Política CRISIS EN EL PP

La crisis del PP se resolvió a gritos: así fueron los últimos días de Casado en el búnker de Génova

Así despidió Feijóo a Casado: "Los militantes que te eligieron ya no veían un referente en tu dirección. Hay cosas que no hay que dejar en manos de otro".

27 febrero, 2022 03:18

Antes de la cita del miércoles que cerró la crisis del PP, los barones estuvieron negociando, en conversaciones cruzadas y a través del WhatsApp. Sobre todo, desde el domingo. Una afirmación cayó en uno de esos chats como una sentencia, y después se viralizó en las siguientes conversaciones escritas: "Pablo y Teo están fuera de la realidad".

¿Qué era eso de que "resistimos"? ¿Cómo podía el secretario general salir el lunes de Génova diciéndole a EL ESPAÑOL "seguimos adelante"? ¿Cómo podía el presidente estar convencido, todavía, de que "lo de Ayuso lo arregla la Fiscalía en un mes"?

¿Y cómo podían estar deseando "arreglarlo" cargándose al "mejor activo electoral" del PP, y por la vía judicial? ¿Cómo podían pensar que eso era bueno para el partido? ¿En qué cabeza cabía seguir creyendo que, con más de media dirección ya en desacato, y las bases en desbandada, iban a aguantar?

¿Y a qué precio?

"Es que nos hundimos. Yo lo vi entonces, en los primeros 80. Era muy jovencita, pero me acuerdo de cómo vi derrumbarse la UCD", confesaba Elvira Rodríguez, una de las que se rebelaron en el Comité de dirección del lunes.

¿Existió el 'casadismo'?

Casadismo es un término nuevo, que no se ha acuñado más que en contraposición al ayusismo, una ola enorme, en proporciones de tsunami, que acabó por tragárselo en apenas siete días.

Nació con el ayusazo del 4-M. O quizás antes, durante la pandemia. O tal vez más atrás, cuando la candidata desconocida consiguió gobernar Madrid en 2019, "a pesar de que las encuestas nos daban 22 escaños al inicio de la campaña", explica ella. O, ¿por qué no?, cuando el propio Pablo Casado la designó candidata, en contra de toda opinión.

"Es buena, la conozco bien", dijo entonces a quienes lo miraron con los ojos como platos. Su nombre, el de Isabel Díaz Ayuso -"sí, esa chica tan mona que lleva la comunicación del partido en Madrid"-, había salido en una comida del equipo inicial de Casado... el ayusismo, los ayusers, no importa cuándo nacieron. El hecho es que "si pone pósters a la venta en la Fnac, los agota", explica una asesora que nunca ha trabajado para ella, sino para otro de los personajes de esta historia.

Pero, ¿el casadismo? "El casadismo no existe. Pablo se muere sin que nadie sepa quién es", remata el diagnóstico. "Ni qué piensa, ni qué le gusta, ni qué odia. Al menos, Teo era un cabrón, escupía aceitunas, hacía maratones... Teo era un buen malo. Como personaje, Casado era un don nadie".

Puestos a preguntarnos cuándo empezó esta historia, podemos remontarnos al otoño de 2020. Hace ahora 15 meses, un portavoz adjunto en el Congreso se confesaba en la cafetería del Congreso: "Se lo hemos dicho a Pablo, los modos de Teo son terribles, no se puede ir por ahí pegando tiros". ¿Y él que te contesta? "Que sí, que el problema es que le ha entregado todo el poder... pero que eso es así".

Ilustración: Tomás Serrano.

Ilustración: Tomás Serrano.

Pero después de esta larga semana de bronca, cuchilladas y muerte, centremos el relato en quién le dijo qué a quién y cómo fueron los últimos días de Casado en el búnker de Génova: desde que salió de la Cope, camino de su despacho en la séptima planta, y el teléfono no dejó de sonar, hasta que se quedó solo y abandonó el despacho el miércoles de madrugada.

-Cuando te vas, es tan rápido... el teléfono ya no suena más, -contó una vez Felipe González, el del otro búnker, el de Moncloa.

Viernes, 18

"Aquella entrevista fue improvisada", explica una persona cercana al presidente -ya sólo nominal- del PP. "La llevó sin preparar", añade un barón al habla con este periódico, "y se lio, dijo cosas de más". Casado "se enrocó, y acusó sin pruebas a Díaz Ayuso de corrupción, era una huida hacia delante".

