Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en su reciente gira europea.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en su reciente gira europea. Efe

Política MARRUECOS-ESPAÑA

Sánchez, atrapado entre Rabat y Argel, afronta sin aliados internos su crisis política más difícil

Ni su socio de coalición, ni la oposición, ni los aliados parlamentarios, ni Marruecos, ni Argelia apoyan al líder socialista.

21 marzo, 2022 02:18

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Ni la pandemia, ni la crisis socioeconómica, ni los indultos al independentismo catalán, ni el volcán, ni "la guerra de Putin". Antes de lo que ya podría definirse como la crisis del Sáhara, nada había provocado una soledad mayor al presidente del Gobierno desde que llegó a Moncloa, hace ya cuatro años.

La decisión de Sánchez de colocar a España al lado de Marruecos en lo que se refiere al Sáhara ha dibujado un paisaje inédito. Ni su socio de coalición, ni el principal partido de la oposición, ni los aliados parlamentarios, ni los saharauis (claro), ni Marruecos, ni Argelia apoyan al líder socialista.

Por no hacerlo, no lo hace ni el propio PSOE, cuyos dirigentes (evidentemente) callan, pero contienen la respiración ante el sacrificio del Sáhara a cambio de restaurar las relaciones con Rabat. De hecho, la embajadora de Marruecos en España acaba de regresar a Madrid después de haber estado ausente debido al enfrentamiento derivado del caso Ghali.

Unidas Podemos "no comparte" el giro de Sánchez y "seguirá trabajando" por lo contrario. El PP ha exigido su comparecencia urgente y lo ha llamado "temerario". ERC y Bildu lo acusan de violar "el derecho internacional y las resoluciones de la ONU", y junto con BNG, CUP, PNV, Junts, PDeCAT, Más País, Compromís, Nueva Canarias y Coalición Canaria le exigen "explicaciones urgentes" en el Parlamento.

¿Y el PSOE? Fuentes internas del partido se revuelven ante el giro de 180 grados dado por el presidente, traicionando lo que recoge el programa electoral con el que ganó las elecciones, que garantizaba "el derecho de autodeterminación" del pueblo saharaui. "Es que esto es peor que lo de Irak", alegan, "aquello era político, pero el Sáhara es sentimental".

Efectivamente, en la Ejecutiva del Partido Socialista no son pocos los que han viajado como activistas a los campamentos de Tinduf. Y otros tantos, incluso, son los líderes del PSOE que tienen adoptados niños saharauis, con estancias temporales en verano o durante cursos académicos completos.

La vecindad sur

El viraje del Gobierno de Sánchez lo deja sin un solo apoyo interno... pero es que sus contrapartes extranjeras tampoco están actuando como esperaba Moncloa.

Además, el Frente Polisario lo llamó "cobarde" e "hipócrita" por "claudicar ante el chantaje de Marruecos". Mientras, Rabat y Argel dicen una cosa en privado, pero hacen la contraria en público.

Exteriores ya teme que Marruecos le podría haber engañado con las garantías "a la integridad territorial" porque, en la lectura de sus comunicados, no aparecen las palabras "Ceuta", "Melilla" o "Canarias". Así que a la hora de interpretar lo que queda negro sobre blanco, que es la base de la diplomacia, Rabat podrá alegar cuando quiera que una cosa es lo que entiende España por su territorio y otra cosa lo que siempre ha entendido Marruecos.

Y, por otro lado, en el departamento de Albares se vivía este domingo entre el estupor y el enfado absoluto con el Gobierno de Argelia. "En Exteriores están que trinan", explicaba un ministro en conversación con este diario.

José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores.

José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores. Efe

No sólo Sánchez dio detalles al presidente Abdelmajid Tebboune el 6 de marzo, como ya informó este diario, sino que "habló José Manuel Albares con su homólogo, Ramtane Lamamra, y con el embajador antes de darse a conocer la noticia", añadía este ministro.

...un detalle que (ojo) contradecía la versión que mantuvo la misma Moncloa el viernes.

Entonces, fuentes muy cercanas al presidente español alegaban que el Gabinete Real de Mohamed VI se había precipitado al publicar la carta de Sánchez. Que no contaban con ese adelanto de los acontecimientos. Y que, en todo caso, esto no tenía "nada que ver con el Sáhara ni con Argelia", que era "un acuerdo con Rabat" para "inaugurar una nueva etapa de respeto mutuo...".

Y, de hecho, los informes de Moncloa indican que se avecinaba una primavera caliente de pateras a Canarias y Andalucía, y de asaltos a las verjas de Ceuta y Melilla. En Marruecos, la escasez de materias primas -por la guerra en Ucrania- y de suministro de energía -por sus tensiones con Argelia- provocarán una crisis económica a Rabat que hacía falta conjurar con antelación.

De ahí la urgencia de cerrar el acuerdo y las condiciones impuestas por la UE al Gobierno de Mohamed VI en la firma de los 1.600 millones de ayuda presupuestaria para los próximos cinco años. "Tenemos a la UE detrás", apunta un colaborador cercano a Sánchez.

