Guada, valenciana de 40 años, y soltera.

Guada, valenciana de 40 años, y soltera. Cedida

Reportajes

El drama de Pilar, Carlos y los 14 millones de solteros en España: sin amigos, con 40 y en la jungla de Tinder

El número de personas divorciadas o solteras alcanza ya al 36% de la población, con un mayor porcentaje de hombres (52%) que de mujeres (48%). 

13 noviembre, 2021 02:44

Noticias relacionadas

España es cada vez más un país de gente soltera. De hecho, el número de solteros en ambos sexos no deja de crecer en nuestro país. Según datos de la agencia IPG Mediabrands, el número de personas tanto divorciadas como solteras -es decir, gente que no se ha casado nunca- alcanza ya el 36% de la población con más hombres (52%) que mujeres (48%). En total, hay 14,4 millones de personas sin pareja, dos millones más que hace apenas una década, siendo las comunidades de Canarias, Murcia y Madrid donde hay más solteros para conocer. Lo curioso de estas cifras es que los datos también crecen conforme van pasando los años, siendo los 40 la edad media del soltero español.

Pero, ¿por qué la década de los cuarenta es una de las franjas con más solteros en España? ¿Lo tienen más difícil las personas cuando se aproximan o superan la edad considerada como la del inicio a la madurez? ¿Cómo puede conocer un soltero el amor a los 40? Aunque las restricciones de aforo y los cierres del ocio nocturno parecen haber terminado, antes de la pandemia por coronavirus la situación de los solteros en España a esa edad era la misma.

El cambio en los hábitos sociales y la proliferación de la tecnología tienen mucho que ver. Ahora el amor casi no se busca en la barra de un bar o en la pista de una discoteca, sino en una aplicación de nuestro teléfono móvil.

Del bar a la app 

“Mis amigos apenas tienen tiempo para mí”. Pilar es de Valencia acaba de cumplir los 40 y lleva divorciada apenas un año. Tras la ruptura se ha dado de bruces con la realidad: sus amigos tienen hijos, compromisos familiares… y cuando tienen tiempo libre, apenas les apetece sociabilizar. “Es complicado hacer planes con amigos cuando tienes cierta edad. Incluso por desidia les cuesta levantarse del sofá y llamarte aunque sea para ir a una terraza y tomar una cerveza. No me ha quedado más remedio que abrirme un perfil en Tinder”. Las apps para conocer gente, hacer nuevos amigos e incluso conocer el amor se han convertido para muchos solteros y de todas las edades en un balón de oxígeno, sobre todo al llegar a los 40 y tener a la gran mayoría de amigos ocupados en otros menesteres personales y sin aparentemente tiempo disponible.

Las cifras hablan por sí solas: España es el tercer país del mundo con más consumidores de aplicaciones móviles enfocadas a ligar, entre las más conocidas: Tinder, Meetic, Badoo o Grindr. Así lo reflejan los datos de búsqueda recogidos por Google, que sitúan a nuestro país en el podio internacional a la hora de intentar conocer gente o buscar el amor usando internet solo por detrás de EEUU y Brasil. “No me extraña, tengo un par de amigas solteras, también de mi edad, y todas tenemos al menos una aplicación descargada, porque si no cómo conocemos gente nueva. Es toda una odisea”, comenta Pilar.

Según otro estudio realizado por los investigadores de la Universidad Europea, Jorge Ramiro Pérez, Rebeca Cordero y Antonio Silva, miembros del Grupo Conocimiento-Investigación en Problemáticas Sociales, durante el confinamiento de 2020 el uso de estas aplicaciones llegó a alcanzar máximos históricos aumentando un 13,5% en el número de usuarios. Lo llamativo de dicho estudio es que, incluso, hasta el 39,2% de las personas que las utilizaron tuvieron sexo cibernético, el 24,6% llegó a mantener relaciones sexuales reales y, los más afortunados, el 5,3% afirmó haber encontrado el amor durante la cuarentena. “Una vez abrieron el ocio nocturno, hemos sociabilizado más en espacios físicos pero las apps sirven también ya no solo para conocer gente o buscar relaciones sexuales, sino también para conocer gente. Cumplir 40 o más años y estar soltero en una sociedad cada vez más individualizada es complicado”, comenta David, malagueño de 43 años.

Amigos casados y con hijos

David es un reflejo de la situación de miles de personas que entran en la cuarentena, están solteros y deben, prácticamente, confiar su vida social a los contactos que se consigan por estas aplicaciones. “Sí que he conocido gente nueva. No puedo decir que haya conseguido amigas, al menos aún. He encontrado muchas historias fugaces que se han quedado tan sólo en la primera cita. En muchas ocasiones resulta muy difícil dar el primer paso para conocerse en persona. Muchas charlas largas por chat se han quedado en nada”, comenta y añade: “A esta edad la gente tiene planes de vida muy distintos. Tus amigos casados y con hijos van a otro ritmo totalmente distinto. O te adaptas a ellos o sencillamente no los ves. Los solteros como yo frecuentamos otros sitios y tenemos menos responsabilidades. El problema es encontrar gente con tus mismos gustos y que tenga la misma disponibilidad que tú”.