Y eso no se hace, "de ningún modo". Añade otro de los líderes territoriales, siempre al lado del líder hasta el pasado fin de semana. "En ese momento, todos los barones supimos que ya no valía con la cabeza de Teo".

-Al que le tenían ustedes ganas, desde hace tiempo, no me diga que no.

-Eso es otra cosa, pero sí, es cierto. 

Lo llamaron los barones, los principales, Feijóo el primero. Y le dijeron de todo y por su orden. Entre otras cosas, que sin quererlo, "en lo de Carlos Herrera, había echado la última palada de su tumba".

El todavía presidente llegó a su despacho, y recibió el comunicado de Isabel Díaz Ayuso.

En su lectura, Casado quedaba sin cobertura alguna. Si nunca la tuvo fáctica -porque no podía demostrar los supuestos hechos "presuntamente delictivos o, como mínimo, poco éticos" de la presidenta madrileña en el contrato de las mascarillas-, ahora quedaba desnudo del todo: la cifra de "283.000 euros cobrados por el hermano" quedaba reducida a 55.850. Y la explicación implicaba a la dirección de Génova en un posible delito de revelación de secreto bancario.

"Y cuando el rey está desnudo, con todo el respeto, Pablo, te lo tenemos que decir", le dijo el lunes Andrea Levy... pero no nos adelantemos.

La larguísima rueda de prensa de los consejeros madrileños, con contratos, auditorías, visados de la Cámara de Cuentas y demás, no aportaba nada, pero le servía a Ayuso -todavía su rival- para aparentar transparencia y reafirmar su victimismo. Casado llamó a Teo, se reunieron a primera hora de la tarde y, juntos, decidieron llamar a la presidenta.

-Isabel, soy Pablo, vente al despacho.

-Estoy en una comida, iré cuando esto acabe.

La lideresa estaba, en ese momento, en un almuerzo con un grupo de periodistas, con los que suele citarse cada cierto tiempo. Reuniones informales, en off según el argot. Y, según confesó más tarde, al ver el nombre del presidente del partido en su móvil, se sorprendió: "No hablábamos desde septiembre", cuando él le pidió explicaciones, y ella, cuatro días después, se las creyó haber dado por WhatsApp... cuando la guerra fría entre Génova y Sol se convirtió en un intercambio de bombardeos.

"Bueno, guerra sólo por parte de ellos", reponen, con casi las mismas palabras, colaboradores directos de Teo y de Casado. "Recuerda que nunca te hemos llamado o intoxicado contra Ayuso"... curiosamente, algo muy parecido alegan del otro lado: "Lo que ha hecho Isabel ha sido responder y nada más, a las insinuaciones y filtraciones de Génova". 

Pablo Casado junto a Teodoro García Egea y Pablo Montesinos.

Pablo Casado junto a Teodoro García Egea y Pablo Montesinos. EP

La reunión con la presidenta madrileña fue un completo fracaso. Casado le dijo que se podía dar "por satisfecho" con las explicaciones de la mañana, aunque le afeó "no haber mandado esos papeles en septiembre", cuando los había reclamado. Y le ofreció cerrar el expediente recién abierto, el jueves, si ella emitía un comunicado, afirmando que "nunca" fue investigada por Génova.

Ayuso, que sabía que los papeles de la mañana no aportaban nada al meollo de la cuestión -el cobro de dinero por su hermano en un contrato público-, se negó a aceptar la condición: "Me habéis investigado a mí, a mi familia, a mi ex, a mi novio... y me habéis tirado mierda con filtraciones", le espetó. La guerra la había empezado él, de la mano de Teodoro, "con acciones mafiosas", y ya no había vuelta atrás.

Sábado, 19

De todo esto, nadie se enteró hasta el sábado. Ni los periodistas que comían con Ayuso el viernes pudieron saber con quién había hablado por teléfono -"ella siempre lo pone en silencio y boca abajo, para centrarse en lo que está", explica uno de sus asesores a este diario, "pero, no sé cómo, supo que era el presidente y salió del reservado a una sala contigua para hablar"-, ni Génova comunicó nada del encuentro... hasta que lo hizo el equipo de la lideresa.

