Marmitako de atún vasco y patatas guiso.

Marmitako de atún vasco y patatas guiso.

Cocinillas

El plato típico de País Vasco que no se come en el resto de España: rico en proteínas, potasio y listo en pocos minutos

Este plato es más que un guiso de pescadores: es un abrazo cálido del Cantábrico servido en plato hondo.

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La gastronomía del País Vasco es una de las más reconocidas y apreciadas tanto en España como a nivel internacional. Su cocina combina tradición, producto de calidad y una profunda conexión con el mar y la tierra.

Desde pequeños pueblos costeros hasta los grandes templos de la alta cocina, la cultura culinaria vasca destaca por su respeto al producto, la sencillez de sus preparaciones y el sabor auténtico de cada plato. Recetas transmitidas de generación en generación conviven con la innovación gastronómica, creando una identidad culinaria única y muy valorada.

Dentro de esta riqueza gastronómica, los guisos marineros ocupan un lugar especial, y entre ellos, el marmitako es uno de los más emblemáticos.

Nacido de las cocinas a bordo de los barcos de pesca, este plato sencillo y nutritivo ha pasado de ser una comida humilde de pescadores a convertirse en un símbolo de la cocina vasca tradicional.

Elaborado con ingredientes básicos como bonito del norte, patatas, cebolla y pimientos, el marmitako es un ejemplo perfecto de cómo se puede lograr un plato sabroso, saludable y profundamente ligado a la identidad cultural del País Vasco.

El protagonista absoluto es el bonito del norte, un pescado azul que los arrantzales -pescadores vascos- capturaban durante las largas campañas de verano en el Cantábrico.

A continuación mostramos un listado de los ingredientes necesarios para elaborar esta receta para 4 personas:

Ingredientes para el marmitako

  • 600 g de bonito del norte (en tacos, sin piel ni espinas)
  • 4 patatas medianas (aprox. 800 g)
  • 1 cebolla grande
  • 1 pimiento verde
  • 1 pimiento rojo pequeño (opcional, pero aporta color y dulzor)
  • 2 dientes de ajo
  • 2 tomates maduros (o 200 g de tomate triturado natural)
  • 1 cucharadita de pimentón dulce
  • 1 hoja de laurel
  • 750 ml de caldo de pescado (o agua con una pizca de sal marina)
  • 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • Sal y pimienta al gusto
  • Perejil fresco picado (para decorar)

Paso 1

En una cazuela amplia —mejor si es de hierro o barro— vertemos el aceite de oliva virgen extra y, a fuego medio, añadimos la cebolla cortada en juliana, los pimientos en tiras finas y los dientes de ajo laminados. Aquí no hay que tener prisa: las verduras deben sudar, ablandarse y empezar a dorarse levemente, liberando todos sus aromas.

Paso 2

Cuando la cebolla se vuelve transparente y los pimientos comienzan a rendirse al calor, añadimos el tomate, previamente rallado o triturado. Se deja reducir hasta que el agua del tomate se evapore y el sofrito adquiera cuerpo y un color rojizo intenso.

Paso 3

Es entonces cuando entra en escena el pimentón, que se incorpora brevemente —apenas unos segundos— para evitar que se queme, seguido de una pizca de guindilla si se busca un matiz picante.

Paso 4

Inmediatamente, se agregan las patatas “cascadas” (rotas a mano en trozos medianos, para que suelten almidón y espesen el caldo de forma natural). Se remueven unos minutos, absorbiendo todo el sabor del sofrito.

Paso 5

A continuación, se cubre con el caldo de pescado caliente y se incorpora la hoja de laurel. El guiso hierve suavemente durante unos 20 a 25 minutos, hasta que la patata esté tierna.

Paso 6

Y entonces llega el momento más delicado: el bonito. Se añade en tacos, limpio y jugoso, justo al final, con el fuego ya apagado o al mínimo, para que se cocine con el calor residual.

Paso 7

Basta con 3 o 4 minutos para que quede en su punto, meloso y jugoso, sin resecarse. Un reposo breve, una pizca de sal y pimienta, y un toque final de perejil fresco picado.

En el corazón del marmitako no hay artificios ni secretos ocultos: solo ingredientes honestos, de mercado, que cuentan la historia de una tierra y un mar generosos. La clave de este plato reside precisamente en su sencillez.