Europa

Agua, fango y caos: así afecta el ataque ruso a Ucrania aunque Zelenski confíe en la contraofensiva

A quien más perjudica el derrumbe de la presa de Nova Kajovka es a quien pretende quedarse en esas tierras, que es el Gobierno ucraniano.

7 junio, 2023 03:19

Mientras el agua del río Dniéper sigue anegando los pueblos de la orilla sur tras el desplome de la presa de Nova Kajovka, Ucrania y Rusia continúan con sus acusaciones mutuas de sabotaje. Es curioso que ninguna de las dos partes contemple la posibilidad de que el desgaste de los intensos bombardeos en la zona junto a un pésimo mantenimiento de la presa por parte de las tropas invasoras haya provocado al final el desplome.

Es cierto que el largo historial de mentiras, actos criminales contra la población civil y recursos desesperados invita a pensar en una acción provocada por Rusia. Más aún cuando la inteligencia de EEUU ha señalado la mano del Kremlin tras el ataque. Pese a todo, Zelenski se mantiene optimista y ha asegurado a su pueblo (muy probablemente con la intención de mantener alta la moral de las tropas) que "la rotura de la presa de Kajovka no afecta a la capacidad de Ucrania de recuperar su territorio". Es decir, no afecta a la contraofensiva.

Sea como fuere, el daño ya está hecho y su magnitud no se sabrá con precisión hasta pasado un tiempo, cuando veamos hasta qué punto la crecida del Dniéper en determinadas zonas arruina cosechas y obliga a deportaciones masivas.

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Aunque de momento no haya señales de peligro en la cercana central nuclear de Energodar, cuyos sistemas de refrigeración se surten precisamente del agua que ahora corre descontrolada río abajo, tampoco se puede descartar que en el futuro haya que cerrar los reactores por miedo a un sobrecalentamiento. Lo mismo se puede decir del suministro a la península de Crimea, buena parte del cual viene también del Dniéper. De momento, en cualquier caso, no parece un problema inminente.

Adiós al ataque más "fácil"

Preguntar a quién beneficia una tragedia medioambiental es algo difícil de responder porque, en rigor, no beneficia a nadie. Ahora bien, a quien más perjudica es, sin duda, a quien pretende quedarse en esas tierras, que entendemos que es el Gobierno ucraniano. Dicho esto, en términos puramente militares, y en medio de la anunciada contraofensiva a pocos kilómetros, sí es bueno intentar analizar cómo afecta lo sucedido a la estrategia ucraniana.

Situación del este de Ucrania.

Situación del este de Ucrania. Cristina Pita

Lo primero será esperar a ver hasta dónde llega el desastre, pero lo que podemos prever es un ensanchamiento del cauce del Dniéper hacia el sudoeste, con la consiguiente inundación de las tierras alrededor... y un efecto contrario precisamente en la zona que va de la central hidroeléctrica a la central nuclear, ya en Zaporiyia, muy cerca de la ciudad clave de Vasiliivka. De ser así, cualquier intento de operación anfibia consistente en cruzar el Dniéper por las bravas a la altura de Jersón capital, como se rumoreó en su momento, queda descartado: no sólo el tramo de agua será más largo, sino que se encontrarán al otro lado con fango y barro, provocando un auténtico caos en aquellas tropas que consigan cruzar sanas y salvas.

Lo mismo podría decirse incluso en las zonas donde las tierras movedizas van a sustituir al agua, es decir, en el eje Nikopol-Energodar. Allí sería más fácil cruzar el río por lo reducido de su caudal, pero al otro lado volverían a encontrarse con un terreno enfangado que no ayudaría al avance de los Leopard, los Abrams y los distintos blindados que Ucrania ha ido adquiriendo a lo largo del invierno y la primavera. Sí podría establecerse una cabeza de puente que ayudara a una acción posterior cuando la tierra se secara, pero eso puede durar mucho tiempo.