Pero en un juego a tres bandas Madrid-Rabat-Argel (contando con que los saharauis ya son sólo peones en esta partida), la ventaja comparativa la tienen los marroquíes y los argelinos. Y eso podría no haberlo terminado de medir Madrid.

Los primeros, porque manejan el grifo de la inmigración ilegal, las fronteras de las ciudades autónomas españolas, el Paso del Estrecho, y la presión sobre las aguas canarias. Y los segundos, porque de su gas depende la economía española hoy y la europea, supuestamente, mañana.

"Como pasa habitualmente en política, los argelinos no han aguantado la presión interna y ahora no reconocen que lo sabían", alega este ministro al habla con EL ESPAÑOL. "Seguimos pensando que es escenificación, a un nivel muy alto, pero escenificación", continúa. Y añade, mostrando debilidad: "Esperemos"...

La dialéctica del acuerdo

Parte del trabajo de Moncloa y Exteriores en estos últimos ocho meses de negociaciones con Marruecos, sólo abiertas tras la llegada de Albares, ha sido buscar antecedentes en la historiografía de las posiciones españolas respecto al Sáhara Occidental.

Porque, ya entonces, el nuevo ministro ofreció "un diálogo sin límites" a Rabat, eso sí, exigiendo "garantías sobre Ceuta y Melilla" a cambio. Es decir, que la resolución iba a ser ésta, sí o sí, antes o después.

Había que hallar antecedentes que sustentaran el cambio copernicano del abordaje al asunto del Sáhara. Documentos que avalaran a Pedro Sánchez como un presidente lleno de audacia pero, al mismo tiempo, lejano a la osadía. Dos términos que la Real Academia considera sinónimos, pero en cuyo hueco de matices hay que colocar el mensaje diplomático.

Es decir, que si hay que avisar antes a Argelia de esta decisión -"el Gobierno español informó previamente al argelino sobre la posición de España en relación al Sáhara", asegura Exteriores-, lo cierto es que no se puede argumentar con aplomo que "esto no va sobre el Sáhara, y es sólo un acuerdo de España y Marruecos".

El presidente del Gobierno, en la entrada principal de Moncloa.

El presidente del Gobierno, en la entrada principal de Moncloa. Efe

Algo que tampoco encaja con ocultárselo a tu socio de Gobierno, porque alegas que no te fías de Unidas Podemos, en este caso, "dada su posición esencialista respecto al Sáhara".

Ni con evitar la comunicación con el Partido Popular, que se enteró por la prensa. "De hecho, me estás informando tú", le respondía a este periódico la portavoz de Exteriores popular, Valentina Martínez Ferro, casi pataleando.

"Si no nos comunican previamente la ruptura de un consenso fundamental de cuatro décadas, ¡no nos dejan más salida que oponernos, porque están saltándose la legalidad internacional y no tenemos información de cuál es la apuesta para poder matizarnos!".

Tampoco cuadra ese inicial relato monclovita, con otro de los razonamientos puestos sobre la mesa estos días. Desde el viernes se dice que "esto no va sobre el Sáhara" y, sin embargo, se alega que "este enfoque está alineado con la última resolución de Naciones Unidas y ya lo impulsó Zapatero en 2008".

Los equilibrios dialécticos, a la vista de que lo que dicen las fuentes oficiales para tapar un hueco del argumentario, por un lado, y una grieta política por el otro, desnudan a Moncloa y a Exteriores.

Si el entonces presidente del Gobierno ensayó aquella solución, ¿por qué entonces no valió? ¿Y por qué habría de valer ahora? Si Zapatero lo hizo "con el apoyo de EEUU, de la UE e incluso del PP", como apuntan fuentes muy cercanas a Sánchez, ¿qué falló?

El PP responde a eso, muy fácilmente, con los lamentos de su ninguneo actual: "Les damos todo el apoyo con Ucrania, y nos llaman 'indecentes' en el Congreso. Nos piden discreción con Marruecos, se la damos... y se atreven a esta pirueta sin contar con nosotros".

Por otro lado, si lo que no funcionó hace 14 años fue que los saharauis y, por tanto, Argelia no aceptaron la componenda, ¿qué haría que en este momento sí lo hicieran? La explicación, como ya informó este periódico, está en el gas: con la materia prima que le aporta el 90% del PIB al país magrebí a un precio entre 20 y 30 veces superior al de hace un año, Argel no querría perder su oportunidad histórica. 

...y estaría dispuesta a sacrificar el Sáhara y su bronca eterna con Rabat a cambio de dar un salto económico. "No tienen incentivo para un conflicto mayor, en este momento les conviene la estabilidad", apunta un ministro.

Es decir, realpolitik de toda la vida. La misma que habría motivado a Sánchez a no sólo romper un consenso histórico de los Gobiernos de la España democrática; el derecho internacional y sus compromisos explícitos con el enviado de la ONU, Staffan de Mistura; la confianza con Yolanda Díaz y la unidad de la coalición; y hasta su propio programa electoral.

La misma que, a la vista de que "la política exterior la marca el presidente" y no tiene que pasar por el Congreso, le ha permitido hacerlo. Pero que tiene ahora aislado a Sánchez, sólo con el impulso de Washington, la confianza de Bruselas en que haya acertado... y nada ni nadie más.