"Es lo de siempre de Teo, nunca es capaz de trazar una estrategia, sólo es reactivo", apunta uno de los diputados levantiscos que el martes firmaron, en nombre de la dirección del Grupo Parlamentario, una carta pidiendo la salida del secretario general y la celebración de un congreso extraordinario.

-Génova exigió... y la presidenta se negó -contaba una nota del equipo de Ayuso.

-Génova incorpora la información... para cerrar el expediente satisfactoriamente -reponía el equipo de García Egea, absolutamente debilitado ya.

"¿Cómo cierran un expediente abierto por las acusaciones de Ayuso a cambio de unas explicaciones de un contrato, que además no explican nada? Es una bajada de pantalones", comentaba a este periódico, desde su casa, un presidente autonómico popular. 

Domingo, 20

La manifestación improvisada del jueves, había sido sólo un ensayo. Mariachis, un motorista con un ramo fúnebre para Casado, un dinosaurio de pega y más risas que indignación. Pero sirvió de primera profanación. Puso en los periódicos la foto de ayusers protestando contra Casado. Y eso animó a muchos... casi 4.000 personas llenaron la vía madrileña, desde la plaza de Colón hasta la de Alonso Martínez, el domingo por la mañana.

-"¡Teodoro al inodoro!".

-"¡Casado, no insistas, no somos socialistas!".

-"¡Ayuso presidenta!".

Pablo Casado trataba de pasar el día en familia, "devastada por la injusticia", confesó el miércoles en la reunión con los 17 barones. Pero, evidentemente, vio las imágenes de la sede nacional del partido.

Manifestación ayusista a las puertas de Génova 13 contra Casado.

Manifestación ayusista a las puertas de Génova 13 contra Casado.

Teo García Egea le insistía: "No hemos hecho nada malo, sólo hemos querido salvar la limpieza del partido". Muy bien, pero ¿ante el levantamiento del pueblo popular, qué hacemos? "Tenemos a los líderes provinciales con nosotros, y tenemos razón, esto es una crisis, pero pasará".

Esa tarde, el PSOE anunció que llevaría a la Fiscalía "más documentación sobre los contratos a dedo de Ayuso" y de los cobros de su hermano. Y el presidente, todavía presidente, decidió confiar en las palabras de su número dos.

Casado convocó a sus fieles, de urgencia. Los 14 del Comité de dirección se reunirían el lunes a las 11.00 en Génova. Con ellos, pretendía dar "imagen de unidad".

Junto al equipo del secretario general, elaboró una explicación a lo del extraño cierre del expediente, que dejaba todo en manos de la Justicia: el partido no puede investigar las acciones de un Gobierno autonómico, se da por "satisfecho" con las explicaciones, transmite a la prensa que "confía en que lo sostenido por la presidenta de la Comunidad de Madrid sea verdad" y da por cerrada la crisis.

Pero nada más lejos. Ella continúa "insatisfecha", como demostraría al día siguiente a primera hora. Los barones han pasado el día entero pactando entre ellos y cerrando "el plan de salida": será "rápido y eficaz". ¿Por qué? Porque los militantes le han enseñado "la puerta de salida. Tienes las llaves de Génova pero no puedes salir de allí, no te quieren", lamentaba un eurodiputado.

Esa noche, ya se sabe que Feijóo lidera la ofensiva territorial contra Casado. No porque se vaya a la batalla al frente de sus huestes, sino porque "con toda naturalidad, eso es lo que salió de las conversaciones", explica uno de ellos.

"El jefe no tiene necesidad alguna de ir a Madrid. Tiene su vida en Galicia, su gobierno en Galicia, su familia en Galicia y su retiro diseñado en Galicia", relata un dirigente del PPdG a este diario. "Pero este momento es distinto de 2018, cuando no quiso optar".

¿Rápida? Congreso extraordinario, 30 días y todo hecho. ¿Eficaz? Alberto Núñez Feijóo, "cuatro mayorías absolutas y todo el partido detrás".

Lunes, 21

Una de las participantes en la conspiración de los teléfonos fue la propia Ayuso, que pactó con Feijóo qué decir ese mismo lunes. En su última comparecencia ante la prensa desde entonces -aunque no ha parado de dejarse ver-, la presidenta madrileña pidió "un giro inmediato" en el PP, y se reafirmó: "Mi sitio está en Madrid". Fuera dudas, camino despejado para Feijóo.

