El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valery Zaluzhnyi, asiste a una sesión del Parlamento en Kiev.

El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valery Zaluzhnyi, asiste a una sesión del Parlamento en Kiev. Reuters

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Ucrania estalla contra las quejas de Occidente: "Es como si lucháramos contra Rusia con arcos y flechas"

La ofensiva será larga y tortuosa mientras los F16 no entren en juego y Biden no se decida a mandar los misiles de precisión ATACMS.

1 julio, 2023 02:21

En Kiev están hartos y no les faltan motivos. Desde el mes de febrero, aproximadamente, cuando la cosa empezó a complicarse en Bakhmut y la prensa estadounidense se lanzó a una intensa campaña pidiendo la retirada inmediata de la ciudad "para no malgastar munición y poder preparar la contraofensiva de primavera", las críticas desde Occidente han sido constantes. Primero, por la propia (y exitosa) resistencia en Bakhmut. Después, por dejar pasar la primavera y empezar las hostilidades casi en verano. Ahora, porque es que van muy lentos…

En una entrevista exclusiva a The Washington Post, el jefe del ejército ucraniano, Valery Zaluzhnyi pone los puntos sobre las íes y alerta a Occidente sobre su impaciencia. "Esto no es un espectáculo en el que la gente apuesta desde casa, aquí cada metro se conquista con sangre", afirma Zaluzhnyi con calma, pero contundencia. El general es consciente de que todos los medios del mundo abren sus noticiarios y sus columnas con las últimas noticias del frente… pero no se puede pretender que Ucrania ajuste su estrategia a la ansiedad consumista del espectador. Ellos no eligieron esta guerra. Y no pueden permitirse perderla.

"Me cabrea cuando oigo que vamos más lento de lo previsto", advierte Zaluzhnyi antes de repetir lo que tantas veces hemos escrito aquí: que Ucrania está avanzando, claro que está avanzando. "Una media de quinientos metros cada día", según los datos que maneja el número dos de Zelenski, lo que se traduce sobre el terreno en el cruce del río Dniéper a la altura de Jersón, el asedio a Bakhmut, la reconquista de territorios de Donetsk que llevaban en manos rusas desde 2014 y decenas de kilómetros de terreno recuperado en Zaporiyia, siempre con Crimea en el horizonte.

Inferioridad aérea

¿Por qué no van más rápido? La respuesta es sencilla: no tienen medios. Falta munición -en algunos puntos del frente, Rusia ha dispuesto de diez veces más balas que los ucranianos-, faltan aún varios de los blindados prometidos… y sobre todo faltan aviones. "En la doctrina militar de Rusia y de la propia OTAN queda bien claro que no se puede atacar sin superioridad aérea. Sin embargo, son los propios países miembros de la OTAN los que nos urgen a atacar de todas formas".

Pese a que Biden ha autorizado la formación de pilotos ucranianos en el manejo de cazas F16 estadounidenses, lo cierto es que hasta otoño, en el mejor de los casos, no llegarán los primeros aviones de este tipo. Mientras, Ucrania tiene que luchar contra los Su-35 rusos y su alta tecnología con reliquias de la época soviética.

No solo eso, sino que además tiene que asegurar posiciones terrestres bajo la lluvia de los misiles, lo cual es de una dificultad extrema. Ya defenderse tendría un mérito enorme. Que estén atacando y encima con relativo éxito sobrepasa cualquier pronóstico sensato.

"Veo en el mapa la actividad de vuelos militares por toda Europa y lo cierto es que hay más aviones operativos justo en nuestras fronteras occidentales que aviones rusos luchando aquí", insiste Zaluzhnyi, antes de pedir de nuevo un poco de ayuda: "No estoy pidiendo 150 aviones porque no los necesito. Me vale con menos. Si un tercio de los aviones que están operativos pero sin una misión específica en nuestros países vecinos estuvieran bajo nuestro control, se podrían evitar miles de muertes".

Como luchar con arcos y flechas

Zaluzhnyi, quien junto al general Oleksandr Syrskyi se ha convertido en el gran referente de las fuerzas armadas ucranianas desde que empezara la guerra en febrero de 2022, deja en las páginas del Washington Post una comparación de lo más llamativa: "Si fuéramos al frente con arcos y flechas, todo el mundo nos diría que estamos locos, pero estamos atacando a los rusos en inferioridad aérea y a todos les parece bien". Una manera muy sutil de decir que necesitan armas más potentes y de una tecnología más moderna. Y si no se las van a dar y se tienen que conformar con esos arcos y flechas, por lo menos que no les metan prisas.

En total, el jefe del ejército ucraniano calcula que se han liberado unos ciento treinta kilómetros cuadrados de territorio en estas tres semanas. Por establecer una comparación, Rusia avanzó en su ofensiva de invierno-primavera, que duró seis meses, unos cuatrocientos kilómetros cuadrados, casi todos en las inmediaciones de Bakhmut. Previamente, solo en las operaciones en Jersón y Zaporiyia del pasado otoño, Ucrania habría recuperado en torno a los cinco mil kilómetros cuadrados de territorio.

El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valery Zaluzhnyi asiste a una sesión del Parlamento en Kiev.

El Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valery Zaluzhnyi asiste a una sesión del Parlamento en Kiev. Reuters

En resumen, Ucrania necesita armas y paciencia. La ofensiva será larga y tortuosa mientras los F16 no entren en juego y Biden no se decida a mandar los misiles de precisión ATACMS que pueden alcanzar un objetivo a cientos de kilómetros. En un sentido parecido se pronunció esta misma semana Anthony Blinken, el secretario de estado estadounidense, pero luego llegan las filtraciones interesadas y los grupos de Discord y la tardanza incomprensible en armar a un ejército que, básicamente, está ahorrándole a la OTAN una probable guerra mundial. 

Con las elecciones norteamericanas a poco más de un año de distancia, bien haría la administración Biden en volcarse en este conflicto antes de que una posible derrota electoral deje la Casa Blanca en manos de los que no solo piden una paz inmediata, sino que se declaran admiradores de Putin. Zaluzhnyi, Zelenski y compañía saben que eso puede pasar y ni siquiera la visita de este viernes de Mike Pence, vicepresidente en los tiempos de Donald Trump, les tranquilizará fácilmente.