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En cualquier caso, esta posibilidad del ataque anfibio ya era de por sí muy remota por lo que tenía de arriesgada. Parecía tener más sentido bordear el Dniéper por la zona de Vasiliivka y desde ahí ir avanzando por la orilla sur del río, "limpiando" la zona de defensas rusas, minas y regimientos. ¿Se puede hacer eso ahora? Esa es la duda, pero en principio no parece haber motivos para decir que no. Podría bastar con dejar atrás esa zona de nadie que va a provocar la subida del Dniéper e intentar la misma operación, pero desde unos cuantos kilómetros más al sur. Es más difícil, por supuesto, pero no imposible.

¿Resistirán las defensas rusas?

Obviamente, hay un factor importante en todo esto: descartado ya por completo el ataque anfibio por el oeste, Rusia sólo va a tener que vigilar un punto de entrada. Ya sabe positivamente que el ataque al sur de Zaporiyia y, sobre todo, de Jersón, va a venir desde el este. No en vano, Ucrania lleva semanas bombardeando el eje Tokmak-Berdiansk y el lunes intentó tomar las ciudades de Novodonetsk y Novodarivka, esta última, a poco más de 100 kilómetros de la central nuclear.

Un hombre camina por las calles inundadas de Jersón tras el derrumbe de la presa de Nova Kajovka.

Un hombre camina por las calles inundadas de Jersón tras el derrumbe de la presa de Nova Kajovka. Reuters

Esto permitirá que las tropas puedan centrarse en un solo punto de defensa, casi en vertical en el eje Vasiliivka-Melitopol... aunque, por lo que sabemos, las defensas hasta ahora se habían organizado en horizontal, paralelas al río Dniéper, en previsión del improbable ataque anfibio. De hecho, no sabemos hasta qué punto se verán dañadas dichas defensas. Es de suponer que habrán de quedar abandonadas, formando una especie de tierra de nadie, como avanzábamos antes, lo que, en rigor, perjudica a Rusia más de lo que la beneficia.

Con todo, Ucrania tendrá que cambiar de estrategia en el frente sur y adaptarse a las nuevas circunstancias. No puede ser casualidad que esto suceda el día siguiente del inicio como tal de la contraofensiva y en ese sentido, es cierto que Putin ha ganado tiempo con su presunta maniobra. Dicho esto, la habilidad hasta el momento del general Zaluzhnyi como jefe del Ejército ucraniano y la de su mano derecha, el coronel general Syrskyi, para adaptarse a los cambios de escenario ha sido notable y, en cualquier caso, queda mucho para ver un posible avance por la orilla sur del Dniéper, quede esta donde quede.

El derrumbe de la presa ha anegado viviendas de los pueblos cercanos.

El derrumbe de la presa ha anegado viviendas de los pueblos cercanos. Reuters

Daños sobre la población civil

De lo que no hay duda es de que el cierre, aunque sea momentáneo, de la central hidroeléctrica de Nova Kajovka tendrá efectos indeseados a ambos lados del río, pues son muchos los pueblos, tanto ucranianos como prorrusos, que dependen de la energía que se produce en la misma. El hecho de que llegue ya el verano y por lo tanto se reduzcan las necesidades de calor y luz ayudará, pero sólo a corto plazo.

[Zelenski: "La rotura de la presa de Kajovka no afecta a la capacidad de Ucrania de recuperar su territorio"]

A falta de concretar responsabilidades, el acto suena a política de tierra quemada. Ante la imposibilidad de mantener los territorios en una lucha frente a frente, probablemente el Kremlin haya optado por inundarlos y hacer de esa zona un lugar invivible durante meses, tal vez años. Este tipo de ataques contra infraestructuras civiles y las consecuencias terribles que tendrán en la vida de los lugareños y en la fauna de la zona se han de considerar crímenes de guerra. Y hasta ahora, los crímenes de guerra sólo se han vitoreado desde uno de los bandos en disputa.