"Tiene que ser una solución que dé estabilidad, y la estabilidad en este partido sólo la da la unidad", diagnostica el jefe de gabinete de un barón. "Feijóo nos une a todos, y su liderazgo emana esa imagen de madurez que necesitamos ahora mismo". 

Es decir, que ni Pedro Sánchez ni Santiago Abascal lo van a poder tratar "como un pelele". Entre tanto, no sólo habla Ayuso, también se deja acercar micrófonos el presidente de la Xunta: "El PP está en colapso, hay que tomar decisiones inmediatas, yo incluido". Confirma lo publicado por este diario: sí, va a por todas.

A las 11.00, Casado se sienta con su número dos, sus vicesecretarios, sus portavoces, la presidenta de la Comisión de Garantías, Andrea Levy; y la del Comité electoral, Belén Hoyo. Ella será, a la postre, la protagonista de la jornada, la que señaló al valido García Egea -"Pablo, échalo, es tu única vía para salvarte"- antes de que nadie levantara la voz. Se unió Levy, la del rey "está desnudo, con todo el respeto".

La diputada del PP Belén Hoyo junto a Pablo Casado, en una imagen de archivo.

La diputada del PP Belén Hoyo junto a Pablo Casado, en una imagen de archivo. Efe

Ana Pastor y Elvira Rodríguez se sumaron al levantamiento de inmediato: "Si teníais tanto contra Ayuso como decíais, ¿por qué cerráis el expediente? ¿Cómo decís que basta eso que ha contado?", preguntó, indignada, esta última.

Ahí se desataron las hostilidades. "Pablo se puso muy nervioso, según íbamos hablando", explica una de las presentes. "Estábamos enfadados, porque el jefe estaba enrocado. No nos había reunido desde el jueves y el partido se iba por el sumidero... si somos la dirección, lo somos", le espetaron varios, "y si no, nos vamos".

Casado contestó que se cerraba un expediente, "pero hay dos". Y Andrea Levy, que era la responsable del asunto como presidenta del Comité de Garantías, dijo, sin mover un músculo: "Yo no conozco ninguno de los dos".

Los gritos se oían desde el pasillo...

-¡Poned los pies en el suelo! -gritó Elvira Rodríguez.

-Esto lo arregla la Fiscalía -contestó García Egea.

-Tenemos indicios claros -añadió Casado.

-¡Pero se necesitan pruebas! -bramó la exministra.

-¡Ya está bien! Paramos a comer... -concluyó el aún presidente.

A la salida, mientras Cuca Gamarra se metía en el despacho de Casado y le gritaba "¡estoy harta! Así nos hundimos, esto no puede seguir, es insostenible y vas a acabar teniendo que dimitir", el secretario general comentó con este periódico que "Casado agotará su mandato democrático".

Eso todavía quería decir que no dimitiría... aunque García Egea ya estaba empezando a modular su discurso. Ya hablaba de ir por la vía estatutaria y convocar un congreso.

"Yo no sé si Pablo tenía hambre, no creo, o estaba agotado y necesitaba descansar. Quedamos a las 17.00 y apareció primero sin Teo. Ahí ya habló de Junta directiva y convocar un congreso".

García Egea inició una ronda de llamadas: convocó a Génova a todos los diputados y senadores que pudo. "Para pulsar sus opiniones", dijo. "Para acojonarlos y obligarles a apoyarle", explicaba por teléfono un portavoz adjunto parlamentario. "Se van a cargar el partido, esto rompe por la mitad el Grupo, publícalo, por favor".

A Génova fueron menos de los esperados, así que no hubo ni acto ni foto.

En la sala del Comité de dirección, la discusión de la tarde, durísima, se centró en qué tipo de congreso. Casado quería uno ordinario, adelantando a junio el previsto para julio. Y los ya detractores le pusieron un ultimátum: "O se va Teo y lo organiza otro, y es extraordinario para que sea cuanto antes, o dimitimos". La tarde fue muy dura, pero al final, ya de noche, "conseguimos la menos mala de las soluciones".

Martes, 22

El martes amaneció con una carta que empezó a dar vueltas en Twitter. No tenía firmas, pero la iban asumiendo como propia varios diputados primero, alcaldes después, cargos medios autonómicos más tarde... y, finalmente, dirigentes provinciales: los colocados por Génova. Y ahí fue cuando Casado miró a García Egea, y Teo, por una vez, "no tuvo respuestas".

