Macetas de albahaca

Macetas de albahaca OlgaMiltsova iStock

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Ni regarlas más ni ponerlas en la ventana: el truco para que las macetas de albahaca del súper no se mueran enseguida

El truco para conseguir que la albahaca de la maceta del supermercado crezca frondosa y poder hacer mucho más que salsa pesto.

Más información: Ni congelarla ni plantarla en macetas: el sencillo truco para conservar la albahaca fresca durante semanas

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No creo que sea yo la única que ha llegado a casa feliz con una maceta de albahaca del supermercado, pensando que podría cocinar pesto cuantas veces quisiera y, a los pocos días, me haya encontrado la planta mustia con todas las hojas secas o podridas.

Si a ti también te ha pasado que tu plantita ha empezado a marchitarse nada más entrar en tu cocina, has de saber que la mayoría de las macetas de albahaca del supermercado están condenadas al fracaso desde el primer día. No es que nosotros seamos "mataplantas".

¿Por qué se marchita enseguida la albahaca del súper?

Las macetas de albahaca que se compran en el supermercado suelen estropearse rápidamente debido a que están diseñadas principalmente para su consumo rápido y no para su cultivo a largo plazo. Estas plantas suelen estar sembradas de forma muy densa, esto es, en una pequeña maceta no hay solo una planta de albahaca, sino muchas plantitas pequeñas muy juntas, para que parezca que hay bastantes hojas.

Al haber muchas plantas, hay una competencia excesiva entre los tallos por recibir luz, agua y nutrientes. Este estrés desde etapas tempranas debilita las plantas, haciéndolas más susceptibles a enfermedades y al marchitamiento. Además, la tierra en la que se encuentran es generalmente un sustrato pobre en nutrientes que está pensado solo para el transporte, no para sostener un crecimiento saludable de las plantas.

Otro factor importante es que, una vez que las tenemos en casa, estas macetas no reciben los cuidados adecuados para su adaptación. A menudo, se colocan en lugares con poca luz natural o las dejamos junto a una ventana achicharrándose al sol y, en cuanto al riego, o se nos olvida regarlas o las regamos en la misma maceta en la que vienen, con un drenaje insuficiente. Todo esto contribuye al deterioro rápido de la planta.

Cómo conseguir que la maceta de albahaca dure mucho más tiempo

En una pequeña maceta de las que se pueden comprar en el súper, sucede lo mismo con otras hierbas aromáticas, no solo en la albahaca, pueden venir, fácilmente, cinco o seis plantas, a veces, incluso más. Cada una de estas plantas, si pudiera crecer libremente, podría llegar a medir unos 40-50 cm de alto y unos 20 cm de diámetro. Si las dejamos en esa maceta, enseguida se debilitan y acaban marchitándose, por eso, lo primero que debemos hacer es preparar una o varias macetas más grandes, con buen drenaje, y un sustrato de calidad, rico en materia orgánica. Si nos gusta utilizar hierbas aromáticas frescas, es buena idea tener a mano una bolsa de sustrato que podemos comprar en algún vivero o tienda de plantas.

Debemos proceder con cuidado al separar las plantas de la maceta original, manipulando las raíces con delicadeza para evitar dañarlas en exceso. Cada plantita debe trasplantarse a una nueva maceta, enterrando las raíces con firmeza pero sin compactar demasiado el sustrato. Una vez hecho esto, es conveniente regar ligeramente para que el sustrato se asiente y las raíces comiencen a adaptarse al nuevo entorno. También podemos trasplantar solo una o dos plantas y el resto de las hojas de la maceta conservarlas como si las hubiésemos comprado ya cortadas en el supermercado.

Por último, para cuidar de nuestras nuevas macetas, debemos ubicarlas en un lugar con buena luz natural, preferiblemente cerca de una ventana soleada, pero sin que les pegue el sol hasta el punto de quemarlas, y mantener un riego regular, evitando tanto el exceso como la sequedad prolongada. La albahaca necesita un ambiente cálido, luz y humedad constante, pero no excesiva.

