El presidente Pedro Sánchez ha empezado su participación en la minicumbre de Bruselas pidiendo a los socios europeos, en un perfecto inglés, "ayuda" para frenar la masiva llegada de inmigrantes a nuestro país. El espíritu solidario del 'Aquarius' ha dado paso a la cruda realidad: los llegados en cayucos y pateras a Andalucía y Canarias en los últimos ocho días multiplican por cuatro a los migrantes que navegaban a bordo del barco de Médicos Sin Fronteras.

El Gobierno español, que nunca dejará de ser sensible a tragedias humanitarias como la del ‘Aquarius’ –según declaraba este domingo el presidente Sánchez en una entrevista– quiere, eso si, controlar los flujos migratorios en el Mediterráneo Occidental. En los cinco primeros meses de este año, han llegado más de 8.200 personas por la ruta entre Marruecos y España, cifra que supone un incremento de casi el 60 por ciento con respecto al pasado año.

"Un desafío global"

Y lo más preocupante para España, por lo que pueda suceder este verano en nuestras costas, es que el número de llegadas a Grecia ha caído un 97 por ciento desde la firma de acuerdo con Turquía, mientras que en la ruta entre Libia e Italia la reducción ha sido del 77 por ciento en el último año. Y de ahí, la petición de ayuda a nuestros socios europeos.

A Pedro Sánchez le está llegando de golpe el realismo migratorio. Y este realismo es imprescindible para alcanzar una respuesta común de los países europeos frente a lo que propio presidente ha calificado como "un desafío global". Dieciséis de los 27 países miembros de la UE reunidos en Bruselas se han puesto de acuerdo para trasladar al próximo Consejo Europeo el blindaje de nuestras fronteras y la imperiosa necesidad de crear campamentos fuera de las fronteras de la UE, especialmente en África.

"Campos de concentración"

Asimismo han acordado el reparto de inmigrantes entre los distintos países, bajo pena de fuertes sanciones económicas para quienes no se hagan cargo de su cuota. Es indudable que la creación de esos campamentos –que las ONG’s se han apresurado a criticar duramente calificándolos de "campos de concentración"– no impedirá que el Mediterráneo siga siendo una vía de entrada difícilmente controlable y España, una de las principales puertas de acceso al viejo continente.

Sánchez insiste en que "se pueden controlar los flujos migratorios sin tener que herir ni dañar a un ser humano", pero también es consciente de que va a ser imposible eliminar los CIE en España, como le gustaría, y todavía no tiene muy claro como van a sustituir las concertinas en Ceuta y Melilla. Al menos Pedro Sánchez ya es consciente de que la crisis de la inmigración no se soluciona únicamente dando asilo al 'Aquarius'.