Así lo cuenta una de estas presidentas provinciales a EL ESPAÑOL. "He tenido que sufrir estos años muchos desplantes, no sólo de él ¿eh? Pero sus formas son especialmente desagradables. Ha querido gobernar el partido mediante el terror, y eso sirve un tiempo. Ahora, cuando tus decisiones llevan al PP al precipicio, el que cae eres tú".

Y es que además, "cuando trataron de activar el botón nuclear de las direcciones provinciales, que creían de su lado, comprobaron que estaban solos", apunta el asesor principal de un barón, harto de las "injerencias de Teo".

Durante estos tres años y medio del no nato casadismo, Génova ha jugado al contrapoder con los barones. Por deseo expreso de García Egea, la dirección nacional trataba de manejar los congresos provinciales para colocar a personas de su confianza.

Buscaban compensar el tradicional peso de las autonomías "en el partido más grande de España, con más militancia y más capilaridad en los pequeños municipios", continúa este jefe de gabinete. "Y ahora, que los acababan de colocar, con los congresos provinciales recién celebrados, ni siquiera éstos les apoyaron". 

La carta exigía un Comité ejecutivo "de forma urgente" y nombrar "una dirección provisional" hasta la "celebración de un congreso". La escribió Javier Bas, la impulsó Marta González y la popularizó, gracias a sus más de 44.000 seguidores en la red social, Ana Vázquez. "Yo soy de Casado, de pura cepa, pero me desmarco, ya no puedo más", confesó a este diario.

Todos gallegos...

A pesar de haber logrado lo buscado el día anterior, Belén Hoyo y Andrea Levy comunicaron al ya casi expresidente la renuncia a sus cargos. "Dije lo que tenía que decir donde lo tenía que decir", explicó la diputada valenciana a este diario. "No quería salir en los medios, debes entenderlo, está siendo una semana difícil".

A la primera misiva, le siguió otra. La de la dirección del Grupo Parlamentario. Guillermo Mariscal, José Ignacio Echániz, Sandra Moneo, Mario Garcés, Carlos Rojas, y los infinitamente casadistas Adolfo Suárez Illana y Pablo Hispán, quien fue jefe de gabinete del jefe, cuando era el jefe, hasta hace menos de un año. Se pedía la "destitución inmediata del secretario general" y la "convocatoria urgente de un congreso extraordinario para elegir a las personas que deberán dirigir este partido".

El adiós de los más fieles en el Congreso de los Diputados a Casado, que alucinaba en Génova con el goteo de deserciones, no lo firmaban Ana Pastor ni Cuca Gamarra. "Pero fíjate bien, lee la carta", explicaba una colaboradora de la portavoz, "la rubrican los que no estaban en el Comité del lunes, apoyando a las que sí estaban y ya dijeron lo que tenían que decir".

Entre otras cosas, porque la riojana Gamarra ya estaba siendo elegida para una nueva función, que no se conoció hasta el día siguiente, otra vez, de madrugada... y la tarde se gastó, quemando baterías de móvil, en tratar de confirmar la dimisión de Teodoro García Egea, que este diario pudo publicar a las 19.19 horas... tres antes de que él mismo le diera oficialidad en directo en televisión.

El objetivo: la decepcionante entrevista a Teodoro García Egea

El objetivo: la decepcionante entrevista a Teodoro García Egea

Miércoles, 23

A las 8.57 horas, Casado entró en el Congreso. Entre las 9.01 y las 9.03 llamó a la "concordia". Y de las 9.04 a las 9.05 escuchó, en su adiós a la Cámara Baja, los reproches de Sánchez por la "descalificación constante" durante su labor de oposición.

A las 9.06, Casado ya estaba saliendo del hemiciclo. Sólo le acompañaron tres fieles: Pablo Montesinos, Ana Beltrán, y Antonio González Terol. Directos, se fueron a Génova.

Allí, encerrados, prepararon la reunión con los barones, convocada por él mismo "con mucha generosidad", admite uno de ellos, en la que asumiría oficialmente que su cargo ya no era suyo.

El escaño vacío de Pablo Casado, tras despedirse del Congreso.

