Volodimir Zelenski, (i) y la ministra de Defensa de Holanda, Kajsa Ollongren (d), visitan la base militar Camp Soesterberg.

Volodimir Zelenski, (i) y la ministra de Defensa de Holanda, Kajsa Ollongren (d), visitan la base militar Camp Soesterberg. Efe

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Zelenski desafía a Putin con ataques a depósitos en territorio ruso para cortar las líneas de suministro

Dichos ataques tienen como fin entorpecer el suministro de combustible al frente, sin el que es imposible hacer avanzar la maquinaria pesada.

5 mayo, 2023 04:08

No deja de ser curioso que, en medio de toda la histeria provocada por la explosión de dos drones de origen desconocido en las inmediaciones de la Plaza Roja de Moscú, las palabras más sensatas hayan venido del terrorista profesional Eugeni Prigozhin, líder del Grupo Wagner: "Parecemos payasos comparando drones para niños con armas nucleares".

Efectivamente, todo huele mal en lo que respecta al supuesto ataque al Kremlin -donde Vladimir Putin, por cierto, no reside- y más bien parece una excusa rusa para agitar el avispero nuclear y volver a incomodar a Occidente ahora que la contraofensiva ucraniana empieza a tomar forma.

Los drones que preocupan a Prigozhin, que sigue pidiendo desesperadamente unas municiones que no llegan o lo hacen a cuentagotas, son los que están cruzando estos días las fronteras con Rusia para atacar refinerías y depósitos de combustible. Ese es el gran desafío de Zelenski a Putin y la estrategia que le está funcionando a Ucrania.

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Dichos ataques, que no afectan a la población civil, tienen como fin entorpecer el suministro de combustible al frente, un combustible sin el que es imposible hacer avanzar la maquinaria pesada ni mover con ligereza a los distintos batallones. Hay que tener en cuenta que Rusia defiende 1.300 kilómetros de frente y que tiene casi todos sus hombres centrados en tres o cuatro puntos concretos del mapa: Kreminna, Bakhmut, Nova Kajovka y poco más.

En ese sentido, los ataques en las últimas 36 horas a las refinerías de Ilsky, en Krasnodar, o Novoshakhtinsk, en Rostov, más el descarrilamiento de dos trenes llenos de combustible en Briansk, pueden ser claves a la hora de determinar el futuro de la ofensiva ucraniana. La idea del alto mando parece ser atacar en muchos puntos a la vez con el fin de que la manta rusa acabe destapando los pies o la cabeza, y una vez se sepa por dónde es posible entrar, hacerlo hasta la cocina.

Un militar ucraniano dispara granadas antitanques en el frente de Bakhmut.

Un militar ucraniano dispara granadas antitanques en el frente de Bakhmut. Reuters

Desde el principio de la guerra, el ejército invasor ha tenido serios problemas de movilidad, lo que provocó la retirada de las tropas de las inmediaciones de Kiev al poco de empezar el conflicto y las posteriores debacles en Sumy, Járkov y Jersón. El mantenimiento de tantísimas tropas es muy complicado y su traslado de un punto a otro lo es aún más, pues todos los movimientos se hacen, por así decirlo, por el exterior, mientras que Ucrania controla todo el centro del tablero y sus movimientos son más cortos.

Si no quieres que tu enemigo pueda tapar agujeros con rapidez y detenga a tus tropas una vez encuentren una debilidad, dejarle sin combustible -o al menos reducir su suministro- parece una excelente idea.

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Es algo que Ucrania ya estaba haciendo con los bombardeos sobre Tokmak, al sur de Zaporiyia, donde se cree que Rusia guardaba buena parte de sus reservas para el frente sur. A las tropas ucranianas siempre les va a poder llegar suministro desde el oeste, pero para Rusia es muy complicado mantener a la vez el frente del noreste (Svatove) y el del sudoeste (Oleshky). 

Menos capacidad de reacción

Para hacerse una idea, el ejército ucraniano tiene que cubrir 635 kilómetros para llegar de un punto a otro, mientras que el ruso necesitaría mover sus unidades 100 kilómetros más. Una diferencia que puede no parecer muy grande, pero que, si se multiplica por el número de camiones, carros de combate y demás medios de transporte de tropas que puede necesitar Rusia, acaba suponiendo un gasto extra en combustible considerable.

Militares ucranianos avanzan en un tanque en el frente de Bakhmut.

Militares ucranianos avanzan en un tanque en el frente de Bakhmut. Reuters

A estos ataques con drones o con HIMARS, hay que sumar los que hemos visto sobre infraestructuras de Sebastopol o Simferópol en los pasados días y las propias acciones de sabotaje de los partisanos de las zonas ocupadas, como en Melitopol. Cada acción, de por sí, de forma aislada, no va a decidir la guerra, pero todo lo que sea retrasar una entrega de munición u obligar a Rusia a prestar atención a una zona que ya creía bajo control ayuda a que se descuiden otros posibles frentes de ataque.

Unas defensas antiaéreas de chiste

Aparte, está la cuestión del dominio del espacio aéreo, algo que, al principio de la guerra, todos los expertos coincidían en que sería la gran baza rusa para el éxito de la invasión.

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Pese al limitado número de equipos antiaéreos que dispone Ucrania -Zelenski siempre urge a Occidente que le envíen más para evitar masacres de civiles como la reciente en Umán o la emergencia ecológica que puede provocar la explosión de la planta química de Pavlohrad-, lo cierto es que Rusia se ha mostrado incapaz de dominar por completo los cielos, con todo lo que eso conlleva: ni ha logrado bombardear masivamente determinadas posiciones de batalla, ni, como se está haciendo evidente, es capaz de detener sencillos drones que se les cuelan por todos lados.

De hecho, la pretensión rusa de que los dos drones que explotaron sobre el Kremlin vinieran de Ucrania supondría asumir que cruzaron 600 o 700 kilómetros de territorio ruso sin que ningún dispositivo los detectara.

Momento en el que uno de los drones es interceptado sobrevolando el Kremlin.

Momento en el que uno de los drones es interceptado sobrevolando el Kremlin. Twitter

Obviamente, eso resulta de todo punto increíble, especialmente con una Plaza Roja cerrada desde hace días por los preparativos del Día de la Victoria y la amenaza autoimpuesta de un ataque terrorista. Ahora bien, que consigan colarse en Crimea o cruzar la frontera oeste de Rusia y causar daños estratégicos ya es suficiente desastre para el ejército de Valeri Gerasimov. 

El alcance de esos daños lo podremos medir según el éxito o el fracaso de los siguientes movimientos ucranianos, pero todo apunta a que está siendo significativo.