "claro" procede de peces que tienen un mayor tamaño, de forma que pueden llegar a alcanzar los 200 kilos, además de acumular mayor cantidad de mercurio a lo largo de su vida.

La nutricionista explica que la otra opción disponible en los supermercados es el denominado simplemente como "atún", un pez más pequeño de unos 35 kilogramos, que presenta unos niveles de mercurio notablemente inferiores.

"Lo ideal es no consumir más de una o dos latas de atún a la semana y, siempre que sea posible, optar por conservas en envase de vidrio, lo que evita añadir contaminantes metálicos del proceso de enlatado", recomienda.

Preocupación por la ingesta de mercurio

A lo largo de los últimos años existe una mayor preocupación entre los consumidores por la ingesta de mercurio. Un estudio publicado en Environmental Science and Technology (2003) comparó las latas de atún blanco y las de atún claro, determinando que las primeras tienen un menor contenido de este mineral.

Estudios más recientes de la European Food Safety Authority han alertado del riesgo para la salud de exponerse a metales pesados en pescados grandes, sugiriendo limitar su consumo, especialmente entre la población más vulnerable.

Siendo consciente de ello, Blanca García-Orea ha hablado de otras alternativas de pescado que son más seguras y que tienen un menor riesgo de acumulación de metales pesados, como la caballa y la melva.

Ambas especies son más recomendables para ser consumidas de forma frecuente debido a que tienen una menor carga de mercurio, representando una opción más saludable dentro de las conservas de pescado.

Elegir de forma correcta el tipo de atún y moderar su consumo son medidas clave para la protección del organismo y la salud frente a la exposición a este mineral. La nutricionista recomienda optar por especies más pequeñas, envases de vidrio y un consumo equilibrado.

De esta forma se podrá disfrutar del pescado y de todos sus beneficios de una manera segura para nuestro organismo.

Un riesgo real 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado al mercurio como uno de los productos químicos que plantean mayores problemas de salud pública, siendo la principal vía de exposición de las personas el consumo a través de marisco y pescados contaminados con metilmercurio.

En la misma línea se ha pronunciado la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), que explica que el mercurio llega al medio ambiente a través de procesos naturales y también a partir de actividades humanas como la industria o la quema de combustibles fósiles, entre otros.

La ingesta excesiva de mercurio puede ser muy perjudicial, especialmente para la salud de los más pequeños. Estos daños son muy perjudiciales en el sistema nervioso central en desarrollo y pueden suceder por exposición directa a través del consumo de alimentos o por estar presente en la leche materna.

La salud de los adultos también está en riesgo, especialmente en el caso de las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. Si valoramos la manera en la que el mercurio afecta a la salud, podemos distinguir entre mercurio inorgánico y metilmercurio.

El mercurio inorgánico afecta principalmente al riñón, donde provoca un incremento de su peso, pero también puede provocar problemas en otros órganos como el hígado, así como afectaciones en el sistema inmunológico, el sistema nervioso, el sistema reproductor y en el desarrollo.

Por su parte, el metilmercurio es la forma más tóxica de mercurio, la cual provoca daños con dosis inferiores y se absorbe de manera mucho más rápida por nuestro organismo. Además, puede llegar a una mayor cantidad de órganos al ser lipofílico.

Esto provoca que pueda atravesar con facilidad la placenta y la barrera hematoencefálica para afectar al bebé. Una vez ahí, afecta al sistema nervioso central que está en desarrollo, con lo que ello puede suponer. Además, se han observado efectos sobre la ganancia de peso corporal, la función auditiva y la función locomotora.

Teniendo en cuenta su riesgo, las recomendaciones sanitarias pasan por limitar o evitar los pescados grandes en mujeres embarazadas, de manera que se reduzca el riesgo por los problemas que puede provocar al feto. Igualmente, no se recomienda su consumo por parte de niños de corta edad.