El escaño vacío de Pablo Casado, tras despedirse del Congreso. Efe

La cita era a las 20.00 horas, pero no comenzó hasta las 20.40, porque antes Casado quería hablar "a solas con Alberto". Núñez Feijóo, el gallego designado por sus pares regionales para sustituirle, fue a su despacho. Allí, de inicio, se limitó a escuchar. Él ya ex líder del partido le preguntó "por qué tanto castigo". Lamentó no saber "qué de lo hecho en estos años merece esto" y, aturdido, preguntó cuál era el plan.

De aquel mini encuentro, salieron las soluciones ya esbozadas. Se pactaron los nombres de Cuca Gamarra, como coordinadora general, y de Esteban González Pons, como presidente del Comité organizador del congreso.

"Es lo adecuado, una de continuidad y uno de renovación; una de dentro y uno de fuera, que Esteban lleva tiempo apartado de la orgánica, y en Europa", comentó un barón de ascendencia feijooiana. "Su visión de eurodiputado nos ayudará a marcar límites a los populismos".

Pero, ¿no es sólo para el congreso? En realidad, nadie se lo termina de creer. "Hombre, esa posición indica que es muy posible que vaya a ser el secretario general". ¿Y volver de Bruselas? "Él fue vicesecretario de Comunicación, con Rajoy en la oposición, y siempre dijo que le hubiera gustado el puesto de número dos... ¡dime tú por qué!", bromea un jefe de gabinete regional.

Madrugada miércoles-jueves

Feijóo fue el último en tomar la palabra en la cita con los 17 barones. Casado, abatido en lo personal, "roto" pero entregado, estaba de acuerdo desde el inicio de la reunión, aunque no lo dijo: primero dejó hablar a todos.

"La reunión fue cordial, pero se dijeron las cosas", contó luego Jorge Azcón, alcalde de Zaragoza y probable aspirante a las autonómicas aragonesas en 2023.

"El más duro fue José Antonio Monago", explica otro de los presentes, "le echó en cara a Casado su inconsistencia política y la entrega del partido a Teo". Al habla por teléfono, concluía: "Bueno, es que si esta crisis llega un mes más tarde, con Teo ahí, Monago se va a su casa. Tenía ganas de resarcirse, yo creo...".

Al llegarle el turno a Feijóo eran ya casi las 23.00 horas. Hizo un discurso más bien de recopilación y conclusiones. No marcó posición ni sentenció, sólo planteó que Casado debía "salir bien, con dignidad para él y para el partido". Es decir, emplazó al jefe caído a que eligiera la fecha de su responso.

Alberto núñez Feijóo, a su llegada a la sede del PP en la calle Génova.

Alberto núñez Feijóo, a su llegada a la sede del PP en la calle Génova. Efe

"Eso te denota que aunque el gallego siga haciendo de gallego, es él. Y quiere serlo", dice un barón. "Estamos todos en esto, y la sensación de unidad y de calma, además de que la solución es rápida, corta la sangría. Estoy convencido de que estamos en el inicio de un efecto rebote", explica otro. "Ejerció el liderazgo en el cónclave, después ya con todos, y la situación fue natural... tenemos suerte de poder contar con un líder como él", remata un tercero.

Los dos, el que se iba y el que llegaba, habían pactado en su cita previa también que el congreso sería extraordinario, en 30 días. Era condición inexcusable de los barones para la "solución eficaz y rápida". Casado accedió y Feijóo aclaró que era falso que él quisiera "evitar primarias a toda costa", como se había publicado.

Monago pidió la dimisión de Casado. "No voy a salir por la puerta de atrás, no dimito esta noche", respondió el aludido.

Feijóo dijo que quería una solución "estatutaria". Lo que allanaba el terreno para que luego, cuando al cierre de la reunión Casado se empeñó en permanecer hasta el congreso, prosperase la opción "sin excesivo problema".

Quería despedirse de quienes lo eligieron, los militantes. Estaba en su derecho, una vez hecha la despedida política de los españoles en el Congreso de los Diputados, por la mañana.

A partir de ahora, su papel será secundario, institucional, como un rey sin corona a la espera de la ceremonia de entronización de su heredero. "Habría sido feísimo que Pablo se fuera esa noche recogiendo las cajas de su despacho", explica una colaboradora a este diario, "lo hicieron bien".

