Uno de los inmigrantes desciende la valla en Melilla este viernes.

Uno de los inmigrantes desciende la valla en Melilla este viernes. RTVE

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Guardias civiles en Melilla estallan contra Marlaska: "Ayer casi degüellan a un agente con un gancho"

Desde la frontera, los efectivos del Instituto Armado estallan contra el ministro ante la falta reiterada, a su juicio, de medios humanos y materiales.

4 marzo, 2022 15:16

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La tensión en la frontera de Melilla no para de aumentar a lo largo de las últimas jornadas. En apenas dos días unos 3.700 inmigrantes subsaharianos han intentado acceder a territorio nacional. 800 lo han conseguido. Al contrario que en otras ocasiones, tanto el miércoles como el jueves los saltos se caracterizaron por lo masivos que fueron, miles de personas al mismo tiempo intentando entrar, pertrechados con garfios y clavos en el calzado para trepar por el vallado que separa España de Marruecos. Y dejando a su paso 50 heridos entre los agentes de la Guardia Civil.

Desde la frontera, los efectivos del Instituto Armado estallan contra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, una vez más ante la falta reiterada, a su juicio, de medios humanos y materiales para hacer frente a estos intentos que cada cierto tiempo se producen en las ciudades autónomas. Otros 1.000, en 5 grupos de 200, intentaron acceder este viernes por esa misma frontera.

Las últimas 48 horas, aseguran, han sido muy complicadas para ellos. En parte por el salto sorpresa masivo - prácticamente 2.000 personas a la vez- que se vivió en la mañana del miércoles y en parte por la agresividad a la que se tuvieron que enfrentar. "Se te tiran encima con garfios. Te arrancan la pantalla de protección del casco. Ayer casi degüellan a un compañero con un gancho. Le arrancaron la protección del cuello del chaleco antitrauma con un gancho, que si le llegan a alcanzar lo matan".

En este sentido, los agentes se defienden de las imágenes que se han difundido en las últimas horas sobre la reducción de una persona que trataba de descender por la valla de Melilla. Unidas Podemos ha solicitado al Ministerio del Interior una investigación sobre ellas y pide que se deriven responsabilidades si se confirmasen las presuntas agresiones a los inmigrantes.

Los efectivos desplegados en la zona para el control de la frontera son tajantes: "Después de 50 compañeros heridos supongo que no estarían los ánimos muy bien. Observa su mano, y el gesto que hace, lleva un garfio. Hay dos formas de actuar: o se quita toda la Policía Nacional y la Guardia Civil de la frontera y que entren libremente o se les intenta contener. Y entre estas medidas aunque suene drástico está esto. La presión que tienen es salvaje en la frontera, y más en saltos tan agresivos como el de ayer". 

Entre los hospitalizados hay agentes con roturas parciales de ligamento en los brazos, desgarros, figuras y policontusiones en las rodillas. Policías y guardias culpan al ministerio de la falta de medios y de previsión, con un vallado que, tal y como adelantó EL ESPAÑOL, lleva un año con las obras paradas.

Hay un tramo, 4,5 kilómetros de los 12 de alambrada, cuya parte superior todavía carece de elementos disuasorios. Los trabajos para sustituir las concertinas por elementos "menos lesivos" están detenidas desde enero del año pasado. Es precisamente en ese tramo el que utilizaron los inmigrantes para su incursión en territorio nacional.

Quienes protagonizaron el salto más masivo que se recuerda en Melilla sabían que a primera hora de la mañana la protección policial es menor en torno a la alambrada. Los turnos se fortalecen por la noche con los Grupos de Reserva y Seguridad (GRS), un grupo de élite dentro del cuerpo cuya función principal es la de garantizar el orden público. A plena luz del día, nunca se había notificado un intento tan masivo de cruzar a territorio nacional.

Aprovechando los primeros rayos de sol, pertrechados con garfios y tornillería en los zapatos para poder trepar con mayor facilidad, los 2.000 subsaharianos se lanzaron a la vez desde Marruecos hacia España justo en ese tramo desprotegido de la frontera. Y así durante dos jornadas consecutivas.

Algunas de las heridas y lesiones de los agentes tras los saltos en Melilla.

Algunas de las heridas y lesiones de los agentes tras los saltos en Melilla. EL ESPAÑOL

Por el momento, el Ministerio del Interior ha decidido incrementar el despliegue policial con el envío de 90 efectivos pertenecientes a un grupo de la Unidad de Intervención Policial (UIP) y a dos grupos del Módulo de Intervención Rápida (MIR) de los GRS de la Guardia Civil.

Dejadez de Marruecos

Desde Jucil, asociación mayoritaria en el Consejo de la Guardia Civil, exigen que Interior adopte medidas de carácter urgente que Marlaska llevaría "posponiendo desde hace un año", y citan las siguientes: "Aumentar en 300 agentes la plantilla de Seguridad Ciudadana en Melilla, dotarles de material antidisturbios acorde a la amenaza, permitir usarlo ante actos violentos, la detención y expulsión inmediata de todo aquel que use la violencia, acelerar la construcción de nuevas estructuras que impidan el paso de los inmigrantes y exigir mayor colaboración y efectividad a Marruecos, exigirles acciones efectivas contra las mafias de tráfico de seres humanos".

Casi diez meses después de la entrada masiva de unos 10.000 inmigrantes en Ceuta en menos de 48 horas, Marruecos vuelve una vez más a hacer la vista gorda ante las columnas de inmigrantes que se dirigen estos días hacia la frontera.  

Tanto la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, como el ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, han reconocido que la situación es "preocupante", mientras que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha llamado por teléfono al presidente de Melilla, Eduardo de Castro, para transmitirle el apoyo del Ejecutivo.

El Gobierno sigue sin haber logrado reconducir la relación con Marruecos tras la acogida irregular y subrepticia en abril pasado del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. Tanto Sánchez como Albares insisten, según relata Europa Press, cada vez que se les pregunta por Marruecos en que es un socio estratégico para España y en el deseo de forjar una "relación del siglo XXI", un mensaje que también trasladó Don Felipe el pasado enero.

Pero las señales que han llegado del otro lado del Estrecho no parecen corresponderse con esta voluntad: la embajadora marroquí llamada a consultas el 18 de mayo en pleno aluvión de inmigrantes en Ceuta sigue sin haber regresado, o la construcción emprendida por Marruecos de una piscifactoría en aguas próximas a las islas Chafarinas.

Rabat no ha ocultado además que su deseo es un cambio de postura por parte del Gobierno respecto al Sáhara Occidental que fuera en línea con el reconocimiento de la antigua colonia española como marroquí, como hizo en diciembre de 2020 Estados Unidos con Donald Trump aún como presidente.