Pável Filiátiev, el soldado ruso que ha dicho no a la guerra de Ucrania.

Pável Filiátiev, el soldado ruso que ha dicho no a la guerra de Ucrania.

Letras

Un soldado ruso desvela las vergüenzas del Ejército de Putin: "Nos hundimos en el abismo"

Pável Filátiev, ahora exiliado en París, ofrece en 'Zov' la primera crónica en primera persona sobre la invasión de Ucrania escrita por un militar ruso.

21 enero, 2023 02:10

"Tuve un sentimiento inédito: que no entendía una mierda, que lo que estaba sucediendo a mi alrededor era muy real pero que, al mismo tiempo, parecía un sueño. Ningún vídeo es capaz de reproducir todo aquello, especialmente porque ahí donde sucede lo más interesante no hay reporteros, y los testigos oculares no están para filmar vídeos". Al habla el subsargento Pável Filátiev. 6.ª compañía, 2.º batallón, 56.º Regimiento, 7.ª División de Asalto Aérea del Ejército ruso. Así recuerda las primeras horas del 24 de febrero de 2022, el día en que Vladímir Putin ordenó invadir Ucrania mediante una "operación militar especial" que se ha convertido en una sangrienta guerra de final incierto.

Un estruendo, la vibración de la tierra y un fuerte olor a pólvora despiertan a Filátiev a las cuatro de la madrugada. La columna empieza a moverse. ¿Pero hacia dónde? ¿Cuál es el plan? ¿Hay realmente un plan? El desconcierto pesa más que la adrenalina en la mente del soldado. No hay nadie a quién preguntar, nadie que dé una explicación. "Tú estás amaestrado, no tienes por qué saber nada, simplemente tienes que hacer lo que te manden". ¿Han atacado los ucranianos? ¿Quizá las tropas de la OTAN? ¿O son los rusos los que han abierto fuego? Son los pensamientos que le sacuden internamente.

Pável Filátiev combatió dos meses en la guerra de Ucrania, primero en el frente de Jersón y luego en Mykolaiv, de donde fue evacuado por una infección en un ojo. Ahora vive en París, a la espera de que le concedan el estatus de refugiado político. Para sus compatriotas es un desertor, un traidor. En Zov (Galaxia Gutenberg), un libro que escribió durante 45 días en la aplicación "notas" de su móvil para contar su experiencia y enfrentarla a la propaganda del Kremlin, saca a la luz todas las vergüenzas del Ejército de Putin: órdenes improvisadas sobre la marcha, un mando incompetente, falta de información, pésimas condiciones para los militares, corrupción... 

Pavel Filátiev trabajó una década como entrenador de caballos.

Pavel Filátiev trabajó una década como entrenador de caballos. Galaxia Gutenberg

Su relato es valioso porque se trata de la primera crónica en primera persona sobre la invasión de Ucrania escrita por un soldado ruso. Filátiev, por un lado, dibuja un panorama de militares mugrientos, demacrados y furiosos, con escasez de provisiones y equipamiento bélico, hartos de unos oficiales negligentes, torpes y, en ocasiones, hasta borrachos. Esta narración la contrapone a su regreso al mundo irreal de una sociedad rusa que esquiva la palabra "guerra" y que se nutre de falsedades vertidas a cada minuto por los medios de comunicación. Dice que por revelar y difundir información sobre su servicio podría ser encarcelado durante quince años. No parece importarle, es un idealista, piensa que sus palabras pueden debilitar el régimen autoritario de Putin.

Filátiev (Volgodonsk, 1988), hijo de un militar, se alistó en el Ejército ruso al cumplir la mayoría de edad. Sirvió durante tres años en un regimiento de paracaidistas, como su padre. Pero el "sistema corrupto", el mismo que, denuncia, ha dejado tirados a sus camaradas en Ucrania, cada vez tiene menos prestigio entre los kontráktnik, los soldados profesionales. "En nuestro país, millones de hombres han tenido que irse del Ejército: debido a la falta total de sentido común que impera en él, tuvieron que elegir entre obedecer callados o dejarlo", cuenta. Él optó por entrenar caballos y estudiar la carrera de Historia. 

[Orlando Figes: "En Rusia hay un miedo genético desde las oleadas de terror de Stalin"]

Sus ingresos, no obstante, eran mínimos. Necesitaba dinero para comprarse ropa, también contratar una hipoteca especial para militares. Por eso decidió volver a enrolarse. Y de repente se vio sumergido por contrato en una guerra total, cargando proyectiles de mortero, durmiendo sobre cajas de munición y viajando hacia un destino desconocido en vehículos sin blindaje, incluso sin frenos. El relato de Filátiev, que incluye pasajes de autojustificación que no han convencido a todo el mundo —"no quería matar a nadie, deseaba evitar el derramamiento de sangre", escribe—, hace todavía más inverosímil la creencia del alto mando ruso de poder derrotar a Kiev en un puñado de días.

"Lo que hacemos ahora en el Ejército es tratar de ganarnos el favor de nuestros superiores, en lugar de mejorar nuestra capacidad combativa. Todos lo sabemos y, sin embargo, callamos. Tenemos prohibido airear los problemas; quien lo hace no es trigo limpio, es un traidor. El resultado es que seguimos hundiéndonos en el abismo de nuestra inacción", valora el soldado. "Este Ejército no necesita enemigos, acabará por destruirse él solito (...) Si en tiempos de paz en el Ejército reina el desorden, en tiempos de guerra las cosas solo pueden empeorar", sentencia.

Cubierta de 'Zov'.

Cubierta de 'Zov'. Galaxia Gutenberg

Filátiev describe escenas esperpénticas provocadas por el desorden de las tropas invasoras: tiroteos entre los batallones de la propia columna rusa, heridos que siguen avanzando y acaban muriendo en vez de ser evacuados o una completa pasividad ante los cientos de vehículos civiles con los que se cruzaban y con los pasajeros grabándoles sin disimular. "Qué desastre", resume lacónicamente el soldado ante la pésima protección que les brindaba la estrategia de sus superiores. Detalla, además, alguna atrocidad de sus camaradas: en un puesto de control, a los ucranianos muertos los colocaban sentados sobre los asientos de los coches, les metían un cigarrillo encendido en la boca y les ponían nombres.

El desertor logró escapar de Rusia gracias a la New Dissidents Foundation. Su director, Vladímir Oséchkin, también fundador del proyecto social Gulagu.net, una de las primeras páginas donde se publicó Zov —significa "llamamiento" y alude a las letras pintadas en blanco en los vehículos militares rusos—, ha abierto un proceso judicial contra el soldado para que cumpla un contrato firmado para ceder los derechos del libro a la fundación y a un fondo de ayuda para Ucrania. Filiátiev se defiende diciendo que fue obligado a hacerlo y que le quieren estafar. El "héroe pacifista" se ha metido en otra batalla.