Fernando López Miras, presidente de la Región de Murcia, llegando a Génova.

Fernando López Miras, presidente de la Región de Murcia, llegando a Génova. Efe

La confirmación de que la suerte estaba echada había sido la intervención de Fernando López Miras, el presidente murciano y hombre de Teo: "Te he apoyado desde el inicio, Pablo, pero me debo a los militantes de Murcia"... y es que en esa doble lealtad -hacia arriba con su mentor y el presidente, hacia abajo con sus votantes en huida-, no hay político que se acuerde de quién le puso ahí.

"Es que esto lo han llamado golpe palaciego y nada más lejos. Fue cosa de las bases", explica un líder regional. "Fíjate si lo fue, que no es sólo lo de la manifestación del domingo, con casi 4.000 personas. Sino que la centralita de nuestra sede se llenó de llamadas de afiliados para darse de baja... a algunos los convencíamos, pero otros dieron orden de cortar los pagos, ¡se iban!", explica alguien cercano al propio Feijóo, el de las cuatro mayorías absolutas.

"Soy amigo de Pablo, pero ahí es donde debió entender cómo es haber muerto, cuando del cargo ya sólo le quedaban las llaves de Génova", apunta uno de los que ahora suena para cargos de responsabilidad.

El último en hablar -como decíamos- fue el líder, el nuevo líder, el gallego: "Este problema es muy anterior a lo que lo ha hecho estallar, nos habíamos desconectado de los votantes, no saben quiénes somos ni para qué estamos aquí. Y los militantes, que te eligieron, ya no veían un referente en tu dirección", cerró, antes de referirse crípticamente al ya ex secretario general: "Y eso son cosas que nunca hay que dejar en manos de otro".

Al acabar todos de hablar, Casado dijo:

-Sí al congreso. Pero entre tanto, ¿qué hacemos? ¿cómo lo hacemos?.

De hecho, abrió mucho los ojos y casi mandó a paseo a quienes le preguntaron si todavía tenía intención de presentarse a la reelección. La pregunta era pertinente ya que, mientras se removía en la silla, él mismo insistía en que su salida era "injusta". Pero su respuesta se limitó a lo siguiente: "Seré una reina madre, pero llegué en un congreso y me iré en otro".

Poco menos que se señaló la cara abatida, las ojeras profundas, la camisa pegada, el pelo aplastado casi tanto como el ánimo.

Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, entrando en Génova.

Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, entrando en Génova. Efe

Pero los barones necesitaban un compromiso, no se fiaban -y aún no se fían- de los manejos del dimitido Teodoro. Su ex número dos había acudido a la Sexta -"cosa que tiene pelotas, que elija esa televisión, precisamente, que nos ha criminalizado", lamenta el jefe de gabinete de un presidente autonómico- la noche anterior, tras dejar el cargo. Y ante Ana Pastor, la periodista, insistió cuanto pudo en que podría y "debería" haber competencia a Núñez Feijóo en ese congreso.

"Tienes que ponerlo por escrito, Pablo. Que no te presentas", dijo Alfonso Fernández Mañueco. El presidente castellanoleonés, en plena negociación con Vox para revalidar el cargo, era uno de los más interesados en cerrar la herida cuanto antes.

Su apoyo a Feijóo es "por convicción" y también por conveniencia, pues ha recibido el compromiso del gallego de que lo apoyará tome la decisión que tome. Y además, la animadversión de Mañueco por García Egea era poco menos que "africana": Génova le abrió un expediente hace ahora 15 meses y Teo lo guardó en un cajón para sacarlo cuando conviniera.

El presidente saliente planteó la posibilidad de comparecer ante la prensa, ahora que acababa la reunión y todo estaba claro, "para dar la cara y asumir yo lo decidido aquí". Le recomendaron "firmemente" que no. Agotado, no discutió.

Ya era pasada la 1.00 del jueves cuando el presidente Feijóo encargó a sus colaboradores redactar el comunicado final. Con fecha de jueves 24 de febrero de 2022, decía: "El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ha trasladado hoy a los presidentes autonómicos de esta formación su decisión de no concurrir al próximo congreso nacional...".

Antes de confirmar que el PP convocaría un congreso, que quedara claro quién no se presentaría a él. Casado cogió su chaqueta, las llaves de casa, subió al coche y, por fin, se fue de Génova 13.