Una vez que las plantitas hayan arraigado en las nuevas macetas y hayan empezado a crecer es recomendable cortar las flores en cuanto empiecen a formarse, ya que esto ayuda a prolongar el ciclo vegetativo de la planta y favorece la producción de hojas. Si seguimos estos sencillos pasos, podremos disfrutar de unas plantas de albahaca productivas durante semanas o incluso meses.

Para conservar la albahaca fuera de la maceta

Las hojas de las plantitas que hayamos decidido no trasplantar también las podemos conservar durante muchos días haciendo lo siguiente:

  1. Cortamos los tallos para retirar las raíces y dejar los ramilletes como cuando los compramos ya cortados.
  2. Colocamos los ramilletes de albahaca en un vaso con agua, como si fueran un ramo de flores. Debemos asegurarnos de que solo los tallos estén sumergidos y cambiar el agua cada dos días para evitar que se pudra el agua y proliferen bacterias.
  3. Cubrimos las hojas con una bolsa de plástico o las envolvemos con papel film transparente, asegurándonos de que no quede completamente encerrado el ramillete para evitar la condensación, pues eso derivaría en un exceso de humedad y, por lo tanto, aceleraría la putrefacción.

Algunas ideas de recetas sencillas para utilizar la albahaca fresca

Si tenemos en casa unas macetas de albahaca que crecen vigorosamente, podremos utilizarlas para preparar un montón de recetas fáciles como las siguientes:

  • Pesto casero. Trituramos en una batidora o mortero un buen manojo de hojas de albahaca, un diente de ajo, un puñado de piñones, queso parmesano rallado y sal. Añadimos poco a poco aceite de oliva virgen extra hasta obtener una pasta homogénea. Podemos conservarlo durante unos días en la nevera en un frasco de cristal con una capa de aceite por encima. Ideal para pasta, pan tostado o ensaladas.

  • Ensalada caprese. Cortamos tomates y mozzarella fresca en rodajas. Las disponemos en un plato alternando una rodaja de tomate, una de queso y una hoja de albahaca. Aliñamos con aceite de oliva, sal y, si se desea, un toque de vinagre balsámico. Es una ensalada muy refrescante y colorida, perfecta para primavera y verano.

  • Pasta con tomate y albahaca. Cocemos la pasta al dente según las instrucciones del paquete. En una sartén, calentamos una salsa de tomate casera o de bote si es la que tenemos, y justo antes de servir, añadimos las hojas frescas de albahaca. Mezclamos con la pasta y servimos con queso rallado por encima. Rápida, simple y rica, la pasta con tomate de siempre.

  • Sándwich con albahaca, mortadela y queso. Tostamos ligeramente el pan que más nos guste, mi favorito para esto es una buena focaccia. Colocamos dentro rodajas de queso mozzarella o de cabra, tomate en rodajas finas, mortadela y varias hojas de albahaca fresca. Podemos añadir un chorrito de aceite de oliva y una pizca de sal para aliñar el tomate. Cerramos el sándwich y lo servimos frío o con un ligero toque de plancha.

  • Pizza margarita. Extendemos la masa de pizza y cubrimos con salsa de tomate y queso mozzarella rallado. Horneamos según el tiempo que requiera la masa empleada. Al sacarla del horno, añadimos hojas de albahaca fresca por encima. Esto resalta el aroma sin que la albahaca pierda su sabor con el calor.

  • Tortilla de queso y albahaca. Batimos huevos con sal y un poco de queso rallado al gusto. Añadimos hojas de albahaca picadas y vertemos la mezcla en una sartén caliente con un poco de aceite. Cocinamos hasta que cuaje y doblamos como si fuera una tortilla francesa.

  • Agua infusionada con albahaca y limón. En una jarra con agua fría, añadimos unas rodajas de limón y varias hojas de albahaca. Dejamos reposar en la nevera durante unas horas para que se mezclen los sabores. Es una bebida muy refrescante y saludable para el verano.

  • Batido de sandía y albahaca. Troceamos unos 300 g de sandía sin semillas y los colocamos en el vaso de la batidora, añadimos unas 8 hojas de albahaca fresca, el zumo de medio limón y unos cubitos de hielo. Trituramos todo hasta obtener una mezcla homogénea y servimos bien frío. Es un batido muy refrescante y aromático.