Natasha es inglesa, llegó a España hace unos años. Se casó, tuvo dos niñas y se divorció años después. Está a punto de llegar a la cuarentena y desde hace años es usuaria de aplicaciones como Tinder y Wapa. La pandemia ha puesto a la sociabilización entre las cuerdas. Ya no solo a la hora de conocer gente nueva, también a la hora de quedar con los amigos de siempre. “Es lógico el miedo al virus, pero es ya lo que nos faltaba a la gente soltera que queremos hacer planes y queremos conocer gente. Es normal que en un contexto como este haya más solteros y solteras, nos lo ponen más complicado”. Natasha también cree que mucha gente a los 40 viene con “equipaje”, con problemas propios, historias traumáticas y prejuicios propios que les frena a la hora de ya no solo dar el paso para quedar, sino repetir en una segunda cita. “Estoy cansada de quedar con hombres de entre 35 y 45 años y ver que vienen con muchos traumas mentales de novias o matrimonios anteriores. No tenemos porque ser psicólogas de nadie. Me gustaría conocer gente nueva, sobre todo hombres para poder tener una relación, pero que mentalmente estén abiertos y libres. Si no, seguiré con el casting a través de las apps, ¡qué remedio!”.

Instagram, alternativa

El casting no solo se limita a las mencionadas aplicaciones para conocer gente, también puede ampliarse a redes sociales como Facebook o Instagram, al menos es lo que ha hecho Guada, valenciana de 40 años. “Tinder es ideal para pasar un rato de sexo pero en Instagram puedes conocer más cómo es la persona, analizarla desde otros puntos de vista, ver cómo es en su día a día”. La tecnología se ha convertido para Guada en una aliada para conocer gente sobre todo en un contexto como es el suyo, con hijos preadolescentes y algo más autónomos, lo que le facilita a la hora de quedar con grupos para ir a clases de baile, senderismo… “Estoy convencida que esto no lo podía haber conseguido en la pista de una discoteca. Estoy divorciada, me apetece salir, conocer gente. La tecnología nos ha ayudado a evolucionar a la hora de cómo podemos conocer gente. Podemos hacer una selección con más criterio que en el típico flirteo de una discoteca”.

En el mundo LGTBI, las cosas difieren poco del heterosexual. Al final la soledad es la misma al cumplir los 40, tener la necesidad de sociabilizar y no tener con quién hacerlo, “la pandemia ha sido un buen filtro para saber quienes son tus amigos y quienes no”, comenta Carlos, de Madrid. Su móvil está repleto de apps destinadas principalmente al público homosexual como Grindr, Scruff o Wapo. “He tenido sexo con mucha gente, incluso conocí en ellas a mi anterior pareja, pero es complicado tener esta edad y conocer nuevas amistades que perduren con el tiempo. La gente va mucho a la suya, antes cuando eras más joven era más fácil, adquiríamos más compromiso, ahora somos más pasotas y si no vemos un cierto feeling aunque sea para amistad, no repetimos para otra cerveza”.

Carlos es profesor, tiene inquietudes culturales y artísticas pero cree que en las apps es complicado “conocer a gente que quiera algo más que el sexo”. La opción de conocer otras personas, aunque no estén en la misma ciudad, es otra opción. “Tengo un buen amigo en Alicante que conocí por Wapo pero la distancia es un hándicap, no podemos hacer planes de seguido. En estas apps puedes encontrar gente maravillosa pero que, desgraciadamente, no están en tu misma región”. Laura también es de Madrid, es amiga de Carlos y al quedarse soltera se instaló alguna que otra app, “cuadrar con amigos era complicado, necesitaba sociabilizar y a mí, al menos, la tecnología me hizo conocer al amor de mi vida, el que es ahora mi marido”.

La motivación para usar estas aplicaciones de citas es diferente para cada usuario, y no siempre es la sentimental, no al menos al cumplir los 40. Según una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), para el 36% de encuestados una prioridad es también conocer gente nueva y hacer amigos, a pesar de que el 34% sí tenga la aspiración preferente de encontrar una pareja estable. También un 31% busca tener encuentros sexuales ocasionales. Además, la mayoría de encuestados considera que la fiabilidad de esas informaciones ofrecidas es solo media (60%) e incluso baja (20%). De hecho, un 25% asegura haberse topado con perfiles sospechosos de esconder tras de ellas identidades falsas y un 33% cree que no se puede confiar en los usuarios de estos servicios. A pesar de que el 67% de los encuestados reconoce que este tipo de aplicaciones facilitan conocer a gente sobre todo al cumplir más edad, solo un 29% dice preferirlas claramente para ligar antes que hacerlo en su entorno no virtual.

El sociólogo Georg Simmel defendía que la socialización sólo se presenta cuando la coexistencia aislada de los individuos adopta formas determinantes de cooperación y colaboración que caen bajo el concepto general de la acción recíproca. Una situación que, al cumplir cierta edad, es más difícil de encontrar en gente de nuestro círculo más cercano lo que, a tenor de los datos, nos avoca a conocer gente nueva a través de la tecnología en un mundo con la sociabilización aún no en niveles pre-pandemia.