Me llena de satisfacción que la revista de referencia de la vida intelectual española, El Cultural, cumpla en su nueva época el cuarto de siglo. Blanca Berasátegui y su equipo, dirigido los dos últimos años por Manuel Hidalgo, han hecho una formidable tarea en la que sobresale, frente a tantos sectarismos, la objetividad y el reconocimiento del mérito allí donde se produce. La literatura, las artes plásticas, la arquitectura, la música y la ciencia han desfilado por estas páginas que analizaron sus más altas expresiones.

Si la primera función del periodismo es administrar un derecho ajeno, el que tiene la ciudadanía a la información, una revista cultural debe esforzarse sobre todo en la segunda función del periodismo serio: el ejercicio del contrapoder. Es decir, elogiar el poder cuando el poder acierta, criticar al poder cuando el poder se equivoca, denunciar al poder cuando el poder abusa. Se puede calificar de ejemplar la expresión de El Cultural frente al poder político cuando se ha equivocado, cuando ha abusado hasta caer en la corrupción. Y también cuando ha acertado.

Mirar hacia atrás nos convertiría como a la mujer de Lot en estatuas de sal. Por eso, al conmemorar un aniversario especialmente satisfactorio parece necesario extender la vista hacia el futuro que, en la creación literaria, en las manifestaciones artísticas, en la explosión musical, en la investigación científica, se presenta especialmente atractivo. Y subraya un nuevo desafío complejo: la inteligencia artificial. Las revistas culturales, todas sin excepción, se verán comprometidas, lo están siendo ya, por la inteligencia artificial. Es esta una cuestión que no puede marginarse ni desdeñarse.

El Cultural no se contemplará el ombligo sino que impregnará todas sus secciones en la vanguardia del mundo que viene

Lo primero que conviene señalar es que nos faltan profesionales expertos en la cuestión. Laura Martín lo ha subrayado certeramente: “Existe un desequilibrio en la oferta-demanda de talento en materia de inteligencia artificial, big data y analítica avanzada”. Carecemos de profesionales, en número suficiente. Por otra parte “la formación en estas tecnologías tiene un alto grado de caducidad y prácticamente el 40% de los contenidos varía de un año a otro”.

Ese desafío es mayúsculo. Vivimos la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Moderna, la Edad Contemporánea. Estamos ya en la Edad Digital que zarandea las manifestaciones todas de las revistas culturales, al margen de su proyección universal. La Unión Europea está trabajando audazmente en mantener al viejo continente en la vanguardia de la nueva era, creando un entorno seguro desde el punto de vista legal, ético y técnico.

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Se aprobará el año que viene la legislación internacional necesaria, así como los límites de la inteligencia artificial para que el nuevo fenómeno tecnológico se convierta en útil y no en amenazador.

Estoy seguro de que El Cultural no se contemplará el ombligo. No caerá en el hedonismo del éxito hasta ahora conseguido, sino que impregnará todas sus secciones, todos sus artículos, todas sus críticas y valoraciones en la vanguardia del mundo que viene. Del mundo que viene vertebrado por la inteligencia artificial y la digitalización de las manifestaciones que informan las páginas de la publicación.

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La inteligencia creadora de las letras, de las artes, de la música y la ciencia, si no quieren desvanecerse, deberán afrontar los nuevos desafíos que se desarrollan ya de forma imparable, llamando a las puertas del periodismo cultural y de las nuevas generaciones.