PONCELA. El Festival de Cine de San Sebastián estrenará El último arrebato, documental de Marta Medina y Enrique López-Lavigne sobre los últimos años y las claves de la obra y de la personalidad del cineasta donostiarra Iván Zulueta (1943-2009), director de Arrebato (1979), considerada como la película cumbre y pionera de la posmodernidad de la cinematografía española e internacional. Se puede ver en Filmin.

Maldito, mítico y de culto son calificativos ya inevitablemente unidos al filme y a su creador, devastado, como sus personajes, por su adicción a la heroína. En la película de Medina y López-Lavigne se podrán ver y escuchar, entre otros, los testimonios de Eusebio Poncela, fallecido este 27 de agosto.

Poncela fue el protagonista de Arrebato, el director de cine de terror y también heroinómano José Sirgado, que vive una enésima crisis pasional con su novia Ana (Cecilia Roth), actriz, y que será literalmente abducido y vampirizado por la cámara de su arrebatado amigo Pedro (Will More) –alter ego de Zulueta– que rueda películas experimentales en el lado oscuro de la vida.

El documental de Medina y López Lavigne se complementa, en una especie de sobrevenido “año Zulueta”, con la edición y los diversos actos celebrados en distintas ciudades españolas, en torno a Diario de Nueva York, publicado por Filmoteca Española y Pepitas.

MATERIALES. Iván Zulueta, con veinte años, residió en Nueva York entre enero y junio de 1964 para estudiar dibujo y pintura en la escuela Arts Students League (ASL).

Cartel de 'Arrebato' (Iván Zulueta, 1979), diseñado por el propio director

Cartel de 'Arrebato' (Iván Zulueta, 1979), diseñado por el propio director

Zulueta consignó el día a día de su primera estancia neoyorquina en Diario de Nueva York, extensamente introducido y profusamente anotado por los investigadores Miguel Fernández Labayen y Josetxo Cerdán. El segundo, cuando fue director de Filmoteca Española, pilotó y culminó con éxito en 2021 la adquisición y depósito en esa entidad de numerosas cajas con diversos materiales inéditos de Zulueta que se estaban deteriorando en un almacén donostiarra tras la muerte del cineasta y la decadencia de Villa Aloha, la mansión familiar en la que el director, cartelista, fotógrafo, dibujante y pintor creció y pasó los últimos años de su vida.

A ese contingente de materiales pertenece Diario de Nueva York, que se publica con la reproducción de alguna página manuscrita con redondeada y pulcra letra, fotografías en blanco y negro de su estancia y reproducciones a color de bocetos, dibujos, pinturas y óleos ejecutados en las aulas de la ASL.

PELÍCULAS. Cerdán y Labayen insisten en subrayar que Zulueta, en contra de lo dicho, publicado y repetido alguna vez por él mismo, no entró en absoluto (prácticamente) en contacto en 1964 ni, consiguientemente, fue influido de cara a su innovadora obra posterior con y por las vanguardias artísticas, la bohemia y las corrientes rupturistas del Nuevo Cine Americano.

Vio cerca de 200 películas, la mayoría de ellas estrenos comerciales o clásicas, cuyo listado de su puño y letra se reproduce con las calificaciones que les daba. Visitó, sí, galerías y museos, pero choca lo casi inexistente de sus brevísimos comentarios sobre películas, directores, pintores y lecturas. No hay referencias a ambientes artísticos y, menos aún (cero), alusiones al paisaje urbano, social y político.

Hijo de buena y culta familia venida a menos, el joven veinteañero va a misa y comulga los domingos en la catedral de Saint Patrick, se manifiesta clasista y elitista, preocupado obsesivamente por su soledad, su falta de dinero y amigos, sus precarios alojamiento y manutención, su poco trato con las clases altas, las deficiencias de la escuela, su posible inutilidad como artista y, curiosamente, su falta de contacto con “niñas” monas y atractivas.

Diario de Nueva York sorprenderá mucho a los admiradores de Arrebato y es un libro imprescindible para conocer los inicios de uno de los más transgresores y arriesgados creadores de la cultura española de las últimas décadas.